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La Mañana Cerveza

Cuatro amigos y una fábrica de cerveza que se reinventó por la pandemia

Habían invertido para producir cerveza para los bares, pero las medidas de aislamiento los motivaron a pensar una vuelta de tuerca para su emprendimiento.

Gabriel, Marcelo, Juan y Marcelo son amigos desde hace más de 15 años. Después de transitar la escuela secundaria juntos, forjaron un vínculo que sobrevivió a los rumbos disímiles que tomaron sus vidas. El verano pasado, decidieron honrar su amistad con la creación de una fábrica de cerveza, que les permitiera escapar a sus rutinas laborales y apostar al encuentro y el disfrute de otros grupos de amigos de la ciudad. No esperaban que una larga cuarentena por coronavirus se metiera en sus planes.

Entre los cuatro suman un abanico diverso de actividades económicas. Han trabajado en docencia, en la industria petrolera y hasta en cadenas de comidas rápidas. Sólo comparten un hecho en común: todos cumplen su rol en relación de dependencia y desde hace tiempo querían tener un proyecto propio para complementar con su rutina laboral y generar ingresos. Pero, sobre todo, querían crear un espacio de encuentro para reforzar su vínculo y disfrutar de su amistad.

La idea les rondaba en la cabeza desde hacía tiempo. “Al principio habíamos pensado en armar un bar, pero eso no se dio por un tema de inversión”, explicó Gabriel Ramírez, uno de los referentes de la fábrica. Como algunos miembros del grupo tenían experiencia en la elaboración de cerveza, decidieron sacar provecho del crecimiento que tuvo este rubro en Neuquén y traer sus propias recetas a los bares de la ciudad.

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Así nació DUM, que significa “casa” en checo y que apunta a crear una segunda casa para los cuatro. Para los primeros días de marzo, los amigos habían hecho las inversiones y montado una fábrica en Cinco Saltos, que prometía ser ese segundo hogar para trabajar codo a codo. Sin embargo, muy pocos días después se anunció el aislamiento social por la pandemia y no podían siquiera viajar hasta esa ciudad rionegrina para producir.

“Pasamos un tiempo sin poder ir a la fábrica, y después con mucho sacrificio combinábamos nuestros trabajos actuales con el trabajo de la fábrica, pasábamos muchas horas en los puentes”, expresó Gabriel, quien aclaró que el optimismo siempre ganó la batalla y no les permitió bajar los brazos frente a la adversidad.

Aunque el proyecto inicial planteaba la idea de producir la cerveza en barriles para que se sirviera tirada en los bares, la pandemia cerró las puertas de ese mercado. Lejos de rendirse, buscaron nuevas alternativas y se decidieron a enlatar. A pesar de que vender latas implicó nuevas inversiones y una logística de delivery, creyeron que la mejor forma de cuidar a los neuquinos era ofrecerles ese momento de disfrute sin salir del hogar, con una lata bien fría que pudieran destapar en casa.

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Tras un cuidado proceso de prueba y error, idearon y pulieron tres estilos de cerveza artesanal que ya se consiguen a través de sus redes sociales y algunos negocios de la ciudad. Una Golden Cream, una Session Ipa y una American Amber Ale. “La reina de la casa es la Session Ipa, que es una cerveza de amargor medio, mucho aroma y algunas notas cítricas; es la más buscada por el público”, expresó Gabriel y aclaró que son muchos los que la vuelven a consumir a pocos días de haberla probado.

Para el futuro, los amigos ya piensan en elaborar nuevas recetas para ampliar el abanico de latas de DUM. Ya comenzaron a trabajar en una American Ipa que, según detalla Gabriel, está en un 90% de avance. “Todavía nos resta pulir algunas cosas para que quede lo mejor posible”, dijo y agregó que siempre buscan elaborar recetas en las que prime un sabor agradable, que invite al disfrute de los clientes.

“Para el futuro queremos sacar también una cerveza negra, pero no nos apuramos, tratamos de pulirlas y perfeccionarlas para que queden lo mejor posible”, sostuvo el emprendedor. Aunque reconoce que no hay cervezas perfectas, ellos apuntan a cuidar todos los detalles para crear bebidas de calidad y con un prolijo proceso de elaboración.

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Por el momento, los cuatro emprendedores combinan sus trabajos diarios con la elaboración de la fábrica. No contrataron empleados, así que se reparten de manera interna los roles para cumplir con todo el proceso de elaboración, que se inicia con la creación de la receta y termina cuando el consumidor destapa una lata en casa. La cocción, el enlatado, las etiquetas, la publicidad y hasta el delivery, todo está a cargo del grupo de cuatro.

Si bien todos continúan con sus trabajos en relación de dependencia, muchos tuvieron reducciones horarias que les permiten dedicarle más tiempo a la elaboración de cerveza. El trabajo a pulmón les demanda estar atentos a cualquier imprevisto que pueda aparecer. Por eso, no se detienen nunca: cumplen una agitada rutina que los lleva a visitar clientes, adquirir insumos y cocinar a diario.

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Gabriel admitió que nunca habían pensado en la posibilidad de vender latas de cerveza. “La idea fue siempre vender en barriles y llegar a los bares, queríamos generar ese espacio de encuentro con amigos”, reconoció y aclaró que la pandemia los obligó a ponerse creativos y buscar nuevos caminos para poder llegar con su producto a los consumidores.

Las latas de DUM pueden conseguirse por 150 pesos a través de las redes sociales de DUM, en Instagram y Facebook, o en distintos puntos de venta de la ciudad, que incluyen growlers, fábricas de pastas, almacenes y hasta food trucks del centro neuquino.

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Sin embargo, ninguno de los cuatro abandona el proyecto inicial, que apunta a honrar los vínculos de amistad. Así, se imaginan llegar pronto con barriles a los bares y cervecerías, a medida que se reactiven los horarios de apertura y el público pierda el miedo a congregarse en estos locales. Mientras tanto, buscan perfeccionarse y volverse más fuertes para afrontar el final de la pandemia.

Gabriel se mantiene optimista. Dice que lo peor de la pandemia ya quedó atrás y ahora sólo resta cuidarse y esperar, sin ansiedad, por tiempos mejores. Y los cuatro ya se animan a soñar a futuro: imaginan que la fábrica de Cinco Saltos se replique también en un espacio propio para que otros grupos de amigos de la región compartan, juntos, una pinta de DUM.

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