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La Mañana

Pareja gay neuquina adoptó a tres hermanos

Adrián y Fabio se casaron hace más de un año. Sus hijos tienen 12, 14 y 16.

PABLO MONTANARO
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NEUQUÉN
El 15 de julio de 2010, frente al Congreso de la Nación, Adrián Urrutia (43 años) y Fabio Bringas (31) celebraron la sanción de la ley de matrimonio igualitario con la certeza de que, a partir de ese momento, todos los proyectos que podían emprender juntos iban a tener un respaldo legal y social. Esa fría noche en la ciudad de Buenos Aires, esta pareja que se conoció en Neuquén en octubre de 2008, no sólo selló su amor con la posibilidad de casarse (la unión civil se concretó el 15 de febrero de 2014), sino también con la idea de adoptar un hijo.
Justamente, cinco años después de aquel festejo, Adrián y Fabio alcanzaron su objetivo, pero lo ampliaron: adoptaron a tres hermanos que desde hace siete años viven en un hogar de una localidad de la Provincia de Buenos Aires ya que fueron abandonados por sus padres.
“A fines de agosto de 2011 nos inscribimos en forma individual en el Registro de Adopción de Neuquén porque todavía no estábamos casados. Al presentar la documentación, comentamos que vivíamos juntos, por lo que unificaron los expedientes ya que a partir de la ley de matrimonio igualitario nos reconocían como familia”, explica Adrián, referente de la Mesa por la Igualdad Neuquén de la Federación Argentina LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero).
Fabio, quien es docente y ejerció en Piedra del Águila, confiesa que inicialmente pensaban adoptar un niño de 0 a 10 años, pero cambiaron de idea cuando leyeron un artículo sobre los chicos que durante largos años viven en los hogares y esperan que alguien los adopte. “Nos conmovió el testimonio de esos chicos que en algunos casos llegan a los 17 años”, señalan. Entonces, Fabio ingresó a la página web del registro nacional y se encontró con una solicitada que informaba sobre la situación en la que estaban Cintia, Diego y Mariana, tres hermanos de 12, 14 y 16 años respectivamente. “Más allá de los temores lógicos de que sean tres preadolescentes y adolescentes, de inmediato te ponés a pensar en ellos porque no se trata del derecho nuestro de ser padres sino del derecho de los chicos de tener una familia”, explican.
Luego de contactarse con el Juzgado de Menores, a cargo de un juez “con la cabeza abierta”, la pareja viajó hace un mes con el fin de ser evaluados por los profesionales del juzgado y del hogar y con la posibilidad de conocer a sus futuros hijos. “Siempre nos imaginábamos ese momento del primer encuentro con nuestros hijos. Fue una conmoción. Las dos nenas corrieron hacia nosotros y nos abrazaron muy fuerte y nos pusimos a llorar;  en tanto, Diego no quería saber nada pero luego en el segundo encuentro cambió de actitud”, explica Adrián.
Por ahora, padres e hijos se encuentran transitando el período de vinculación que no tiene una fecha de finalización. “Estimamos que en octubre ya estaremos los cinco en nuestra casa de la meseta”, asegura Adrián.

ESTADOS
De la imaginación a la realidad

Hace un año, para el Día del Niño, Fabio Bringas puso en su página de Facebook: “Feliz día donde estés”. Sin dudas, sabía que en algún momento lo que en la actualidad está viviendo junto a su esposo iba a suceder.
Dejan de lado el difícil pasado de abandono y desatención por el que tuvieron que atravesar sus tres hijos, quienes vivieron la mitad de sus vidas en un hogar. “Hoy tienen la posibilidad de estar en una familia con todas las condiciones de amor y sociales necesarias”, afirman.

Una resistencia que luego se convirtió en felicidad

NEUQUÉN
Unas semanas antes de concretarse el primer encuentro entre Adrián y Fabio y sus hijos adoptivos, las trabajadoras sociales y psicólogas del hogar donde viven Cintia, Mariana y Diego trabajaron el tema del tipo de familia con el cual van a convivir. “Trabajaron con todos los chicos del hogar y después los convocaron a los tres y les comentaron que había dos papás de Neuquén interesados en ellos. Mariana y Cintia dijeron que sí enseguida, Diego dijo que no quería saber nada con eso”, describe Adrián. Luego, las profesionales trabajaron sólo con Diego, “no para convencerlo, sino para que lo vaya procesando”, apunta Adrián. “Quizás Diego tenía en su cabeza el prototipo imaginario de dos gays con peinados raros y pintarrajeados”, acota Fabio.
En el segundo encuentro de vinculación, que tuvo lugar en las instalaciones del hogar e incluye salidas bajo la supervisión de un profesional, Diego se acercó sin problemas a sus futuros padres. “Incluso antes me había mandado una solicitud de amistad por Facebook”, señala Adrián.
Cuentan que después del segundo encuentro entre padres e hijos, Diego les preguntó a los responsables del hogar: “¿Y cuándo llaman mis papás?”. “Nos imaginamos que en poco tiempo más viviremos momentos muy felices y momentos de la vida misma con preadolescentes, poniéndoles límites”, dicen los futuros padres, quienes están terminando los preparativos de la habitación de sus hijos.

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