El clima en Neuquén

icon
18° Temp
55% Hum
La Mañana Columna de Opinión

De lealtades y traiciones

Godoy sabía que estaba jugando y su patrono y apodo, San La Muerte, no lograron hacerlo zafar de esta.

La caída de Juan Octavio “San La Muerte” Godoy es parte de las cotidianas que ofrece el hampa. En el mundillo criminal, las lealtades y las traiciones están a flor de piel.

San La Muerte no es un nene de pecho, es un pesado que carga con un prontuario que desnuda que es un tipo de armas tomar.

La Policía neuquina había intensificado la búsqueda, y Godoy y sus amigos delincuentes lo sabían.

Llevaba varios meses fugitivo por un crimen en Neuquén. En Río Negro lo buscaban porque suponen que es quien le metió un tiro en la cabeza a su sobrino.

Sus secuaces lo movían de una casa a otra y le bancaban la parada, como se dice en el ambiente, pero esto suele suceder hasta que caen en la cuenta de que tanta generosidad se los puede llevar puestos.

San La Muerte intuía que tenía los días contados, dormía con una pistola bajo la almohada, con un ojo abierto y un oído atento.

Los presos mismos, en sus historias de tumba, cuentan que la pérdida del sueño es lo que más sufren. Al relato también se suma que los prófugos saben que sostener esa situación es caminar por una cornisa.

La Policía, al catalogarlo de extremadamente peligroso, anunció que sabían que podía haber un enfrentamiento armado, cosa que ya había ocurrido en dos ocasiones.

El dato justo del domicilio donde estaba es hermético, no se sabe si surgió por inteligencia policial o de una entrega. Lo cierto es que cuando irrumpieron, San La Muerte no logró ni siquiera empuñar el arma.

Ya fue acusado de homicidio y está con prisión preventiva. Ahora, hay que ver si la Justicia rionegrina reúne elementos suficientes para acusarlo.

Lo más leído

Dejá tu comentario