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Siete razones para beber vinos rosados y cuáles probar en cada caso

Joaquin Hidalgo

Especial

Los vinos rosados son parte de un raro limbo: ni blancos ni tintos, para los consumidores representan una suerte de zona ni chicha ni limonada que no saben bien para qué está. Eso, al menos, desde el punto de vista de quien no los probó nunca.

Pero quienes ya los descubrieron, los observan como un tesoro perfecto para la gula y el antojo. ¿La razón? Justo ahora que se abre la temporada de terrazas y piletas, justo que los jardines y balcones ganan relevancia en la vida diaria, justo que es dable el permitido antes de la cena y el lujo cotidiano tiene rienda suelta desde la ropa a los hábitos (que no hacen al monje), los vinos rosados ofrecen su corazón de fruta y hielo.

¿Exageramos? Tal vez. Pero nosotros estamos entre los conversos. Y se sabe: nada hay más fanático y proselitista que un buen converso. Pero dennos el chagüí de ofertar nuestras razones.

De estilo

Pocos vinos ofrecen la claridad aromática de los rosados. Los hay de dos grandes grupos: los que ofrecen perfumes suaves y etéreos, y los que la van de heavy fruit, con algo de mermeladas. Puestos a elegir, nos quedamos con los primeros. ¿Cómo distinguirlos? Fácil: tienen un color más bien piel de bebé o sutil piel de cebolla. Lindos rosados en esta línea, son: Santa Julia Syrah Rosé 2019 y Punta de Flechas 2019.

Razones temporales

A la hora del aperitivo o para cerrar la tarde o abrir una cena, los rosados son fragantes gemas. Están justo en el punto de perfume y frescura de lo que se puede disfrutar con y sin comida. Por eso, cuando cae el sol y un antojo se nos cruza por la boca, el trago de un rico rosado es revitalizante. Lo que es seguro es que aquello que comienza en seco y sin comida termine seguro con un buen bocado. Rosados aperitivos, son: Los Cardos 2019 y Alto Sur 2019. No son los únicos, pero sí lindos ejemplos.

Para bajar la temperatura

Justo ahora que la térmica comienza sus sostenido solo de ebullición, un trago refrescante es mucho más de lo que se le puede pedir a una bebida. Un rica copa de un rosado refrescante, frutado y floral, equivale a un buen chapuzón o una ducha reparadora después de un largo día. Dato clave: más etéreo el rosé, más frío se toma, aunque nunca más abajo de 7ºC. Casos ideales como Terrazas de los Andes Rosé 2019 y Luigi Bosca Rosé is a Rosé 2019.

Para comer, claro

Picar es una pasión nacional. Y picar puede ir desde unos inocentes maníes o pistachos a una premeditada y alevosa tabla de quesos y fiambres. En eso, la frescura de los rosados, la falta de taninos pero su frescura málica ligeramente secante, hacen que desde quesos azules a piantes salamines tandileros tengan un buen contrapeso. Eso, si dejamos de lado la histórica tradición de rosados con pizzas y de rosados con sabores mediterráneos en general, desde pestos a pescados con hierbas y mariscos con limón. Nada de precios locos en este segmento, con apuntar a estos hasta 350 pesos, nos damos por hechos: Críos Rosé 2019 y Amalaya Rosé 2019.

Fashionismos

De todas las razones que hay para beber rosados, estar a la moda parece la más boba. Y es verdad, ¿pero quién puede negarse a estar a tiempo con el tiempo en que vive? En ese sentido, conviene saber que en el mundo los rosados son la tendencia que más crece. Para modas, los más modélicos son los que vienen en botellas especiales, como Las Perdices 2019 o Saint Felicien 2019, con envases coleccionables.

Razones de grieta

En este país de camisetas puestas, ser del blanco o del tinto es formar parte de grandes tribunas. De modo que puestos a compartir momentos, los rosados son los vinos antigrieta, porque cumplen con lo mejor de los dos mundos. En ese caso, hay que elegir bien. Los que están subidos de color, ofrecerán el cuerpo justo para el bebedor de tintos, con la frescura necesaria para el bebedor de blancos. Así son Famiglia Bianchi Red Blend 2019, ligeramente goloso y petillant y Lobo en Piel de Cordero 2019.

También en burbujas

Ahí es donde se cierra el círculo. Cuando las burbujas aportan efervescencia al helado mundo frutal del rosé, porque la larga crianza con borras que precisa el espumoso suman un toque tostado, de panificados y bollería al rosado que lo convierte en un trago de otro mundo. Mejor aún los rosados de Pinot Noir que hoy se ofrecen en la categoría Brut Nature, Extra Brut y Brut a secas son armoniosos. Lindos ejemplos son: Rosa de los Vientos y Salentein Cuvée Special Extra Brut.

Los colores de una moda

Vinos rosados es muy amplio para describir un color. Están los que son casi invisibles, a veces descriptos como rosados piel de bebé, y los que son más bien cobrizos, que recuerdan a la piel de la cebolla. Además, están los que son fucsia y aquellos que proponen una paleta subida, casi tinta. Difíciles de definir, jugar con la paleta de los rosé es gran parte de su atractivo.

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