El truco definitivo para limpiar los pegotes de la rejilla de la cocina con solo dos ingredientes
Con una mezcla casera y un procedimiento sencillo, podés eliminar la grasa acumulada y los restos de comida de las rejillas de las hornallas.
aunque solemos limpiar con frecuencia la cocina y las hornallas, las rejillas que los recubren muchas veces quedan relegadas. Sin embargo, son una de las partes que más grasa y restos de comida acumulan. Con solo dos ingredientes comunes y un truco doméstico eficaz, es posible remover los pegotes más difíciles y devolverles su brillo original en pocos minutos.
Para realizar este truco casero de limpieza vas a necesitar: vinagre blanco de alcohol, bicarbonato de sodio y agua. Lo mejor es usar vinagre de limpieza y medir cuidadosamente las cantidades de cada ingrediente. El vinagre y el bicarbonato, al mezclarse en grandes proporciones, generan una reacción química potente.
- Para comenzar con este truco, retira las rejillas de las hornallas de la cocina. Con un paño húmedo remueve los pegotes más superficiales y las manchas de color negro que suelen quedar por acumulación de grasa y aceite.
- Coloca las rejillas de la cocina en un balde cuadrado, lo bastante grande como para que puedas cubrirlas con agua.
- Llena el balde con agua caliente hasta que las rejillas queden completamente cubiertas. Agrega unas cucharadas de bicarbonato de sodio y unas cucharadas de vinagre. Remueve la mezcla con una cucharas de madera, sin salpicar porque puedes quemarte.
- Deja que las rejillas de la cocinareposen por unos minutos en la mezcla.
- Una vez que el agua se enfríe lo suficiente como para que puedas meter las manos, refriega con una esponja o estropajo, si es metálico mejor.
- Luego de limpiaren profundidad cada parte y caño de la rejilla, enjuaga con abundante agua y deja secar sobre un repasador. Con este sencillo truco puedes limpiar otros objetos de la cocina, como las fuentes o asaderas y las rejillas del horno.
Para qué sirve tirar hojas de laurel en las brasas del asado
En la Argentina, el asado es una ceremonia, un punto de encuentro y una tradición transmitida entre generaciones. En torno a las brasas se mezclan tradiciones, técnicas y creencias que convierten a la parrilla en un altar popular. Entre esos secretos, el uso del laurel en el fuego ocupa un lugar especial.
Desde tiempos antiguos, el laurel simboliza victoria, sabiduría y purificación. En la mitología griega, estaba vinculado al dios Apolo, protector del arte y la luz. Los romanos, por su parte, lo usaban para coronar a los emperadores y generales triunfantes. Esa carga simbólica viajó a través de los siglos y, en América, se integró a prácticas populares de protección y abundancia.
En el asado argentino, arrojar hojas de laurel sobre las brasas se volvió una costumbre que mezcla lo culinario y lo espiritual. Quienes lo practican creen que el humo que desprende limpia la energía del ambiente y atrae prosperidad. El gesto es simple pero cargado de intención: se recomienda esperar a que el fuego esté vivo y, al lanzar las hojas, repetir tres veces la palabra “gracias”. Según los creyentes, este acto ayuda a liberar bloqueos y favorecer la abundancia material.
Aunque no exista evidencia científica que respalde esos efectos, el laurel mantiene su magnetismo simbólico. Para muchos, más allá del esoterismo, representa una conexión con lo ancestral, con una manera de cocinar que va más allá del sabor.
Al colocarse sobre las brasas, los aceites esenciales del laurel liberan un perfume sutil que impregna la carne.
El secreto está en no abusar: demasiado laurel puede alterar el gusto y darle un tono amargo. La clave es mantener una cantidad moderada, agregándolo en distintos momentos de la cocción.
El humo del laurel aporta un matiz distinto al asado, complementando la intensidad del carbón o de la leña tradicional. Algunos asadores combinan ramas de romero o tomillo para lograr un aroma más complejo. Otros prefieren mezclar tipos de madera: espinillo, quebracho o algarrobo, según la zona del país. Cada variante aporta un toque único, y el resultado depende tanto de la materia prima como del cuidado con que se maneje el fuego.
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