Dudaba sobre el trasplante, pero un corazón ajeno le salvó la vida
César Carmona festejó un año de la operación que marcó en él un punto de inflexión. Dudas, sufrimientos, esperanzas y un volver a empezar.
César Carmona siempre dudaba sobre los trasplantes de órganos. Y no lo hacía porque estuviera en contra sino porque el tema le generaba sentimientos cruzados. Esa duda la mantuvo inclusive hasta cuando el médico le confirmó que se moriría si no se sometía a un trasplante de corazón. Así comienza esta historia de vida.
César Carmona llevaba una vida normal, como la de cualquiera. Tenía una familia, amigos, un trabajo, los proyectos propios de un hombre de 48 años, los sueños…
Todo cambió de golpe; casi de un día para el otro, cuando comenzó a sentirse mal y el médico le detectó una falla en el corazón, una anomalía que en ese primer momento no parecía tan grave. Así, le colocaron un dispositivo que le enviaba señales eléctricas al corazón, aunque Demetrio Thalasselis, el cardiólogo que lo atendía, le dijo que fuera pensando a futuro en la posibilidad de un trasplante para evitar consecuencias más graves si la dolencia crecía.
Un trasplante de corazón. La sugerencia del médico sonaba impactante. Era un diagnóstico crudo hacia adelante que César entendía, pero se resistía a aceptar.
“En ese momento me negaba, no quería saber nada”, reconoce este hombre haciendo memoria de lo ocurrido hace seis años. El solo hecho de pensar que tenía que él podía vivir gracias a la muerte de otra persona lo atormentaba.
“Pensaba: yo voy a estar feliz porque me salvo, pero al lado mío va a haber una persona llorando porque se le murió un familiar, no sé…se me cruzaron un montón de cosas en la cabeza”, reflexiona.
Pero el médico tenía razón. El diagnóstico hacia el futuro se acortó a medida que pasaban los meses. Su salud se fue deteriorando de a poco ya que el dispositivo que le habían colocado no daba abasto tratando de ayudar a ese corazón enfermo, por lo que el médico decidió derivarlo a la Fundación Favaloro para que le hicieran estudios.
Supuestamente la permanencia en Buenos Aires para que le realizaran los exámenes no demandaría más que cinco días, pero los resultados fueron tan contundentes que obligaron a los médicos a dejarlo internado. Ahora sí no había ninguna otra chance más allá del trasplante de corazón y de riñones que también estaban severamente afectados por la dolencia madre. Ya no era una operación sino dos.
“Y bueno, me quedé. Y al cabo de dos meses ya empecé a empeorar más y me colocaron en una lista más de urgencia. Después se me complicó. Quedé postrado en la cama y así estuve más de un mes; no me podía ni mover. Y ahí ya entré en la lista de emergencia como prioridad”.
César reconoce que cada día que pasaba era un calvario para él porque el corazón del trasplante no llegaba y ya no tenía fuerzas ni ganas de seguir viviendo.
“Un sábado a la noche, que yo ya no daba más, hablé con Dios. Yo le dije: ¿qué vas a hacer conmigo? Porque yo ya no aguanto más. Si hay algún corazón para mí mándamelo. Y si no, déjame ir porque ya estoy sufriendo mucho”, recuerda.
El domingo a la mañana se despertó y… nada. La misma rutina de siempre. Y césar le volvió a hacer el mismo pedido a Dios: “Hacé algo, no doy más”.
El lunes de la mañana tampoco pasó nada y las pocas fuerzas que tenía desaparecieron. “Dije, bueno, listo. Hasta que llegué. Esa noche me dormí para no despertarme, soy honesto”, recuerda.
Pero algo inesperado para él ocurrió. Fue casi al mismo momento de que César se había resignado a irse; en esas horas de la madrugada que se preparaba para morir con tal de no sufrir más.
A las cinco de la mañana el médico entró en la habitación, lo despertó y le dio la buena noticia: “Van a venir a prepararte porque llegó el corazón”.
Todas las dudas y el rechazo que César tenían en un principio se convirtieron en ganas de seguir viviendo. Nunca se hubiera imaginado que se alegraría con esa buena nueva. Un corazón anónimo de un donante estaba en camino para que el vuelva a retomar la vida que siempre había tenido.
“Nunca supe nada y no tengo los datos de esa persona. Sé que fue un muchacho de Rafaela que coincidía conmigo en la estructura física, el tórax, el tipo de sangre, todo. Era para mí”, recuerda.
César reconoce que a veces tiene ganas de saber quién fue ese ángel que apareció en su camino y en el momento más crítico, pero también duda. “Si la familia de ese muchacho me quiere conocer no tengo problemas porque ellos están recordando otra cosa totalmente diferente a la mía. Y me pongo en el lugar de ellos”, asegura.
La operación se llevó a cabo el 4 de julio de 2023 y fue exitosa, pese a los enormes riesgos que había. De a poco, César fue evolucionando tanto que ni siquiera hubo necesidad del trasplante de riñones, aunque siempre estuvo bajo un estricto tratamiento y un proceso de control permanente donde también tuvo algunas complicaciones de las que pudo salir.
“Hoy me siento muy bien, con los cuidados necesarios, con la medicación que tengo que tomar, los controles. Gracias a Dios, en este año, la única recaída que tuve fue una neumonía por la que estuve un mes internado”, asegura.
Una nueva vida a partir del trasplante de corazón
¿Cuáles son las perspectivas para César? Seguir viviendo la segunda vida que le dio el destino. Disfrutar de la compañía de su esposa y sus dos hijos y ocupándose de esta nueva rutina que es completamente distinta a la que llevaba aun cuando todavía no se había enfermado.
César trabajó 32 años en el Instituto de Seguridad Social de Neuquén, pero cuando su salud se deterioró se jubiló por discapacidad. Reconoce que le gustaría estar activo otra vez, pero los médicos prefieren que esté así más tranquilo. Ya habrá tiempo.
Por eso tiene que dedicarse a otras actividades: hacer las compras, cortar el césped, cocinar, ocupar un lugar distinto al que antes tenía en su familia.
Indudablemente su vida cambió, como también cambió su forma de pensar y de valorar las cosas. Obviamente ya no queda duda alguna con respecto a los trasplantes ni se hace tantas preguntas como antes.
“Estoy muy agradecido con toda la gente que me ayudó, que donó sangre y que rezó por mí. A toda la gente que viajó a Buenos Aires para apoyarnos porque allá estábamos solos con mi esposa. No me va a alcanzar la vida para agradecer”, reflexiona.
El jueves 4 de julio se cumplió el primer aniversario de aquella operación exitosa en la Fundación Favaloro y César lo festejó con su familia.
“Hoy celebro un día muy especial, un día que marca un nuevo comienzo desde aquel 4 de julio de 2023, cuando un cuerpo dijo basta y un corazón me fue regalado. Este día marcó mi segundo nacimiento, y desde entonces cada día se ha convertido en una bendición extraordinaria. He sido agraciado con una nueva oportunidad, un renacimiento que me ha permitido valorar el amor en todas sus formas”, fue el mensaje de César a través de las redes sociales.
Indudablemente fue un renacer, un empezar de nuevo, un punto de inflexión para comenzar una nueva etapa de manera distinta, con otra perspectiva, valorando detalles y pequeñas cosas que antes hubieran pasado desapercibidas, comprendiendo los milagros que generan las acciones solidarias.
César tiene muchos motivos para celebrar. Pero fundamentalmente tiene un nuevo amigo que lo acompaña. Un corazón que late fuerte en su interior, que también sufrió y sobrevivió y que llegó de otra vida para quedarse para siempre.
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