Claudio Alarcón hace más de una década transporta gente a El Cholar, que se entrega a la mujer que posee facultades para ayudar y curar dolencias físicas y espirituales.
“Gracias Sra. por recibirnos ¡Dios la siga iluminando para ayudar a la gente!”, “Tuve la bendición de Dios de conocerla. Siempre estaré eternamente agradecido”, “Gracias Petrona, mis bendiciones para usted, su familia, y la gran obra de amor a Dios que profesa”, “¡Te adoro me salvaste la vida! Donde esté te nombro es un placer contarlo y nombrarte”, “Es lo más grande que Dios nos brindó”. Estas y miles de expresiones más se pueden encontrar en distintas redes o en esas personas que tuvieron la experiencia sanadora con Petrona, una mujer de procedencia mapuche, que alega haberse entregado a Dios siendo niña (11) y que hoy tiene el “poder” para sanar, apaciguar, las dolencias físicas y del alma.
La mujer “santa”, nacida en el paraje Huncal, desde hace más de una década eligió vivir en El Cholar, localidad que se encuentra a 465 kilómetros de Neuquén Capital. Se accede por la Ruta Provincial 6, está a 64 kilómetros al oeste de Chos Malal y es una de las más antiguas de la provincia.
El recorrido de ese destino bordea el río Neuquén y está permanentemente rodeado de montañas y cerros. Los últimos 120 kilómetros previos al arribo al pueblo son de una camino de tierra, sinuoso. Y en medio de ese paisaje muy característico de la región, que se vuelve crudo en invierno por las intensas nevadas que lo cubren todo, cientos de personas revolucionan y desbordan el paraje al arribar en busca del milagro sanador.
Claudio Alarcón, quien es dueño de la empresa de trasporte Creciendo Juntos, desde hace 13 años se encarga de trasladar gente a El Cholar. Es como una especie de apóstol que cree ciegamente en la mujer de 1,65 metros. “Trabajo con el trasporte desde 1987. Antes me dedicaba al escolar, pero ahora desde hago viajes al Cholar por Petrona y también a otras localidades”, contó Claudio.
El viaje al Norte neuquino
“Nosotros partimos los viernes desde la estación de servicio Puma (Ruta 22 y L. Dewey) con dos Traffic. A las once de la noche comenzamos el viaje y llegamos aproximadamente a las 8.30. Antes de arribar siempre hay como unas 200 personas haciendo cola para atenderse. Llegan en sus autos particulares”, precisó.
Petrona recibe los sábados a toda la gente que llega en su humilde casa. Primero hace pasar a las personas que arriban en Traffic, luego lo hace con las personas que ya se atendieron y que van por segunda vez (ella misma les da como un papelito a modo de turno) y, por último aquellas que por primera vez la visitan, según el relato del transportista.
“Cuando comienza a atender, los divide y los hace pasar a una sala de espera”. En algunos casos, la mujer mapuche atiende en grupo a unas 20 personas en un lapso de entre media hora y 40 minutos. Un detalle es que los visitantes deben presentarse sí o sí con barbijo.
“No cobra un peso ni recibe nada, solo en pocas ocasiones 13 mil pesos que son para los remedios o preparados que hace porque no le alcanza la medicación para darle a dos mil personas. Se ha quedado hasta las 23 recibiendo gente. Realmente es un ángel y dice que él que cura no tiene que cobrar un centavo”, se explayó el transportista.
Misión y el boca a boca
Petrona no ofrece casi ninguna entrevista. El programa local Interior Neuquino fue uno de los pocos medios que pudo recoger su testimonio varios años atrás. En la nota, confesó que se entregó a dios “entre cuatro paredes” sin ningún pastor o padre misionero.
“No tengo ningún compromiso a ningún ser humano, mi trabajo es únicamente con el compromiso ante Dios”, reveló en la charla. Además de afirmar que tiene facultades para ayudar a la gente, comentó que cuando desembarcó en El Cholar llegó a su “propio hogar”, por eso siempre es agradecida a todos los pueblerinos porque es “feliz”.
Petrona tiene 58 años y cumple en abril, según indicó Alarcón, quien explicó: “Trabaja en el municipio y también es criancera porque tiene algunos animales y enseña (en la Municipalidad) a teñir lana y tejer en el telar mapuche”.
“Viene gente de todas partes del Alto Valle, hasta médicos. He tenido pasajeros que han venido de Córdoba, Rosario, Buenos Aires y Estados Unidos. Ahora por Internet se enteran de todo, pero siempre las personas saben de ella por el boca a boca”, acotó el neuquino.
Claudio dice que de vez en cuando habla con Petrona: “Es de pocas palabras. Tiene su familia e hijos. Yo conozco al marido , que se llama Mario, nada más. La conocí de casualidad porque fui a auxiliar a un transporte. Es muy reservada, pero me autorizó hablar de lo que hace. Casi ni hay fotos de Petrona, un fotógrafo (Alejandro Palacios) de la revista Caras fue el que le tomo una imagen –de las pocas que hay- como cinco años atrás”
Testimonios que asombran y emocionan
A partir de las 22, la estación Puma se va poblando de personas que arriban con su bolso y mochilas. Algunos ingresan al shop a tomar un café o bebida y otros esperan afuera a la espera de Claudio. En esta ocasión, en este último viernes del año, la mayoría son mujeres. Paula es una de las personas que aguarda por un reencuentro con Petrona. “El mes pasado vine por primera vez junto con dos amigas. Soy de Santa Rosa (La Pampa), me enteré por una amiga y luego pude comunicarme con Claudio. Dos días antes que eso suceda eso estuve llorando de emoción. Desde el momento que supe de Petrona tuve mucha fe”, expresó.
