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La Mañana

Lio y la pasión por el deporte

En Argentina sentimos pasión por el deporte. Por muchos. Incluso por aquellos que no están reglamentados, como pegarles a los ídolos, compararlos para ver cuál pierde y decir pavadas, tres en los que los periodistas somos de los más talentosos.

Messi la rompió en el derbi español y el mundo se rindió a sus pies. Otra vez. Pero aquí, parece que muchos no lo disfrutaron ni un poco. Hubo quienes ningunearon ese tremendo espectáculo visto por millones por TV y hasta se enojaron porque no hace lo mismo con la camiseta albiceleste. Algunos fueron por más y dijeron no poder entender cómo un argentino grita un gol del Barcelona a miles de kilómetros, en otra liga, en otro mundo.

Plantear eso es grave. Más si lo hacen periodistas que viven de la pasión que genera el fútbol. Del amor por el deporte que une al mundo, incluso en las guerras. Porque es esa pasión la que nos permitió emocionarnos con cada función de Jordan con la camiseta de los Bulls cuando era imposible soñar con un argentino glorioso en la NBA. Porque es esa pasión la que nos hizo trasnochar con cada pelea de Hagler, Durán, Hearns y Leonard, como antes con Alí o Monzón, como después con Tyson, De la Hoya y tantos otros. Porque esa misma pasión nos sentó en el sillón para ver a los más grandes del tenis, para disfrutar y sufrir con cada Agassi-Sampras, con cada Federer-Nadal. Porque esa pasión nos empuja a poner el despertador para ver en vivo la largada de la Fórmula Uno, para descubrir si es posible repetir algo parecido a lo que sentíamos cuando aceleraban juntos Senna y Prost. Porque esa pasión, la del TC, la de Los Pumas, la de Las Leonas, la que hace únicos los Juegos Olímpicos y los mundiales de fútbol, es de las mejores cosas que hay en esta vida. Es una pena que algunos se la pierdan.

Messi la rompió en el derbi pero algunos cuestionaron que acá se festejen goles del Barcelona.

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