"Los dólares", el lamento de Pablo Parra mientras agonizaba Agustina
Varios testigos, entre ellos policías y civiles que declarron en la primera semana del juicio, marcaron que esa era la preocupación del acusado. Refuerzan la teoría de la fiscalía y la querella.
Los testimonios que se han escuchado hasta el momento en el juicio por el femicidio de Agustina Fernández vienen complicando la situación de Pablo Parra.
Policías y civiles que estuvieron en el lugar del hecho coincidieron en que el acusado mostró preocupación por los dólares que supuestamente le habían robado y total desinterés por el estado de la joven, que agonizaba en el piso de su departamento. Las declaraciones refuerzan la hipótesis de la fiscalía y la querella.
Adrián Monge fue al primero que le fue a pedir ayuda y aseveró que a Parra lamentaba la pérdida del dinero para nada manifestó de la víctima.
“Los dólares, los dólares”, enfatizó que solo decía.
El episodio le provocó un trauma de tal magnitud que tuvo que mudarse y necesitó apoyo psicológico.
Pero no puede olvidar ese momento y su bronca la exteriorizó cuando, al retirarse el último jueves de la sala de audiencia, insultó al trabajador petrolero.
Pablo Parra y un momento tenso
“Basura de mierda, hijo de puta”, le dijo mirándolo con bronca mientras caminaba hacia la puerta, lo que provocó un instante de tensión que se disipó con la intervención de los abogados querellantes, que lo guiaron hacia la salida, sin que tuvieran que actuar los dos policías que custodiaban la sala.
El testigo contó que hacía pocos meses que se había instalado en un departamento del primero piso del complejo ubicado en la calle Confluencia 1301. Dijo que conocía a los dos, aunque tenía un trato que no pasaba del “hola y chau”.
Con Agustina tuvo trato la vez que le fue a pedir ayuda para subir a su monoambiente -que también quedaba en el primero piso- una cama y un somier que le habían comprado. Recordó que “era flaquita” y siempre estaba sentada frente a la ventana, estudiando.
Los había visto charlando en la zona de la cochera, pero nada más. No se le ocurrió que pudiera haber algo con ellos.
Esa tarde del 2 de julio de 2022 fue a jugar al fútbol a Neuquén y un amigo lo dejó volvió entre las 19 y las 19:30, justo cuando Agustina venía de una despensa ubicada a la vuelta donde compró tomate y lechuga y se encontró con Parra en la puerta del complejo. El policía Francisco Villar luego precisó que la ubicación del celular de Agustina reveló que fue a las 19:06.
Monge dijo que escuchó cuando le propuso cenar en su casa y que luego él subió a su departamento, calentó una hamburguesa y después de comer apagó el televisor y se fue a acostar. Estaba entredormido cuando escuchó el estallido de una botella de vidrio. Minutos después de las 20:30 se despertó por unos toques en la puerta, golpes que no eran de desesperación, pero de todos modos se levantó.
Al abrir se encontró con Parra, que le dijo que le habían entrado a robar, por lo que se asomó al pasillo desde donde podía ver el departamento de él y través de la puerta que estaba entreabierta advirtió los pies de la chica y le dice “aha, y lastimaron a Agustina”. Eso lo sorprendió. Bajaron y mientras lo hacían afirmó que Parra le dijo que le habían robado los teléfonos y 1000 dólares.
Intentó llamar a la policía, pero los nervios los nervios le salió marcar el número de su hermano, oficial de la fuerza, quien hizo el llamado según se comprobó después.
Al bajar se encontró con Agustina en el suelo y él le pedía “pasá, pasá”, mientras cruzaba por encima del cuerpo de la víctima.
Esta secuencia fue reproducida frente al jurado por el fiscal Jefe, Santiago Márquez Gauna con una de sus asistentes.
Insistió que seguía lamentando: “los dólares, me robaron los dólares” y ahí se enojó. “La concha de tu madre, ayúdame a buscar ayuda”, recordó que le dijo y salió a la calle y paró una camioneta Kangoo, cuyo conductor también declaró.
En la mira de los investigadores
Monge fue uno de los investigados por el femicidio de la estudiante pampeana.
Esa madrugada hizo una primera declaración en la policía, luego lo hizo en la brigada y también en la Fiscalía. Destacó que lo llamaron “un millón de veces”. Como al resto de quienes estaban en el complejo ese día, le tomaron las huellas dactilares, le tomaron fotos y aportó los chat de Whatsapp y las llamadas de su teléfono, y le extrajeron muestras del interior de la boca para realizarle un examen de ADN para comparar el material genético hallado en Agustina. No se acordaba de esta pericia, por lo que debieron mostrar el acta que le realizaron en su momento.
Vivir con el trauma
Monge trabaja en una empresa y se ocupa del mantenimiento informático y de las cámaras de seguridad. Lamentó que lo vio esa tarde lo dejó traumado. “Ese fin de semana no pudo dormir. Estaba hecho mierda”, aseveró.
Resaltó que se despertaba asustado, se iba a la casa de la madre en busca de refugio.
Subrayó que “nunca había visto a una persona así”, en relación a las heridas que tenía Agustina.
Tuvo una crisis cuando volvió a trabajar y sus compañeros lo “llenaron de preguntas”.
Entonces se quebró. Lo llevaron al Policlínico, donde reveló que no podía dormir. Lo medicaron y lo atendió una psicóloga. Mientras buscaba otro lugar para vivir, lo que logró un par de meses después.
“Es una de las peores cosas que viví”, “te acordás todos los días”, añadió con tono apesadumbrado. Admitió que sabía que el juicio le iba a hacer revivir esas escenas.
También tiene sentimiento de culpa por no haber podido evitar el ataque.
“Uno se lamenta no haber escuchado nada. Uno no sabe, pero pudo haber evitado una tragedia. Uno se reprocha no haber hecho algo”, reconoció.
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