Ya jubilado, el ingeniero Miguel Dagnino le dio otro sentido a su vida pospandemia. Hace más teatro que nunca y reescribe parte de su historia en un libro.
Envió más de cien cartas en su vida para conseguir un trabajo, cuando todavía la gente escribía y firmaba a mano en una hoja en blanco. Pero fue en la cola de un organismo, donde se jugó su destino sin imaginarlo. La mujer que hacía fila como él y tantos otros, una completa extraña, alguien con quien hablar para matar el tiempo, le ofreció el contacto que allanó su camino hacia el corazón de YPF. Ella tenía un hermano en la compañía; y Miguel Dagnino (66), el protagonista de esta historia, era un ingeniero químico apenas recibido de la UBA con todo por hacer.
Si aprobaba la beca de un año que le ofrecía YPF en Las Heras y Pueyrredón, donde funcionaba un anexo de la carrera de Ingeniería, entraba directamente a trabajar como ingeniero en petróleo, en la rama producción. Así inició su carrera en Buenos Aires, el primer profesional de la familia. En 1999 se trasladó a Neuquén con su familia; y ese momento fue un punto de inflexión en su vida. Lo recuerda tan bien que no olvida el día: 6 de enero. Y en esa mudanza llevaba los regalos de Reyes para sus tres hijos.
Dagnino llegó a Neuquén por trabajo y aquí echó raíces. Es un vecino del barrio Santa Genoveva que se mudó dos veces de casa en la misma cuadra, sobre calle Río Salado, a quien la pandemia de COVID-19 le presentó nuevos desafíos.
"Trabajé 37 años en YPF; y el 31 de julio de 2020 fue mi último día de trabajo. No soy el típico ingeniero que tiene de cinco traslados en adelante. Yo tuve el traslado a Neuquén, me ofrecieron otros, dije que no. Trabajé en río Neuquén y Loma La Lata yacimientos cercanos a la ciudad. Y hace un año y medio me salió la jubilación. Contento con la vida que me toca, disfruto a lo loco lo que me gusta o no hacer nada", expresó.
La pandemia como disparador
En una entrevista con LMNeuquén, este jubilado confesó que la pandemia fue "el disparador" que necesitaba para sumergirse de lleno en lo que fue siempre una pasión: el teatro. "Me podía deprimir o hacer algo. Yo hice algo", remarcó.
Entonces volvió a los orígenes del niño que fue cuando en Mercedes, provincia de Buenos Aires, veía a sus primos ensayar obras en un teatro independiente (Stvdivm), donde la suma de las partes era igual a todo. Ellos eran los artífices de la escenografía, la música, de todo; y así pasaban los fines de semana internados entre las bambalinas de un teatro.
"Siempre me gustó el teatro. Tuve algunas discontinuidades a lo largo de mi vida. En 1988 hice una película con Miguel Mirra. Es el año en que me casé. Pero la industria del petróleo es muy absorbente y me tocó viajar mucho a Santa Cruz (Bolivia), Venezuela y Madrid. Del año '88 hasta el 2009, mi participación en el teatro fue acotada... algunos actos escolares, muy por arriba, pero el gusto lo tenía", contó.
299 fue otro punto de quiebre que provocó un clic en su vida. Le diagnosticaron un tipo de cáncer conocido como Linfoma de Hodkin, grado uno. "Uno se plantea qué le gusta en la vida, y la respuesta en mi caso fue el teatro. En 2011 estuve curado y dos años después retomé con algunos grupo. Ahora ensayo en tres obras. Luna Cuarta, en el Arrimadero. Las otras dos se están por estrenar. Un será Presos de nuestro secreto, el 20 de octubre; y la otra prefiero no revelarla hasta que tenga fecha. Los actores somos medio cabuleros", comentó.
Reconoció que en la enfermedad descubrió que "el presente hay que vivirlo" y con la pandemia reafirmó viejas pasiones y anhelos que pudo concretar. "No me arrepiento de lo que he vivido. El calendario que me ha tocada. Teatro, ingeniería, ambas cosas, después teatro. Valoro cada etapa que he tenido", sostuvo el ex ypefiano.
Por eso 2020 fue cumplir un ciclo como ypefiano y comenzar otros proyectos: el teatro, como ya lo contamos; y un libro que sería algo así como el diario íntimo de un estudiante que reedita un tiempo de amistad entrañable. Dagnino nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires; y en un colegio de curas palotinos e irlandeses encontró grandes amigos que marcaron su vida. No es un libro que se propuso para la venta. Tiene el sabor de los afectos más cercanos y las memorias profundas que son un viaje de vuelta a la secundaria, como un déjà vu de estudiante.
Promoción '74
En ese tiempo, encontró seis amigos con quienes compartieron un viaje inolvidable a San Rafael, Mendoza, en julio de 1974. En ese libro cuenta lo que fue el itinerario de viejas anécdotas. Se lo cuenta a sus hijos y a los hijos de sus amigos. Es parte de su legado, y en eso radica su mayor tesoro.
"La pandemia genera muchas cosas. Yo me pregunté ´ahora qué hago con mi tiempo´...dejaba YPF y el tiempo libre lo quería usar en algo. Por eso escribí este libro, para dejárselo a los hijos. Son 10 ejemplares. Un libro para nosotros, lleno de historias nuestras y con fotos, de una época marcada por esa efervescencia de los estudiantes secundarios que tenían una posición tomada respecto de qué es o para qué se debe gobernar. Nosotros marcamos nuestra rebeldía cuando uno se paró ante un profesor y le dijo que no estábamos de acuerdo con la clase y no lo queríamos más. Al paso del tiempo, una gran mayoría mantiene sus ideales", recordó.
Ahora Dagnino va camino a concretar otros proyectos, un poco más lejos. Lo espera Sucre, Bolivia, el cine, tres películas, 14 días de filmación en exteriores. "Yo voy a una que se llama Serenera, como parte del equipo técnico. Es un ciclo de aprendizaje muy colaborativo, donde cada uno cumple una función", cerró.
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