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La Mañana

Basureros petroleros, un peligro en plena ciudad

Las plantas de tratamiento de residuos de la industria están cerca de la población y tienen antecedentes graves.

Por Cristian Navazo

Neuquén.- La explotación comercial de formaciones no convencionales, como Vaca Muerta, requiere de campañas masivas de perforación. Se estima que para alcanzar un umbral de conocimiento que haga rentable esos proyectos se deben perforar mil pozos por año, un número inédito para la industria petrolera argentina. 
Esa magnitud de perforaciones encaminaría al país hacia el autoabastecimiento energético, pero conllevaría un gran dilema: cómo gestionar el impacto ambiental que genera la actividad. 
El año pasado se hicieron 550 pozos en Neuquén, 310 de ellos no convencionales, según datos de la Subsecretaría de Hidrocarburos de la Provincia. La cantidad de pozos perforados creció un 124 por ciento en 2014 con respecto a 2006, cuando iniciaron los primeros testeos de las formaciones tight y shale.
El nivel de actividad –cuando aún es incipiente el desarrollo de Vaca Muerta– ya puso en jaque a las plantas de tratamiento de residuos que genera la industria en la región. Los “basureros petroleros”, tal como los denomina la comisión ambiental creada el sábado último para reclamar la erradicación de los centros urbanos de las empresas que tratan los recortes de perforación a base oil, suelos empetrolados y agua de flowback, generan la preocupación entre los vecinos.
Por el crecimiento de los asentamientos irregulares en la capital provincial, miles de familias quedaron expuestas a los gases que emiten los hornos de empresas como Indarsa y Comarsa, en el parque industrial.
Y, si bien desde las empresas aseguran que cumplen con todas las normas ambientales y las denuncias de problemas respiratorios no están comprobadas científicamente, en octubre del año pasado un derrame de crudo causado por una pileta clandestina de Indarsa en el PIN puso de relieve el crecimiento descontrolado de los basureros petroleros que hubo en los últimos años a raíz de la explotación de Vaca Muerta. 
La empresa recibió una multa de 1,75 millones de pesos, a través de la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia, que determinó que la pileta no cumplía con normas ambientales ni estaba habilitada, y fue instada a abandonar el parque industrial. En 2009, Indarsa debió dejar de operar tras producirse un gran incendio por la manipulación de productos químicos. En abril de este año hubo un incidente similar aunque de menor magnitud.
Ante el boom de Vaca Muerta, la compañía amplió la superficie de la planta y compró un lote de 70 hectáreas en Añelo, para estar cerca del epicentro del desarrollo no convencional. Además de una ubicación estratégica, ese predio permitirá reducir costos, ya que transportar los deshechos desde los yacimientos significa entre el 30 y el 40% del gasto global de tratamiento.
El caso de Comarsa también es preocupante. Rodeada de barrios populosos y postergados, la planta es duramente cuestionada por vecinos y por la comisión que busca erradicar los basureros petroleros de los centros urbanos.
En 2013, ante la expansión del negocio de los residuos que genera Vaca Muerta, Comarsa le pidió al municipio capitalino la cesión de 3,7 hectáreas para almacenar tierras contaminadas y otros residuos. La comuna le vendió el terreno a 35 pesos el metro cuadrado y la empresa debía forestar una franja de envolvente de 300 metros de ancho con riego por goteo y hacerse cargo del mantenimiento, para amortiguar las emisiones de gases que genera la planta. Aún no hay un solo árbol plantado.
“Vamos a hacer un seguimiento para exigir que se cumpla con la fecha de salida de la planta y en qué condiciones quedará el predio porque necesitará que se haga un tratamiento del suelo”, indicó Daniel Fernández, vocero de la flamante comisión integrada por vecinos del oeste capitalino, la Confederación Mapuche, diputados y concejales del ARI y del FIT, el Observatorio Petrolero Sur, estudiantes secundarios y universitarios y organizaciones sociales.
“Queremos una reunión con Ricardo Esquivel, secretario de Medio Ambiente, para que nos muestre los controles de las miles de toneladas de material que sale todos los días de Comarsa para disposición final, porque hemos seguido algunos camiones que descargan en los cañadones de Plottier. Queremos ver qué pasa con la contaminación por metales pesados que es la más peligrosa”, agregó Fernández.
Los vecinos de la Confluencia –sobre todo de barrios de la meseta- están acostumbrados a convivir con la cara más nociva de la industria petrolera. En 2010, el Municipio y la empresa Pluspetrol acordaron el saneamiento de las piletas de oxidación donde se arrojaban desechos petroleros y líquidos cloacales. Recién a fines del año pasado se culminó el traslado de las piletas.
Esquivel aseguró que las empresas de tratamiento de residuos petroleros deberán mudarse de sus asentamientos en el parque industrial de Neuquén en el plazo de un año.
“Van a tener que trasladarse para radicarse en zonas alejadas de comunidades, ya que el conglomerado urbano está ‘encima’ de esa zona de parque industrial y eso actualmente produce afectaciones al ambiente y al entorno humano”, reconoció.
Indarsa ya tiene instalaciones en Añelo, mientras que Comarsa planea trasladarse a esa zona.
En la provincia son muy pocas las empresas que se dedican a este tipo de actividad. En la ciudad de Neuquén están Indarsa y Comarsa. En Senillosa se encuentra la planta de Trans Ecológica, mientras que la firma EET Servicios Ambientales está radicada en Plaza Huincul. En Centenario se encuentra la base de Serma, Servicios Medio Ambientales; mientras que Triter se instaló en el Parque Industrial de Añelo . 
El negocio del tratamiento y disposición final de residuos provenientes de la industria petrolera se expandió y supera la capacidad operativa de las plantas. 
 

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