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Los vecinos ahora extrañan al ciruja que eligió la calle

Tuvo que irse de Gregorio Álvarez porque recibió quejas. Muchos le habían tomado cariño.

Neuquén
Algunos sienten compasión y remordimiento, otros lo recuerdan con cariño. Alberto Merkel, un linyera que hasta hace poco ocupaba una esquina de Gregorio Álvarez, dejó de ser parte del paisaje cotidiano del barrio. Se tuvo que ir de allí porque a algunos vecinos les molestaba su presencia debido a que el hombre –de 65 años- vivía del cirujeo y de la caridad de quienes se apiadaban de él.

Alberto no es un mal tipo, según coinciden todos los que lo trataron. Por el contrario, siempre saludaba a todos por igual cada vez que pasaban cerca de su improvisado hogar. Sin embargo, muchos reconocen que era muy difícil convivir con alguien que vivía de manera miserable y que, contrariamente a lo que muchos piensan, rechazaba la posibilidad de que lo hospedaran en algún albergue destinado a quienes viven en la misma situación de marginalidad.

La nota que publicó LM Neuquén contando la historia de este pobre hombre disparó decenas de comentarios. La mayoría lo recordó como una buena persona, como un personaje pintoresco al que el destino le puso enfrente una parada difícil. Muchos se dieron cuenta de que aquel viejo andrajoso que camina con dificultad alguna vez tuvo un hogar y una familia, una historia parecida a la de cualquier persona normal.

"Ayer cuando bajé del colectivo y no lo vi, como todos los días que me saludada respetuosamente, me dio mucha tristeza", reconoció Ana Castillo a través de Facebook. "Sólo espero que donde se ubique de nuevo esté bien. La calle Cipolletti lo va a extrañar", indicó la mujer en medio de una larga lista de comentarios sobre la nota publicada por este diario.

Vivi Aguayo también recordó con cariño la picardía que tenía Alberto para pedir limosna sin ser tan explícito. "Siempre dice que se le perdieron 2 pesos y nos pregunta si los encontramos", aseguró. Luego dijo que se trataba de un hombre "repiola" que "no jode a nadie".

Belén, otra de las foristas, opinó que es "una pena" que Alberto no quiera dejar esa vida, aunque pidió respetar su decisión, mientras que Valhu aseguró que su familia le acercaba comida cada vez que podía y que se trataba de "un buen hombre".

Compasión, pena, impotencia. Muchos sentimientos juntos despierta la figura de Alberto Merkel, el linyera que conmovió a todo un barrio. Tal vez sea la imagen de viejo bueno que saluda como un vecino más, que acepta que lo ayuden, pero que eligió que su hogar sea la calle, con la certeza de que el futuro es su propio presente.

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