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Focarazzo y Roza, aquellos primeros héroes de la Regata

La dupla que ganó la primera edición recuerda cómo era correr hace 55 años.

Había que correr la Regata en aquellos años, en la década del ‘60. El viento, el oleaje indomable, los remos de poco menos de tres metros y las extenuantes etapas. Era con todas las letras una aventura, a la que se atrevieron Oscar Roza (85 años) y Oscar Osvaldo Focarazzo (76), los primeros ganadores de la tradicional Regata del río Negro que mañana se largará desde Senillosa para cumplir su 44° edición, un hecho que también celebran porque "desde sus inicios esta prueba recorrió las dos provincias y así debe ser", afirmaron.

Oscar Roza era por ese entonces un todo terreno. "Me inicié en el canotaje de casualidad. Practicaba fútbol, básquet y tenis. En ese momento me entero que se hacían las regatas de Arroyito a Neuquén, el kayakismo recién comenzaba. Después tuve la suerte de ganar la travesía anterior a la Regata que era una prueba que unía Bariloche con Roca, siete etapas muy duras a la que ya se le decía la más larga del mundo. Con mi compañero Alberto Ramón Orejas nos entrenamos bien. En ese momento las canoas eran de lona, no como ahora que son de carbono", contó Roza.

Asiente Focarazzo, quien fue luego su compañero en la primera edición de la Regata del río Negro que ganaron en 1965 representando a Apycar Roca y a Bomberos Neuquén. "Él iba a correr con San Martín, otro compañero, pero contá vos lo que pasó", lo anima. "Así fue -dice Roza aceptando el convite-, treinta días antes San Martín se lesiona en una monta y no tenía compañero. Cacho estaba haciendo el servicio militar en Comodoro Rivadavia, estaba de licencia y nos pusimos de acuerdo", acotó el "más veterano".

"Fueron nueve etapas. En 55 años no se hicieron más, nos deben el récord", apuntó entre risas Focarazzo. "Hubo una en la que tuvimos arriba de la canoa como siete horas. Se hizo un parate en Guardia Mitre que tuvimos la suerte de ganar", apuntó su compañero.

"En aquella época no había campamentos. Te acordás Oscar que andábamos manoteando ovejas", dijo apelando a la memoria de su compañero. "Hasta un chancho jabalí carneamos. Una vuelta un paisano andaba buscando el cordero y tuvimos que hacer desde dentro de la carpa un hueco para enterrar el cuero", agregó con picardía. Ambos agradecen que una de las etapas, la que abrirá la competencia mañana entre Senillosa-Paseo de la Costa en la esta capital, lleve sus nombres. "Es como que uno recobrara vida. Estamos agradecidos de la decisión", coinciden.

Los vientos, los asientos de maderas, lo remos rectos que hacían más difícil dominar el oleaje, tenían su premio cuando "se venía a lo lejos la banderita de arribo a Viedma", cuenta Focarazzo. Aún así nada era fácil, hasta el final había que luchar. "Faltando 50 kilómetros se nos agujereó la canoa. Decí que yo justo llevaba medias que usaba para no acalambrarme los dedos del pie. Nos bajamos y con eso lo solucionamos. La gente que había era impresionante. Un avión en ese época nos tiraba flores. Nos decían los titanes del río", rememoró.

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