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"Fui una adolescente tímida y la actuación me sacó de ahí"

Una todoterreno. A los 60 años, la actriz estrenó en teatro ¡Ay, amor divino!, un unipersonal en el que habla de todos los vaivenes de su vida: su infancia de pueblo y la llegada a la ciudad, la relación con sus familiares y la vocación.

Paula Bistagnino
ESPECIAL

Llegó el momento. A los 60 años, con más de la mitad de su vida dedicada a la actuación, con cientos de horas en pantalla, picos de popularidad –como cuando en los 90 hizo la tira Gasoleros–, con decenas de funciones de decenas de obras de teatro en el under, en los teatros más grandes de la Avenida Corrientes, pero también en los más pequeños del interior del país, con éxito cinematográfico en España, con tres maridos, tres hijas y dos nietos; con todo eso, para Mercedes Morán llegó el momento de sacarse todos los trajes y ponerse el propio: el de esa mujer que creció hasta los 8 años en San Luis, en la ciudad de Concarán, hija de una maestra rural muy católica y reaccionaria y un padre que le dio conciencia social, que se crió con la libertad de la vida de pueblo y la opresión de la escuela de monjas, que se deslumbró y se apabulló por igual cuando se mudaron a Buenos Aires, que a los 17 abandonó el hogar de los padres, se casó sin su aprobación y fue madre poco después; que llegó al teatro por casualidad cuando en plena dictadura se suspendió la carrera de Sociología y se puso a hacer un curso de actuación con Lito Cruz. "¡Ay, amor divino! es un recorrido íntimo por esa vida, sobre mis propios textos y frente al público que siempre me vio metida dentro de un personaje", dice la actriz, que piensa llevar esta obra por todo el país, Chile, Perú y Uruguay.

Los motivos de este desafío "Me da la certeza de que obedece al deseo o a la necesidad, y lo iré descubriendo a medida que lo vaya haciendo".

¿De dónde vino esta necesidad de mostrar a Mercedes en escena?
Todavía no sé muy bien a qué obedece, pero tuve la necesidad de hacerlo, porque si no el estímulo inicial se hubiera terminado en la ocurrencia y el primer impulso hubiera quedado en la nada. Pero haber llevado a cabo todo esto, con todo el trabajo que implica, me da la certeza de que obedece al deseo o a la necesidad, y lo iré descubriendo a medida que lo vaya haciendo.

¿Es un riesgo?
Ahora pienso que el riesgo que tenía ganas de correr en este momento era poder estar cómoda arriba del escenario, con vivir un cierto grado de incomodidad, sin estar cubierta por ningún personaje. De alguna manera, el cubrirme de un personaje es un poco lo que siempre me permitió estar muy cómoda sobre el escenario y lo que, por otro lado, me ayudó a terminar de vencer una cantidad de inhibiciones que fueron constitutivas en mi carácter.

¿Fuiste una joven tímida?
Fui una adolescente archi, recontratímida. Y creo que fue la actuación la que me permitió curarme. Esa instrospección tan aguda que inevitablemente hace un actor y lo que quise con esto fue profundizar ese aprendizaje.

Es como desnudarte frente al público...
Sí, es completamente distinto. Es vincularme de otra manera. Es que el público deje de ser una entidad y dirigirme hacia cada una de las personas que están en el teatro como si fueran amigos que vienen a cenar a casa y abrirles mi corazón y mostrarles mi intimidad.

¿Qué intimidad mostrás?
Cuando hablo de intimidad, hablo de los pequeños secretos de la infancia, de la relación con mi madre, de la relación con mi padre y del vínculo con mis hermanos; de los conflictos que tenía una niña religiosa y católica en relación con la aparición de los "malos pensamientos". Y después, hablar desde mi lugar y desde mi edad, de lo que significa para mí el paso del tiempo y el reto que implica lo que vendrá. Y cómo aspiro yo a vivir esta edad que transcurre tan velozmente.

¿El teatro es el medio para hacer esto?
Creo que aunque nos encubrimos detrás de un personaje, el teatro hace que la gente pueda descubrir a las personas. Al menos a mí me pasa como espectadora cuando veo un trabajo de un actor: aunque haga una composición extraordinaria, se descubre la humanidad de esa persona y yo puedo imaginarme qué tipo de persona es. Cosa que no pasa en la tele o el cine.

¿Eras fanática de Johnny Tedesco?
A los 8 años me enamoré de la televisión, cuando vine a Buenos Aires, y en ese tiempo te enamorabas de Palito Ortega o de Johnny. Y me enamoré de él perdidamente. Y eso es parte de la obra.

Estás en una gran etapa con el cine, con proyección internacional... ¿Por dónde pasa el deseo?
Por suerte, por muchos lugares. En lo personal por disfrutar de mis nietos (tiene dos) y en lo profesional por hacer cosas que tenía ganas y que me conectan con lugares distintos. Por disfrutar de la madurez, que no es fácil, por vivir lo más parecido a lo que quiero.

De giraó
En Buenos Aires y en el interior

Con ¡Ay, amor divino!, Mercedes Morán pisará los escenarios porteños, los del interior e incluso los del exterior.

La actriz contó que la obra se presentará dos meses en Buenos Aires y después se trasladará al resto de Argentina.

"Salir de gira, para un actor, es siempre una experiencia muy enriquecedora. Y con una obra así, llevarla a ciudades de todo el país y encontrarme con el público desde mí, va a ser realmente movilizador. Creo que mucho más de lo que me imagino", concluyó.

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