La historia de Ian, el joven de 25 años que mientras tira CV por todos lados se las rebusca en la calle con la viola, su gran pasión.
“No te puedo creer, justo iba oyendo ese mismo tema en la radio. Pero en vivo me gusta más, gracias, campeón”, le confiesa el amable conductor de un Gol gris que llega a darle unos pesos justo antes de que arranque el verde y se marche.
Ian sonríe una vez más y regresa a la esquina a aguardar desde la vereda que otra vez se ponga el rojo. Es el cantante de los semáforos cipoleños y neuquinos, el joven que mientras tira curriculum buscando laburo se las rebusca dignamente con su guitarra, su gran pasión.
El que nos cuenta su interesante historia: “Tengo 25 años, soy nacido en Neuquén. Me crie con mis abuelos, que vinieron de Chile y no me hicieron faltar nunca nada. Es más, gracias al nono tengo la viola y aprendí a tocar. Él me la compró y con mis abuelos me llevaron a aprender con un profe”, explica el muchacho a LMC.
Un pañuelo en la cabeza cubriendo parte de su larga cabellera, remera negra y onda rocanrolera. Y sigue la charla a puro ritmo...
“Me dedico a tocar la viola como forma de ganarme la vida hace 4 o 5 años, aunque desde chico guitarreo. Antes hacía malabares callejeros, desde los 16 no he parado hasta ahora. Pasa que eso es más común, se ve por todos lados, así que metí este cambio”, asegura antes de emprender otra recorrida entre medio de las dos interminables hileras de autos que se forman en Alem y Sarmiento.
Alterna entre uno y otro lado del puente, según le convenga. “A veces estoy en Neuquén, otras en Cipo, donde voy cambiando de semáforo. Siempre por Alem o en la esquina de la Axion, en los lugares más transitados ando, allí me van a encontrar”, dice mientras su fiel compañera Jenifer le hace el aguante.
Sobre los temas que interpreta, indica: “El Revelde de La Renga, Desde el Oeste de Almafuerte y algo de cuarteto, 840 de Rodrigo, por ejemplo. Cada tanto alguno de Camilo Sesto... Si veo una persona mayor le mando Camilo, a un pibe algo de La Renga, pero Almafuerte es el que más toco”.
En parte, es como una terapia para él y el público: "A veces te levantas mal, tocas un par de temas y ya te cambia la energía", admite.
En cuanto a las ganancias, específica: “En un día bueno, en dos horas capaz que sumas 6.500 pesos, pero hay días complicados. Ayer, por ejemplo, no me fue tan bien. Pero $3500 lo mínimo. El tema es que hago una pausa también porque me quedo sin voz a la hora”, comenta entre risas.
Tiene dos hijos: Ezio de 7 años y Jade de 3 años -“él vive en Cipo con la madre”-.
Laburó en la obra un tiempo, de zapatero en la adolescencia, pero su gran sueño consiste en: “vivir de la música, que humildemente entiendo es lo mío”. Por lo pronto, toca en una banda y “el sábado -por hoy- nos presentamos en Las 1200 para recordar a un chico que mataron, a un querido baterista”.
Ian tiene "luz verde" para creer en un futuro mejor. Cantando por un sueño...
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