El milagro de Yogures Tere: cómo una idea transformó la vida de una emprendedora en la región
La historia de la vecina emprendedora que sale adelante con los yogures artesanales desde las 123 viviendas. Se multiplicaron sus ventas.
Dicen que los sueños se hacen realidad. Y que los milagros existen. La increíble historia de María Teresa Muñoz, la reina del yogur, viene a corroborar ambos dichos populares.
Es que desde su desesperación y un sueño real, verídico, nació su emprendimiento que crece sin parar en Luis Beltrán: la venta casera de yogures artesanales.
“Lloré y recé y Dios me respondió”, indicó a LM Cipolletti la propietaria de Yogures Tere, el proyecto que experimentó un sorprendente crecimiento.
Tere con su hijo más pequeño Gamaliel, que significa "mi bendición". El milagro de esta emprendedora de yogures.
“Empecé hace un año y 3 meses vendiendo 3 litros de yogurt por semana y hoy andaré por los 120 litros de yogurt”, aportó sorprendentes datos del fenómeno mientras preparaba a su pequeño hijo Gamaliel ("significa mi bendición”) para salir de recorrida por Choele Choel y Lamarque, destino que en una prueba de la expansión del proyecto “sumo hoy -por este miércoles- por primera vez”.
Antes planeaba dejar en el colegio a Brunella (11 años). Más lejos la tiene a Julieta (19), quien vive en Comodoro Rivadavia y este año “comenzó a estudiar en la Facu”.
“Por ellos empezó todo. Estaba sin trabajo y teníamos necesidades. Había nacido hace poco el más chico, la mayor comenzaba a estudiar y si bien vive con su papá me sentía en la obligación de brindar una mano. Soy cristiana, oré mucho a Dios. El me mostró en un sueño que vendía yogures… Mi pareja actual y mi hija del medio también soñaron lo mismo en cuestión de días. Fue un milagro, Dios me respondió”, agregó la mujer de 42 años, en asombroso relato, la mujer que empezó “bien de abajo” y hoy protagoniza un verdadero boom.
Así llegaron los primeros clientes, vecinos de la cuadra, seguidores de redes sociales, sus contactos del celu ("a las 15 voy a Choele, quedan los últimos yogures"; "En un rato reparto los más ricos yogures en Lamarque", sus estados del chat de este miércoles). Y el siempre inestimable “boca en boca”… No fue fácil, pero el emprendimiento comenzó a despegar. Y la historia del mismo, a conmover…
“Ha pasado gente de Viedma, de Comodoro Rivadavia, de Cipolletti, de Allen. Siempre teniendo cuidado con la cadena de frío, es el único gran recaudo que hay que tomar, mantener la temperatura de 2 a 8 grados. Después no tiene colorantes, no llevan conservantes, son naturales y sanos, nada de qué preocuparse tanto”, destacó esta luchadora.
Aclaró, por las dudas, tener todo en regla. Mientras sueña con un espacio de trabajo más amplio, seguramente en el quincho de la casa, por lo pronto hace lugar dónde puede en la mini fábrica de su pequeña cocina en las 123 viviendas. De allí sale su cada vez más extensa producción.
La heladera de la casa, llena de botellas de yogures.
“Tengo el carnet de manipulación de alimentos, me orientaron desde la Muni cómo se trabaja con los materiales, sumamente agradecida”, explicó mientras repasaba la lista de pedidos que estaba por repartir para no olvidarse ninguno.
La receta de los yogures deliciosos
Y sí, no podía culminar el contacto con este portal sin dejar la fórmula del éxito. “Los hago con leche entera de primera marca, ultra pasteurizada. Elaboro de vainilla, frutilla, coco, frutos rojos y natural, que es ideal para los que no pueden consumir azúcar. Son diferentes, con otra textura y sabor, por ejemplo muchos adultos me dicen ‘hacés un yogurt riquísimo, me hacen acordar a los de mi infancia”, compartió la anécdota con emoción.
Los comercializa en botellas de vidrio de medio litro y de 910 centímetros cúbicos a los líquidos o en frascos, porque “el yogurt griego o natural es más espeso”.
Más natural y artesanal "no se consigue". Contó la receta de los deliciosos yogures.
Su pareja también colabora y tiene su cuota de mérito: es quien la ayuda a conseguir la materia prima (“por ejemplo va a Neuquén y Cipolletti a comprar frutos rojos y frutillas”) y la acompaña a repartir.
Si bien es inminente un leve ajuste en el precio, por lo pronto las botellas grandes cuestan 7 mil (“solo 8 mil la de frutos rojos”) y las de medio litro entre $ 3.500 y $ 4.000 pesos.
“Cuando tenemos necesidad, debemos encomendarnos a Dios que responde”, aconseja en el final a los lectores. Tere le agarró el gustito al éxito: pasó de un sueño nocturno a un sueño cumplido con sus yogures artesanales. ¡A Dios le pido!
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