Paula fue operada hace dos años de su rodilla izquierda y casi no podía caminar: “Cuatro años antes me caí de una escalera y después aparentemente la operación no salió como tenía que ser. No tengo meniscos. Y lo que es la unión con la tibia y el peroné no tiene movilidad; o sea es hueso con hueso. Es terrible el dolor”.
Tras su primera visita a la sanadora, la pampeana aseguró que comenzó a notar una gran mejoría. “Me dio unos remedios naturales que ella misma hace, una crema, y después lo primero y principal que es la fe”, aseguró Paula. Esa creencia y esperanza es la que coincide con el relato de cada persona que busca quitar su dolencia y curar su estado espiritual. Y es fundamental. “Es la fe en dios, en la Virgen de Guadalupe y Petrona. Y por eso hoy en día estoy caminando. Por medio de dios ella es una sanadora y no una curandera como muchos dicen”, acotó emocionada.
En cuanto a qué sintió al tener el primer contacto con Petrona, detalló: “No habla mucho y te dice lo justo y necesario. No podemos hablar de forma particular y solo te indica lo que tenés que hacer, lo que no hay que tomar o comer, según el problema que tengas. Cuando vos estás frente a ella, no hace falta decirle qué tenés porque ya sabe. Luego te coloca una cinta a la altura de la boca del estómago, te mide y te mira a los ojos. Después sentí un alivio muy grande y mucha paz”.
“Petrona solo te pregunta el nombre y apellido, edad y a qué te dedicas”, sumó. Paula en este viaje trajo a su hijo de 12 años que está aquejado por un problema abdominal desde hace un mes.
Paz y los santos que acompañan
En la sala de espera a la que ingresa el público se encuentra la figura del Gauchito Gil, la Virgen de Guadalupe, Dios, San Cayetano y la bandera mapuche. “La sala está hecha para que vos reces con mucha fe. Petrona dice que el 20% lo pone ella pero el 80 lo tenemos que poner nosotros, en nuestra ganas de sanarnos”, describió Sara, otra de las mujeres proveniente de Santa Rosa.
Sara se operó hace tres años de un tumor en el esófago: “Es del tamaño de un huevo de gallina. Cuando fui a hacerme otro estudio por control me aparecieron tres tumores más en otra zona pero son más pequeños. Había escuchado muchas cosas de Petrona como sanar a personas con cáncer que salieron adelante. Luego de verla mejore y ahora en marzo me tengo que hacer otra endoscopía para saber si han crecido los tres tumores”.
“Había otra chica que era compañera que tenía cáncer y desde que comenzó venir a Petrona no tiene más. La última vez que vinimos le dijo que no viniera más. Son tres veces mínimo que hay que ir hasta que ella te diga. Igual, te dice que sigas haciendo el tratamiento médico”, agregó
Sara confiesa y se conmueve al asegurar que la sanadora le da una paz “inexplicable; es algo que no se puede describir. Venís con una carga de tantas cosas que te ocurren. Llegas con tanta esperanza que es un relajamiento total".
Van por males de familiares
Ante alguna experiencia o caso que le haya sorprendido, Sara describió el episodio que tuvo una chica que iba a ver a la curadora por otra gente. “Una chica ya había ido cinco veces pero no por ella si no por la madre, hija. Y cuando la tuvo enfrente Petrona le dio ‘Yo ya sé por qué venís’ y le dio un tratamiento. La chica quedó sorprendida”.
Por su parte, Claudio reveló que un ingeniero Agrónomo que no podía caminar hace cinco años, tras su visita a Petrona, logró retomar su andar. “Me envió un video desde un shopping y anda muy feliz. ‘Mira Claudito como ando’, me decía. En el primero de los videos primero andaba con un andador y después se fue curando. Nunca me dijo que tenía hasta me contó que padecía ELA (Esclerosis lateral amiotrófica) y se curó. Es de Río Negro y da conferencias por todo el mundo. Es increíble y todavía tengo todos sus videos. Los médicos no entendían como se sanó”.
“También he llevado muchos jóvenes que van por sus problemas de adicciones y han mejorado. Pero el tratamiento que da ella hay que seguirlo al pie de la letra si no, no sirve de nada. Además, se da cuenta y es posible que no te siga atendiendo”, agregó el transportista.
“Creo que hasta que una persona no vaya y sienta la que nosotros sentimos, no podés apreciar lo que ella te trasmite. Es una fuerza que siente que no se puede explicar. Salís con mucha paz. Es ángel de dios que él envió para ayudar”, remató Paula
Claudio Alarcón calcula que en estos largos años en este camino de fe con rumbo al Cholar llevó más de 100 mil personas. “Eran nueve traffic las que íbamos y después de la pandemia quedamos tres. La otra traffic sale de General Roca. Petrona trabaja en silencio y cuando sanas ella te dice que hay que darle gracias a Dios y a la fe. Siempre digo que es una enviada de Dios porque no hay otra. Yo he visto y gente con problemas de salud y después vi cómo se fue sanando. Tenía una hernia inguinal y me dolía mucho el ciático, me tenía que operar hace siete años, pero ella me curo. Ella se debe a Dios y la virgen, pero hay que ir con toda la fe. La fe lo es todo. Hay que ir con fe a curarse”, aseguró Claudio sobre la mujer, quien cada fin de semana el único compromiso que tiene es con Dios y con la gente que llega a esa sala que tiene de fondo el Cerro Buta leche Cura, que por si fuera poco para muchas de las personas que lo conocen tiene la figura de dios.
“Es tremendo. Vos lo ves y parece una cara que siempre te está mirando”, concluyó Claudio.
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