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La Mañana Historia

La increíble historia de un neuquino adoptado que ocultaron de la muerte

Le habían dicho que había sido un bebé apropiado. Pero no. Se enfrentó a una verdad difícil y tabú para conocer su identidad. Acá te contamos su historia.

Más allá de la ciudad, asoman como un iceberg algunos secretos de familia que guardaron bajo cuatro llaves varias décadas en el corazón del norte neuquino más agreste. Historias de campo, embarazos no deseados, fuertes tabúes y costumbres que se perpetúan como lazos de sangre. Secretos a voces que se llevan a la tumba. Salvo que alguien busque y encuentre. Porque la verdad, al final, sale como el sol en el horizonte más remoto de un paraje llamado Pichinco del Alto. La verdad brota al fin como el pequeño manantial que lleva su nombre.

José Gustavo no era Urrutia hasta hace poco tiempo. Cuando tenía 17 años tuvo la intuición de que su origen era otro al que concibió desde pequeño. "Sentía que no pertenecía a la familia -Casal- que me crió. Lo sentía así por la forma de pensar y de obrar, por su apariencia física y la forma de desenvolverse con el otro. Supe que había algo raro conmigo", contó.

Al iniciar los trámites para ingresar a estudiar a una universidad, notó con asombro que su partida de nacimiento se encontraba datada en la ciudad de Neuquén el 7 de enero de 1975, tres años después de su nacimiento, ocurrido el 15 de abril de 1972 en el paraje Pichinco (ubicado entre Buta Ranquil y Barrancas). Era así por una disposición de la Dirección General del Registro Civil que jamás encontró.

Gustavo Urrutia adoptado

Desde entonces, se pasó la vida reconstruyendo las piezas de una identidad que sufrió todo tipo de embates. José Gustavo tiene 51 años y pudo saber de dónde venía hace apenas unos meses. "Hace poquito pude terminar de cerrar mi historia. Era algo que me pateaba en el pecho por dentro, había que resolverlo. Y valió la pena. No volví a tener eventos alérgicos severos. Se me estabilizó la presión y, como dicen, puedo dormir con la conciencia tranquila", manifestó, en diálogo con LMNeuquén.

José Gustavo había sido adoptado por Antonio Casal, quien fue jefe de la Unidad Regional de la Policía de Neuquén, en 1976, y Nelly Ulman. Ambos fallecieron hace algunos años. Inicialmente, se barajó la posibilidad de que hubiese sido un bebé apropiado. Pero no. "Mi juicio de adopción fue real. Fue una adopción plena, de las primeras que hubo en Neuquén. No fue ilegal", sostuvo.

La otra historia: "Se le cayó el relato"

Pudo conocer a su madre biológica, quien figura en la causa como Estefanía del Carmen Urrutia. La encontró a los 37 años. Ella, recordó, no comprendía por qué la había buscado. Lo primero que le dijo fue que le habían dicho que había "nacido muerto". Sin embargo, con el tiempo José Gustavo descubrió la verdad dolorosa que no le estaba diciendo.

"Ese relato se le vino abajo porque el acta de nacimiento está firmada por ella. Entonces, no me dijo más nada. La relación se enfrió mucho. Y la última vez que hablé con ella, muy ofuscada me dijo ´nosotros te vendimos y te pagaron en cuotas´. Eso no lo puedo probar, pero cuando uno está enojado puede decir verdades", advirtió.

Gustavo Urrutia adoptado

Fue clave para José Gustavo volver al lugar donde había nacido. Allí conoció a la "comadrona" que lo recibió en el parto. "Estuve en el paraje, donde está el arroyo Pichinco. Estuve con la señora que me recibió. Ella me contó que mi progenitora me tuvo a los 17 años, que el parto fue normal y el único inconveniente fue que no me pudo dar el pecho, así que me lo dio ella. 'A partir de ahora te puedo considerar hijo', me dijo. Almorzamos en el puesto. Ella se acordaba de mí y no sabía dónde estaba, porque había tres destinos posibles: Capital Federal, Mendoza y Neuquén", relató.

Una cosa llevó a la otra, y lo que faltaba conocer de su historia fue todavía más tremendo. A José Gustavo le dijeron que después de haber nacido en Pichinco del Alto, fue trasladado hasta Barrancas. "Me escondieron tres meses en la casa de una maestra porque me querían matar, hasta que mi viejo -su padre adoptivo- me fue a buscar para traerme a Neuquén", reveló.

Antes de perder a su padre adoptivo, sobre su identidad éste le dijo que había escuchado por radio que había nacido un niño a quien no tenían cómo sostenerlo económicamente y fue a buscarlo. Entonces, el hombre estaba a cargo de una unidad policial en Zapala o Cutral Co. José Gustavo no recuerda bien ese dato. "Yo pude reconciliarme con él antes de que falleciera. También con mi madre. En definitiva, ellos son los que me criaron, me cuidaron, me curaron cuando estaba enfermo...mi viejo me enseñó a andar en bici, a manejar, me llevó a la universidad...sería muy descortés de mi parte negar ese amor", manifestó.

gustavo urrutia

Terminó de cerrar su historia cuando conoció la última pieza de su historia, tal vez la más difícil de digerir. Supo quién sería su padre biológico, alguien muy cercano. Dijo que al enterarse, ya era un "secreto a voces" en su entorno familiar. "Yo buscaba resolver esto y lo hice. Aunque me costó perder un montón de cosas, hasta derechos hereditarios", se sinceró.

Al momento de la verdad, reconoció que sufrió picos de presión muy altos y tuvo que tomarse un descanso. Pero ahora, aseguró que se siente bien y recibe mucha contención familiar en su casa. "Soy un hombre de fe, creo mucho en Dios. Creo que Dios tiene un plan para cada uno. El plan de Dios era este para mí. Me quisieron matar y no pudieron", concluyó.

Agradeció el apoyo de su señora Aurora Pino, "por el enorme sostén en esta etapa".

En su derrotero por la vida se sometió al análisis de ADN para establecer su presunto vínculo padre-hijo con otro hombre, que arrojó resultado negativo.

gustavo urrutia

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