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La Mañana

La difícil tarea de hablar con nuestros hijos del divorcio

Es una situación dura para adultos y niños. Decir la verdad, el mejor consejo.

Un divorcio es una situación traumática, aun cuando hay mutuo acuerdo en la pareja y la denominada “separación en buenos términos”. Pero no deja de ser una instancia dolorosa, con sensación de fracaso. Ahora bien, cuando esa pareja que se rompe tiene hijos, el estrés se potencia: aparecen la culpa por la decisión tomada y el miedo por las consecuencias que pueda tener sobre el o los niños. Según los especialistas, lo mejor es hablar con sinceridad. Explicar la situación sin dejar huecos a la fantasía. Los hijos necesitan oír, sobre todo, que sus padres los seguirán queriendo igual.

El psicólogo español Rafael San Román remarca que el divorcio es también una situación estresante para el niño y que “supera su capacidad de gestión y comprensión inmediata”. Y si el divorcio implica cambio de casa, de colegio y alteración de las rutinas, los hijos se verán más afectados aún. ¿Cuánto? Es difícil ponerle un número aunque está claro que el nivel de conflictividad familiar, la edad que tenga el niño y cuántas cosas cambiarán al mismo tiempo marcan el destino emocional. Además, si la separación de los padres incluye a una tercera persona, o sea, a alguien nuevo para el chico, hay que agregarle un proceso de adaptación.

Por lo pronto, el niño no tiene por qué conocer los problemas que llevaron a sus papás a decidir divorciarse, pero necesita que le aseguren que seguirán presentes en su vida y que tiene derecho a sentirse triste o enojado, aunque poco a poco eso pasará. Una separación puede redundar en un bajón de su rendimiento en la escuela o en lo contrario: una sobreadaptación escolar, que es cuando el niño se vuelca más al estudio para ser mejor hijo o para escapar mentalmente de la realidad de casa y de lo que era hasta un tiempito atrás una familia constituida en un 100%, al menos para sus ojos.

De acuerdo con el licenciado San Román, la edad de los chicos no debería pesar en la decisión de los adultos dado que no deben caer “en la trampa de seguir unidos porque los hijos son muy pequeños y no lo van a poder asumir”. Sí es cierto que, una vez tomada la decisión, no es lo mismo hablar con un niño de 5 años que con un adolescente de 15, y hay que adaptar la explicación a cada edad. San Román remarca que el divorcio es una situación por nadie deseada. “Todo el mundo se casa para toda la vida, pero divorciarse es una estrategia que soluciona un problema que hay en la pareja. Y no es una estrategia inocua ni fácil. Puede ser de guante blanco, pero cuando hay tantas emociones y tanto en juego, genera un malestar inevitable y que traerá dificultades y desafíos en todos los niveles para todas las partes implicadas”, dice el psicólogo.

¿Hay que acudir a un especialista que ayude a despejar los nubarrones emocionales? Si los padres advierten que no tienen ellos las habilidades suficientes como para manejar un tema tan delicado para los hijos, sí. Pedir ayuda a tiempo sirve de contención y para evitar que el conflicto y la agresividad no se disparen y los niños terminen siendo un botín de guerra. Además, es probable que en la mente de ellos esté la fantasía de que sus padres volverán a unirse y esa es una manera que tienen de afrontar la separación paterna, “mientras fantasean soluciones a futuro, creen que todo volverá a ser como antes y eso los hace sentir mejor. Cuanto más pequeño es un niño más tendencia hay a la fantasía debido a la falta de información o a que esta llegue de modo ambiguo y pueda llegar a confundir. “Por eso -insiste San Román- es importante transmitir la realidad, la más pura verdad, explicada con mucho cariño y de manera adecuada a cada edad, teniendo claro que las respuestas no deben generar falsas expectativas”.

Edad: Los hijos lo sufrirán a cualquier edad, pero no es lo mismo un adolescente que un niñito.

Ayuda: Los padres no tienen habilidad para contar una noticia así, deben acudir a un psicólogo.

Algunos consejos que son útiles

Ambos padres deben implicarse en ayudar a su hijo, tratando de no modificarle su rutina. Hay que mantenerlo al margen de las discusiones de pareja y, en presencia del menor, evitar hablarle mal del otro y culparlo de la situación. También sirve que padre y madre estén presentes diariamente, al menos hasta que se adapte a la nueva forma de vida. Desde ya que no suma para nada usar al niño para castigar a la ex pareja.

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