Al clan de la toga no le gusta compartir con nadie, sólo con ellos, y cuando se les ofrece el micrófono lo rechazan amparados en una trillada frase: "Nosotros hablamos por nuestros fallos".
Mientras los ciudadanos ven cómo desfilan los delincuentes por las audiencias sin quedar detenidos y las víctimas viven una no vida llena de temores, los jueces se niegan una y otra vez a explicarle a la sociedad qué es lo que se debe entender por Justicia.
Decenas de foristas de este diario repiten una y otra vez con cada polémico fallo: "Ya le va a tocar a un familiar del juez y ahí van a ver qué se siente".
Desgraciadamente, nuestros jueces están tan viciados de arrogancia que pareciera que sólo un golpe tan fuerte y tan bajo como una tragedia familiar sería lo único que los baje del Olimpo y los deje descalzos y en lágrimas en el limbo de los ciudadanos, donde los robos y los crímenes pululan como peste. Y donde la Justicia no es otra cosa más que una mala noticia.
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