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La Mañana

Una vela a cada santo

Tenemos cinco días por delante y el equipo no ayuda a creer en el milagro. Habrá que pensar en algo más.

Tenemos cinco días, eternos, para cambiar una historia que parece sellada hace rato. Una historia que nadie imaginaba cuando hace tan poquito llorábamos por perder tres finales en fila, un año tras otro. Quince meses después, pasamos de no hacerle un gol a nadie en los partidos decisivos a no meterla ni contra Venezuela o Perú de locales. Con esos números, y viendo cómo juega el equipo, difícil apostar por encontrarle la vuelta dentro de la cancha para ganar en la altura de Quito y al menos sellar el boleto a los mano a mano con Nueva Zelanda. Muy difícil. Tenemos cinco días por delante y el equipo no ayuda a creer en un milagro. Sampaoli metió mano y nada. No pega una. Las caras nuevas no lavan la cara del resto, el Messi de la Selección sólo no alcanza, Gareca dirige a Perú y Palermo lo mira por TV. Como hoy miraríamos nosotros Rusia 2018, el primer Mundial de la era moderna que podría jugarse sin Argentina. Y sin el mejor del mundo. Descartada la apuesta por este plantel, que no puede con su cruz, con la mochila demasiado cargada por esta crisis, por las finales perdidas y por los 24 años sin festejos en la Selección, habrá que pensar en algo más. Tenemos cinco días para reunir a los campeones del mundo en México 1986, que viajen juntitos a Tilcara como ayer viajaron hasta La Bombonera, y cumplan por fin, 31 años después, con esa Virgen a la que desairaron luego de aquella conquista mundialista. Habrá que rezar, reponer cábalas, prenderle una vela a cada santo, comprar estampitas nuevas para la billetera y prometer algo bien groso a cambio de ir a Rusia, porque los que se ponen la camiseta no pueden con su alma y esa pesadilla que parecía imposible hoy amenaza con no dejarnos dormir durante meses.

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