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La Mañana

Lluvia, pánico y elecciones

Las lluvias que antes eran una excepción ahora son la regla. Las obras ¿se demoran más de la cuenta?

Las dos recientes inundaciones en la ciudad, luego de las de 2014, dejaron una suerte de pulsión en los neuquinos. Un aguacero breve pero torrencial y la posibilidad de otro como el que se esperaba invocaron una vez más el pánico, primero en las autoridades y por extensión en la población. Miles saben en esta ciudad del dolor de la pérdida y los daños de la casa bajo agua. En alguna medida, la foto –y no sólo– de las dos últimas inundaciones sigue sucediendo cuando algunos nubarrones oscuros se posan sobre la capital. Hubo una primera voz de alarma, de advertencia, entre los que tenían mucho que perder. En un año tan político, plagado de elecciones como el 2017, nunca una advertencia iba a estar demás. El intendente Horacio Quiroga anticipó lo que se venía. Se supo luego que lloverían unos 15 mm por hora, durante un lapso lo suficientemente extenso como para preocuparse. El gobierno provincial hizo otro tanto. Puso en primera fila a casi todos sus ministros para que sean parte del comité de emergencia. Todo (ahora sabemos) terminó resolviéndose en ese extraño punto en el que ayer llovió, afectó a sectores de la ciudad, pero no fue la propagación de la catástrofe que podría haber sido. No da para hablar de un final feliz, cuando dentro del tercio de la población neuquina bajo la pobreza muchos lo deben haber sufrido. Pero esta vez la foto no fue la de la mayoría de la ciudad bajo agua. Queda, eso sí, la pregunta ¿flotando?, como esas nubes densas, oscuras, acerca de si las obras que se necesitan se hacen todo lo rápido que podrían hacerse. ¿Vuelven a ser prioridad cuando la coyuntura se pone más, digamos, húmeda? Después de todo, los aguaceros que antes eran la excepción ahora parecen ser la regla.

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