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La Mañana Columna de Opinión

El peso electoral de la comida

La distancia entre los precios de la comida y los ingresos de las familias será clave en la respuesta de las urnas.

No es la interna, ni la oposición, ni la pandemia. Y mucho menos la comunicación o el marketing. Es la góndola. Si el gobierno de Alberto Fernández pierde apoyo dentro de la base de sustentación para su triunfo electoral del 2019, se debe más a la distancia del precio de la comida con los ingresos de las familias que a cualquier otra variable de las que se analizan en mesas televisivas servidas para un abanico de opinadores que involucra a expertos y chantas en proporciones similares.

Mauricio Macri no perdió las elecciones porque persiguiera y encarcelara opositores con métodos ilegales por donde se los mire. Perdió porque bajo su administración la calidad de vida de la mayoría fue vapuleada. La pérdida del poder adquisitivo de la sociedad es uno de los peores lastres para cualquier gestión. Casi siempre se paga. Y Macri no tenía por qué ser la excepción. Mucho menos lo será Fernández, que llegó a la presidencia en buena medida porque la gestión de Macri le empeoró la vida a mucha más gente que a la que se la mejoró.

El gobierno del Frente de Todos tiene inmensos desafíos para un año electoral. Le tocó administrar un país quebrado en medio de una pandemia que ha descolocado al mundo entero. Imposible en ese escenario cumplir el plan trazado de antemano.

Los condicionamientos de la pandemia seguirán quién sabe hasta cuándo. Mientras tanto, el gobierno tiene que administrar el mayor operativo de vacunación que recuerde cualquiera de los que lo votaron. Es clave cómo lo haga. Sin embargo, nada de lo que haga lo salvará electoralmente si la comida se sigue escapando del alcance de las familias. El resto puede esperar.

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