El exdirector de Finanzas, condenado por administración fraudulenta, quebró en llanto en pleno juicio de cesura y afirmó que sólo cumplía órdenes.
El juicio de cesura por la estafa con los planes sociales tuvo este miércoles uno de sus momentos más tensos. Luis Gallo, exdirector de Finanzas del ex Ministerio de Desarrollo Social y condenado por administración fraudulenta, pidió la palabra, como otros de los 12 condenados. Se quebró emocionalmente, lloró, pidió disculpas y debió retirarse de la sala en medio de un escándalo, por su estado de salud desbordado.
La audiencia, que ya venía cargada por las exposiciones técnicas y algunos cruces menores entre las partes, cambió drásticamente cuando Gallo tomó la palabra. Comenzó con un tono formal, explicando que durante su gestión “cumplía órdenes y trabajaba administrativamente como siempre, convencido de que lo que hacía estaba bien”.
Es una persona de perfil bajo, y que quedó bajo la lupa por una serie de correos electrónicos que envió al exministro de Desarrollo Social, Abel Di Luca (fue ministro ocho meses cuando estalló la causa, reemplazó a Adriana Figueroa) y al excoordinador Tomás Siegentheler.
Sin embargo, a medida que avanzaba en su testimonio, la voz se le quebró, ya que actualmente dijo que no se puede jubilar por esta causa judicial, y que la sociedad lo ha estigmatizado. Vive con su pareja, y hace trabajos de pintura para poder sobrevivir. No se quedó con dinero y toda la plata de la estafa, los más de 1.100 millones de pesos actualizados, (y colocados en sobres), que fueron a parar a dirigentes de la política.
“No sé qué va a ser de mi vida, todo esto fue injusto”, dijo antes de largarse a llorar frente al tribunal, los abogados defensores y el público presente. El episodio paralizó la audiencia y el Tribunal compuesto por Juan Manuel Kees, Juan Guaita y Luciano Hermosilla tuvo que tomar una decisión. Algunos asistentes intentaron calmarlo, incluso una de las condenadas -Isabel Montoya- se paró para contenerlo y darle un vaso de agua.
Planes sociales: "Solo quiero morirme"
La tensión creció hasta que el presidente del tribunal dispuso un cuarto intermedio para que pudiera retirarse y recomponerse. Llegó una ambulancia a Ciudad Judicial y tuvo que ser retirado de la sala. "Solo quiero morirme", se le escuchó decir a los gritos y con llanto, en los pasillos de la Sala 12.
Antes del colapso emocional, Gallo había detallado cómo -según él- funcionaba el circuito administrativo de los programas sociales, que derivó en una causa por estafa.
Explicó que el esquema de pagos nunca cambió desde 2019, cuando se incorporó el programa Atención al Desocupado, y que éste funcionaba de manera idéntica al Subsidio Social Transitorio (SST).
“SST y Desocupado tenían la misma forma de trabajo, exactamente la misma”, afirmó. Indicó que las certificaciones se cargaban a través del sistema Admix, se procesaban y se enviaban al Banco Provincia del Neuquén mediante archivos TXT. Sostuvo que ese procedimiento se aplicaba “desde que se bancarizó”, a principios de 2020.
Dijo además que no existían listados paralelos, que su rol era meramente administrativo y que nunca editaban la información que recibían. También aclaró que conoció a algunos de los imputados recién en el marco de este proceso judicial.
El mismo sistema de programas que en 2019
Cuando habló del impacto personal del caso -que ya le valió una condena-, la escena cambió por completo. Gallo pidió disculpas al tribunal y sostuvo que su vida “quedó destruida”. Entre lágrimas, insistió en que el proceso en su contra fue “injusto” y que él solo cumplió órdenes en un esquema que, según dijo, venía funcionando desde antes de su gestión.
Su salida de la sala generó comentarios cruzados, movimientos entre los abogados, respuestas airadas y un clima de gran tensión, al punto de que el tribunal debió restablecer el orden para continuar con el debate.
El juicio seguirá esta semana con las últimas declaraciones y, luego, la resolución del tribunal sobre las penas solicitadas por la fiscalía y las defensas.
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