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La Mañana Columna de Opinión

La felicidad del reencuentro

Releer un libro o ver la misma película tiene una dimensión afectiva y un gran valor emocional.

Las respuestas a una encuesta que me hizo una colega sobre películas y libros que recomendaría o que no hay que dejar de ver o leer durante nuestra existencia, me llevó a preguntarme por qué mi elección recayó en lo que vi o leí varias veces. Los especialistas llaman a ese ¿fenómeno? hábito del reconsumo. Soy consciente de que esa práctica de la relectura (en mi caso, por ejemplo, Cuentos de los años felices de Osvaldo Soriano) o de ver varias veces una misma película (Casablanca con Humphrey Bogart) está poco valorada, incluso desechada por quienes corren detrás de las novedades.

La experiencia de volver a leer esos párrafos subrayados o algún diálogo o escena especial de una película tiene una dimensión afectiva importante y un gran valor emocional. Uno relee o vuelve a una misma película no solo por placer, también permite tener mayor conciencia del tiempo que pasó y de nuestro propio andar, favorece la reflexión sobre nuestro pasado y presente.

Lejos está esta experiencia del reconsumo de una cuestión nostálgica o de querer recuperar el pasado. Es, en todo caso, una búsqueda de nuevos significados. Un reencuentro con esa sensación de felicidad y placer que nos provocó la primera vez.

Me gusta la idea de que hay libros que parecen haber sido escritos para ser releídos más que para ser leídos y, de esta manera, disfrutar de nuevo lo que nos propone el autor.

En su libro Por qué leer a los clásicos, Ítalo Calvino afirma que esas relecturas “llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí, la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado”.

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