La mujer criticó la falta de investigación por parte de la Justicia boliviana. El artesano viajaba como mochilero y fue apuñalado en Oruro.
A dos años del asesinato del artesano neuquino Walter Matías Rosales en Oruro, Bolivia, su familia transformó el dolor en un motor de lucha que trasciende las fronteras. Su madre, Andrea Karina Cheuquepan Cruces, mantiene viva la memoria de su hijo y sigue pidiendo justicia por el crimen frente a un sistema judicial que, según denunció, la dio la espalda.
La mujer dialogó con LU5 tras cumplirse el segundo aniversario del crimen. En la entrevista, no solo repasó los obstáculos y la frustración, sino que también compartió la profunda motivación que la impulsa a seguir adelante: dejar un legado de perseverancia para su nieto, el hijo de Matías.
"Yo ayer hablaba con mi nieto, el único hijo de Matías, y le explicaba el sentido de la búsqueda de justicia social. Es dejar una enseñanza para él, para mis hijos, para mi familia", expresó Karina. Para ella, la lucha se ha convertido en una lección sobre equidad, empatía y responsabilidad. "Es un proceso bastante pesado, pero es colectivo y social. Es la sociedad la que tiene que entender que perdimos un argentino y puede volver a pasar", dijo sobre su lucha, agravada por el esfuerzo de reclamar a miles de kilómetros de distancia.
La situación actual del caso es desalentadora. El principal sospechoso, un ciudadano colombiano, sigue prófugo, y según la familia, las autoridades bolivianas no lo están buscando activamente. "Siguen poniendo obstáculos para poder buscarlo", afirmó Karina. A pesar de ello, la familia no se rinde. Desde Neuquén, impulsaron la creación de un identikit el año pasado con la esperanza de que la justicia boliviana lo validara y lo utilizara para una búsqueda oficial, un pedido que actualmente se encuentra en la Fiscalía de Bolivia. En el camino, hubo tres detenidos, pero la pareja de Matías, Florencia, quien fue testigo clave, confirmó en una audiencia que ninguno era el asesino, por lo que fueron liberados.
En paralelo al proceso penal por el homicidio, la familia de Matías libra otra batalla: la denuncia por la falta de atención médica que, aseguran, le costó la vida. Karina planea iniciar una demanda civil una vez que se resuelva la causa penal, para reclamar por "la no atención, que lo dejaron morir a Matías en la puerta del hospital". Este hecho, que generó un conflicto diplomático en su momento, es una herida abierta que se suma al dolor del asesinato.
Una causa archivada y una investigación irregular
El camino judicial estuvo plagado de reveses para la familia Rosales. El más duro llegó en mayo de 2024, cuando Karina viajó a Oruro y descubrió, sin ninguna notificación previa, que la causa por el homicidio de su hijo había sido archivada el 15 de abril de ese año. "No fuimos notificados, ni siquiera sabía el cónsul. No sabíamos nada", relató con indignación en aquel momento. La decisión fue tomada por el fiscal Fernando Antezana a pedido del jefe de la Departamental, Aldo Morales Antonini, argumentando falta de pruebas.
Para Karina, la razón del archivo no fue la falta de evidencia, sino una investigación deficiente y negligente que calificó como "una vergüenza". "No buscaron al colombiano sospechado, no ampliaron la declaración de Florencia, no hay nada porque no investigaron", cuestionó. La frustración creció cuando descubrió una prueba clave que nunca fue incorporada al expediente: una fotografía que mostraba a Matías, su pareja y el presunto asesino entrando juntos a un supermercado. La imagen, según denunció Cheuquepan, estuvo todo el tiempo en el celular de la asistente del fiscal, Guadalupe Machado, pero "nadie la anexó al expediente".
Ante este panorama, Karina presentó un recurso de objeción para reabrir la causa y viajó hasta La Paz para presentar su reclamo ante el Ministerio de Justicia. Su promesa, en ese entonces como ahora, fue la misma: "No voy a parar, no voy a parar". Insistió en la importancia de la foto y el identikit, destacando que Interpol podría realizar un trabajo de reconstrucción facial para identificar al sospechoso, quien ya tendría antecedentes penales.
Un crimen que comenzó con un viaje
Walter Matías Rosales tenía 35 años y un hijo de 11. En Neuquén, era una persona reconocida por su compromiso social, ya que formaba parte de la organización Ni Un Pibe Menos por la Droga y dictaba talleres de guitarra y percusión en la Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) del barrio Confluencia. En septiembre de 2023, estaba viajando como mochilero por Latinoamérica junto a su pareja. El día anterior al crimen, habían llegado a la ciudad de Oruro, en Bolivia.
Según la reconstrucción de los hechos, Matías conoció al sospechoso, un hombre de nacionalidad colombiana, mientras vendía collares en la calle. Más tarde, el neuquino salió con él a comprar la cena. Poco después, regresó malherido al lugar donde se alojaba y confesó que el hombre lo había apuñalado. El móvil, según trascendió del entorno familiar, habría sido el robo del dinero que la pareja tenía para comprar pasajes a Chile, su próximo destino.
Lo que sucedió a continuación fue motivo de versiones contrapuestas. Mientras que la versión del fiscal boliviano indicaba que Matías se desvaneció en la puerta de su alojamiento y llegó sin vida al hospital, la familia denunció un acto de discriminación y abandono de persona. Según el relato de su madre, basado en lo que le contó la pareja de Matías, "no lo quisieron atender por ser argentino".
Aseguró tener grabaciones del conductor de la ambulancia diciendo "que por algo le había pasado". La denuncia de la familia es contundente: "Mi hijo llegó con signos vitales y lo dejaron en la vereda, murió en la vereda del hospital". Este reclamo escaló hasta involucrar a la Cancillería argentina, pero con el tiempo la polémica se fue apagando, dejando a la familia sola en su lucha. Dos años después, esa lucha sigue intacta, alimentada por el amor a Matías y la necesidad de que su nieto crezca, sabiendo que su familia nunca se rindió
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