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Las mujeres de la meseta construyen sus estufas rusas

Participaron de una capacitación para conocer su uso y cómo hacerlas. El Centro de Fortalecimiento Familiar del barrio fue el lugar que recibió a las mujeres.

“Durante mucho tiempo hemos pasado frío, mucho frío. Ahora, yo y mis hijos, con esta estufa rusa, nos podemos mantener calentitos”, se sincera Teresa Acuña en su humilde vivienda en la Colonia Nueva Esperanza. Esta mujer de 54 años, nacida en Paraguay pero que hace varios años llegó a la provincia, dice que se siente orgullosa por haber participado de la capacitación para la construcción de estufas rusas destinada a los vecinos de ese sector de la ciudad.

Teresa fue una de las vecinas que decidió asistir a la capacitación que desde marzo lleva adelante la Dirección General de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social y Trabajo, que estuvo a cargo del reconocido bioconstructor Daniel Domínguez,

El Centro de Fortalecimiento Familiar del barrio fue el lugar que recibió a un grupo de mujeres madres solteras, de escasos recursos y en situación de vulnerabilidad, para brindarles la posibilidad de conocer los beneficios de contar con este sistema de calefacción en sus viviendas y, a su vez, ser protagonistas de la construcción.

La Dirección provincial de Familia realizó la elección de diez familias que serán las beneficiadas, cinco que viven en Colonia Nueva Esperanza y otras cinco del barrio Belén. Domínguez comentó que por el momento se logró construir e instalar estufas para dos familias. Las restricciones por la segunda ola de COVID postergó la realización e instalación de las estufas que estaban previstas para los sectores mencionados.

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Daniel Domínguez es bioconstructor y capacitador de los talleres para la construcción de las estufas rusas.

Daniel Domínguez es bioconstructor y capacitador de los talleres para la construcción de las estufas rusas.

Domínguez comentó que una de las ventajas de este tipo de estufas “es que previene los incendios con la consecuencias de poner en riesgo la vida de las personas por la mala utilización de equipos de calefacción que generan humo y, por lo tanto, monóxido de carbono”.

“Este sistema de calefacción es un paliativo para que les cambie un poco la vida a estas mujeres, que en muchos casos viven solas con sus hijos pequeños”, señaló el bioconstructor Daniel Domínguez a cargo de la capacitación.

El capacitador describió los beneficios de contar con una estufa rusa: “se mantiene el calor hasta 18 horas, la regulación térmica debido a que se realiza por combustión lenta, la eficiencia en la quema de la leña ya que se aprovecha un 85% del material y la seguridad para los niños porque la transmisión de calor al contacto es más baja”.

Aclaró que desde la Dirección de Familia se gestionan los materiales para la confección de las estufas.

“Este sistema de calefacción es un paliativo para que les cambie un poco la vida a estas mujeres, a estas familias que en muchos casos viven solas con sus hijos pequeños”, señaló.

Domínguez destacó que con las capacitaciones “descubren lo que es el calor almacenado en un ladrillo y son ellas mismos los que replican la idea a otros vecinos y, además, es una manera de involucrarlos en este proyecto que les mejora, en parte, su calidad de vida”.

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“La muerte por congelamiento está siempre latente en esta zona”

Desde el 2013, la Dirección General de Economía Social cuenta con el programa “Más calor, más seguridad”, y desde el año pasado junto con la Dirección de Familia comenzaron a trabajar para alcanzar a las beneficiarias que presentan mayores necesidades.

Esta etapa del programa está destinada principalmente a mujeres madres solteras que atraviesan alguna dificultad y son acompañadas por los equipos psicosociales de la Subsecretaría de Familia.

El capacitador Daniel Domínguez comentó que las mujeres “van aprendiendo de a poco, se les va explicando a utilizar una cuchara, a utilizar el nivel, incluso una de ellas se encargó de hacer las puertas de metal de las estufas”.

En tanto, la psicóloga social Romina Vergara destacó el proyecto para estas familias que carecen de gas y deben enfrentar las bajas temperaturas. “En el caso de Teresa Acuña, hace tres años que aguanta los duros inviernos. La muerte por congelamiento está siempre latente en esta zona”, precisó.

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