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La Mañana Marité Berbel

Marité Berbel: la voz de Neuquén que superó el cáncer y volvió a cantar

La artista neuquina celebró su alta médica cantando “Neuquén Trabun Mapu” en el COI. Fue un canto de vida, de gratitud y de fe en la ciencia y en el amor.

El pasado viernes, el habitual murmullo casi silencioso de la sala de espera del Centro Oncológico Integral (COI) se vio interrumpido por un sonido inusual: el kultrún, ese instrumento mapuche de percusión, que la familia Berbel transformó en emblema del loncomeo, el género musical más propio de Neuquén.

Entre los golpes del tambor, se alzó una voz única, inconfundible. No era una canción cualquiera: era “Neuquén Trabun Mapu”, el himno neuquino. Y quien lo entonaba tampoco era cualquiera. Era Marité Berbel, la creadora de esa melodía que le dio identidad a un pueblo.

Su mensaje, envuelto en emoción, esta vez hablaba más que de una raza mestiza, de los lagos y las montañas. Hablaba de miedo, esperanza y superación.

Quien la haya escuchado cantar cientos de veces, seguramente pudo notar algo distinto. Su voz —esa voz que tantas veces unió a los neuquinos— sonaba más profunda, más frágil y al mismo tiempo más luminosa.

Era la voz de quien acababa de despedirse del cáncer.

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En el COI, cuando un paciente es dado de alta, toca la campana de la vida. Es el momento en que todos en la sala de espera se detienen, aplauden, celebran. Porque la curación no viene solo de la ciencia ni de la tecnología: también nace de la esperanza, la fe, la unión de los afectos y las ganas de vivir por ellos.

Marité completó su tratamiento utilizando una técnica de vanguardia: el control respiratorio “Deep Inspiration Breath Hold (DIBH)”, aplicada con el acelerador lineal. Este procedimiento permite que la radiación se emita solo cuando la paciente inspira profundamente, alejando el corazón y los pulmones del área tratada y reduciendo al mínimo los riesgos de toxicidad.

Una innovación que hoy coloca al COI y a Leben Salud entre los centros más avanzados de Latinoamérica.

leben salud marite

Y pensar cuántas veces esos pulmones inspiraron antes para empujar una melodía hacia el mundo. Esta vez, la inspiración fue por la vida misma. Después de todo la vida y la música comparten el mismo origen: la inspiración.

Una historia de coraje y familia

A fines de 2021, una punción confirmó lo temido: cáncer de tiroides, misma afección que padeció su padre, Don Marcelo. En enero de 2022, los médicos recomendaron una cirugía urgente. Pero Marité pidió un poco de tiempo para cumplir compromisos artísticos asumidos, desde presentaciones en escuelas hasta el escenario mayor de Cosquín. Un poco por compromiso, otro poco como posible despedida de los escenarios, consciente de que los tratamientos podrían afectar sus cuerdas vocales. “Lo más importante es la vida y la salud —decía—. Si no puedo volver a cantar, me sentaré para sentir a mis hijos cantar, como mi padre hizo con nosotros después de sus operaciones”.

MARITE BERBEL LEBEN

Se durmió en la camilla quirúrgica cantando.

Una semana después, su hijo Traful llegó con la guitarra:

—Mamá, vamos a cantar.

Y la música volvió a salir, suave y milagrosa.

El cáncer ha sido un visitante dolorosamente frecuente en la familia Berbel. Afectó a su padre Marcelo, a su hermano Hugo “Chelito” Berbel, y a su sobrino Marcelo, hijo de Hugo. Todos con historias de lucha. Pero también todos con la música como refugio y legado.

Durante todo el tratamiento, Marité tuvo a su lado a su compañero de vida, Luis Trujillo, sosteniéndola en cada sesión, en cada silencio hasta el aplauso cúlmine en COI.

Un aplauso para quienes curan en silencio

Yo estoy acostumbrada a recibir aplausos —dijo Marité—, pero esta vez quiero dárselos yo a quienes trabajan cada día por nuestra salud, aunque casi nunca los reciban”.

Y así fue: los aplausos fueron para las médicas radioterapeutas, Palmira Pérez Verdera, Marcela Cébile y Silvia Hansing, para las técnicas Muriel Pincheira y Carina Rioseco, para los físicos médicos, los radiólogos y todo el equipo administrativo de Leben Salud, que con su trabajo silencioso hacen que la campana de la vida siga sonando en el COI.

SFP Marite Berbel (18)

Durante esas semanas previas, me crucé varias veces con Marité y Luis en la sala de espera del COI. Ella siempre encontraba una palabra de ánimo o un chiste para los demás.

Contrariamente a lo que uno esperaría en esas circunstancias, nunca —jamás— perdió la sonrisa. Porque Marité no es víctima: es fuerza y sostén.

Ese día yo también estaba en el COI. Desde otra sala escuché el sonido del kultrún y la voz inconfundible de Marité. Corrí hacia donde provenía la música y llegué justo a tiempo para sentirla cantar y verla tocar la campana de la vida, que con su sonido musical nos regaló, una vez más, un himno vital.

A veces la vida acomoda las piezas de un modo misterioso. Tener la fortuna de estar justo allí, en ese momento y en ese lugar, testigo de su canto y de su gratitud, fue también una forma de recordar por qué hacemos lo que hacemos.

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