La final aún no había terminado y en el motorhome de Echevarría la situación era tensa. Sin el buzo y sentado en una silla estaba Camilo, parado su papá Jhonny y enfrentado al piloto, Pablo Satriano. El tema en cuestión era la nueva rotura del motor. Una nueva que es vieja, porque se volvió a romper una válvula, el mismo problema que en Viedma, cuando debía defender la tercera posición de clasificación. "Debe ser una falla de material", confió el preparador de Chivilcoy. La situación es complicada. Si bien la confiabilidad de los motores multiválvulas no es buena, de una decena de impulsores destruidos en la primera fecha, en Centenario sólo hubo dos (José Savino y Echevarría), entonces hubo preparadores que solucionaron el problema. En tres semanas se correrá en La Pampa, con la recta más larga del país y el castigo que eso representa. Y en mayo, los 500 kilómetros en Olavarría, una prueba muy difícil de superar si todo sigue como hasta ahora.
Dejá tu comentario