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La Mañana Narco

Ciudad luz, el feudo narco por el que pugnan dos bandas

El Juanino y el Kechu se dirimen Valentina Sur. La barriada tiene una geografía ideal para los narcos que han sumido en el terror a los vecinos.

Desde hace más de una década Valentina Sur ha sido bautizada como “Ciudad Luz” debido a la proliferación de kioscos narco y el movimiento nocturno que se genera de compradores que entran y salen del barrio en autos y motos.

En esa popular barriada que se extiende desde la Ruta 22 hasta el río Limay, hay una gran ausencia del Estado, de hecho la Policía y la escuela son los únicos referentes.

Ese vacío lo cubren dos bandos que están en pugna y que los lideran: el Kechu Reinoso y el Juanino Muñoz.

La calle cumple un rol sumamente importante en estas dinámicas porque en ese espacio los pibes van a definir parte de su identidad. Pertenecer a una banda permite cierto reconocimiento y ascenso económico rápido.

A los fines ilustrativos: las llantas (por las zapatillas) y la motito son elementos simbólicos sumamente importante en esos territorios.

Luego, vienen las jerarquías en las organizaciones narcocriminales: soldaditos, repartidores, reclutadores y gatilleros. El ascenso social al margen de la ley y siguiendo otras reglas.

Hay mucho reclutamiento secundario que involucra a jóvenes adictos que están endeudados y se terminan poniendo a disposición de los narcos para saldar cuentas. Nada es gratis.

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Néstor Fabian Reinoso, alias Kechu

Néstor Fabian Reinoso, alias Kechu

Los Reinoso

Se sabe que los Reinosos son una familia numerosa con muchas casas propias y ajenas que tienen a disposición para vender, acopiar y estirar la droga.

Tienen una microeconomía familiar y de allegados que los obliga a ser dinámicos y cuidadosos. No pueden estancarse en la venta de drogas, por lo que rotan los kioscos y mantienen a sus soldados siempre en alerta.

“Son como las cucarachas los Reinosos, están en todas partes. Abren y cierran kioscos a cada rato”, confió una fuente a LM Neuquén.

El cabecilla de la banda familiar es Néstor Fabian Reinoso, más conocido como el Kechu, quien que goza de un frondoso prontuario. Laboralmente figura como empleado de una empresa que manipula residuos.

Este clan ha sido allanado por la policía neuquina, la Federal y también Gendarmería, pero gracias a la geografía del barrio han logrado zafar y cuando les cierran un kiosco, abren otro casi de inmediato.

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Luis Alejandro Muñoz, alias Juanino.

Luis Alejandro Muñoz, alias Juanino.

El Juanino en el borde

Luis Alejandro Muñoz, alias el Juanino, tiene los días contados. Por un lado, fue condenado en abril de 2024 por tenencia de estupefaciente para la comercialización y la pena que le dictó el Tribunal Oral Federal (TOF), a pedido de la fiscal Luisina Tiscornia, es de cinco años de prisión.

Todavía no está tras las rejas porque la Justicia Federal tiene sus tiempos y la sentencia está en casación. Por lo que una vez que resuelvan, tendrá que ir preso.

No obstante, el futuro del Juanino es bastante incierto en lo inmediato. Está sindicado de ser quien entregó a Alexis Torales Portilla, el distribuidor paraguayo que cayó a fines de septiembre del año pasado con 37 kilos de cocaína.

Actualmente, Torales permanece prófugo de la Justicia Federal y tiene pedido de captura a Interpol.

Desde las sombras, están convencidos que se esconde en su país. Además, autoridades policiales y judiciales manejan el dato, no oficial, de que envió sicarios paraguayos para arreglar cuentas con el Juanino que prende velas a San La Muerte, duerme con un ojo abierto y una pistola Bersa bajo la almohada.

Al Juanino, cuando lo volteó la Justicia Federal en 2019 en un allanamiento que concretaron en su casa del sector La Costa de Valentina Sur, además de la droga que le secuestraron, descubrieron que tenía químicos suficientes no solo para estirar la cocaína sino también para procesar la pasta base.

Su perfil criminal es de un pesado que además tiene delitos conexos con el narco como tenencia ilegal de armas y suma causas por maltrato animal. Un tipo violento sin dudas.

En Valentina Sur, se cuentan por decenas los enfrentamientos que ha tenido el Juanino con los Reinosos.

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Una geografía apta para el narcomenudeo

El perfil geográfico de la barriada es sumamente singular y útil para estas bandas narcos.

El ingreso al barrio es por Ruta 22 tomando hacia el sur por calle Teniente Eduardo O’Connor. Por esa arteria se transita unos 600 metros hasta llegar al cruce del puente que permite sortear el canal e ingresar por calle Maquinchao, de lo contrario se debe ir hasta casi el fondo para acceder por calle San Javier.

“Es un embudo Valentina Sur, ahí con cuatro silbidos ya saben todos que la Policía está entrando”, reveló una fuente a LM Neuquén.

A los fines prácticos es tal cual lo describe la fuente, los soldaditos de estas bandas ni bien ven pasar un convoy de cualquiera de las fuerzas de seguridad, la neuquina, los federales o Gendarmería, les basta con una posta de chiflidos para que las respectivas casas limpien todo.

Para ello cuentan con la voluntad de algunos vecinos y con otros que están bajo amenaza a los que les entregan la droga y las armas. Así funciona, guste o no, y contra ese mecanismo deben lidiar las fuerzas de seguridad.

Para comprender el arraigo de estas bandas en Valentina Sur, es clave analizar su impacto desde una perspectiva criminológica.

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¿Qué ves cuando me ves?

Valentina Sur es un antiguo barrio neuquino por donde han pasado delincuentes vinculados a boquetes y estafas, pero desde hace más de una década el narcotráfico ha ganado sus calles.

En rigor, las bandas son una realidad y marca el pulso de los días. Los pibes ven en esas organizaciones una forma de crecimiento económico rápido y una suerte de identidad.

Desde lo criminológico hay un cruce entre dos teorías más que interesantes: la subcultura criminal y la Asociación diferencial.

Esta última sostiene que el comportamiento delictivo puede ser aprendido y aprehendido desde las primeras instancias de sociabilización como lo es la familia y el barrio. Esta teoría no solo apunta a los sector vulnerables sino también a las altas esferas del poder que comete el denominado delito de cuello blanco.

En cuento a la Teoría de la Subcultura criminal deja en claro que en comunidades marginadas pueden desarrollarse valores y normas que difieren de las dominantes, por lo que el delito se convierte en una forma aceptada de comportamiento. La presencia de bandas y la normalización de la violencia en Valentina Sur podrían ser indicativos de una subcultura delictiva que refuerza y perpetúa estas conductas.

Estos enfoques teóricos, muchas veces denominados de escritorio, permiten comprender cómo factores sociales y culturales influyen en la criminalidad en barrios como Valentina Sur, destacando la importancia de la intervención del Estado.

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