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La Mañana

Un título para seguir creyendo

El Ruca Che vibra por un equipo de básquet que acaricia la gloria. Como hace 16 años, cuando la Generación Dorada nació en el estadio neuquino para hacer historia. Pero ahora es diferente. Porque el que la está escribiendo es un grupo de acá, que mezcló experiencia y juventud con grandes dosis de talento para llegar a ese final soñado al que le faltan segundos.

El Ruca Che está de pie. Como el básquet de la provincia, que busca renacer para ser lo que fue. Con cuatro clubes en el ascenso y miles de seguidores que empujan esperando repetir las mejores noches de un deporte que tiene un vínculo especial con esta tierra, que ahora tiembla aguardando el final para levantar la copa por segunda vez: hace 22 años, con un plantel que metió un batacazo; ahora, con un equipo que se armó para ir por todo y lo consiguió en un certamen que será inolvidable.

El Ruca Che desborda de emociones fuertes. Como los últimos meses del deporte neuquino. Maira Arias campeona del mundo; Marcos Acuña vistiendo la celeste y blanca y soñando con Rusia 2018; Matías Moya poniéndose la banda roja cruzada en el pecho. Todos ejemplos de enormes esfuerzos personales que contagian. Un contagio que se potencia cuando el objetivo se cumple en equipo.

El Ruca Che explota. Neuquén ya es campeón por segunda vez. Con otras caras (salvo la de Marito Sepúlveda, el Súper Argentino) y la pasión de siempre por un deporte que invita a creer, que marca el camino con un trabajo grupal serio, comprometido, apoyado desde afuera por funcionarios y dirigentes, sostenido desde adentro por un grupo que demuestra que acá hay talento de sobra para que las grandes gestas deportivas se repitan cada vez más seguido.

El Ruca Che está de pie como el básquet de la provincia, que busca renacer para ser lo que supo ser.

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