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1985: Contexto y polémicas

La película "Argentina, 1985" sigue levantando polvareda. En definitiva, lo que está en debate es el pasado reciente, una discusión todavía no saldada en la sociedad argentina. Las críticas de El Cohete a la Luna.

Retomando mi nota, del domingo pasado, sobre la película 1985, vuelvo sobre las polémicas que se han generado. Sobre el perfil de Strassera y otras que requieren volver sobre el contexto histórico.

Cualquier persona medianamente politizada, hoy está informada sobre las atrocidades del terrorismo de estado. Con solo leer en los diarios, las noticias de los juicios que periódicamente se llevan a cabo. Esta fuerte difusión que ya lleva varios años, crea la falsa idea, que durante la dictadura, toda la sociedad tenía clara conciencia de lo que estaba sucediendo. Pero además, se desconoce la complejidad del proceso de transición de la dictadura, a la naciente y débil democracia de 1983.

La transición de dictadura a democracia

El historiador Joaquín Baeza Belda, hace un análisis interesante: “La transición a la democracia en Argentina se trata de un caso que no encaja en la clasificación de transiciones pactadas y transiciones por ruptura. No se trató de una ruptura porque, si bien, tras la derrota de Malvinas, los militares se encontraban en un posición débil (…) las fuerzas políticas civiles tampoco tenían la fuerza necesaria, como para exigir una salida inmediata de los militares . Tampoco se trató de una transición pactada: porque los partidos rechazaron la negociación directa por temor a quedar afectados por su desprestigio. Podemos calificar la transición argentina como un 'pacto postergado', 'un pacto diferido en el tiempo, que no clausura situaciones, sino que las suspende' ; un pacto postergado en cuanto a que se llega al acuerdo mínimo de la celebración de elecciones, pero que deja en el tintero aspectos importantes como el juicio a los militares o el nuevo rumbo económico. Es decir que las transiciones a la democracia no terminan con la celebración de elecciones, sino que son procesos de más larga duración. La transición argentina de 1983 ha sido exitosa, si tenemos en cuenta que el sistema democrático ha sobrevivido hasta nuestros días. Estos cambios, no se produjeron de un día para otro, sino que fueron producto de un proceso de largos aprendizajes, en el que no faltaron contramarchas e itinerarios sinuosos”.

Creo que estas definiciones son una buena introducción, para ingresar en algunos detalles del contexto de 1983.

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Las intactas instituciones de la dictadura

Al asumir el gobierno democrático en 1983, los cinco miembros de la Corte Suprema de la dictadura renunciaron. Ello le permitió al presidente Raúl Alfonsín, con acuerdo de un Senado mayoritariamente peronista, elegir una nueva Corte. La designación recayó en Genaro Carrió, José Caballero, Augusto Belluscio, Carlos Fayt y Enrique Petracchi.

Hasta allí la transición parece simple. Pero, qué pasó con la estructura del Poder Judicial. Hoy, hay aproximadamente 17.600 personas entre jueces, fiscales, defensores, funcionarios y empleados de distinto rango. No tengo la cifra de 1983, pero seguramente estaba arriba de las 10 mil personas.

Todos sabemos, del complejo trámite que requiere nombrar un juez. En 1983, era impensable producir una cesantía masiva de funcionarios y volver a nombrarlos rápidamente sin que se paralice todo el sistema judicial. Por lo tanto, todos los jueces y fiscales que actuaron en el Juicio a las Juntas, venían del período anterior, habían jurado por los estatutos del proceso, y habían intervenido en causas penales, de persecución a los opositores a la dictadura.

Esto en lo relativo al Poder Judicial. Ahora, pensemos en las cantidades de miembros de fuerzas armadas y de seguridad. Policía Federal, Prefectura, Gendarmería, Policías provinciales, todas fuerzas que habían intervenido por acción u omisión en la represión ilegal. ¿Cómo se hacía? ¿Se daba de baja a miles de uniformados y se dejaban las calles sin policías y las fronteras sin protección?

Cuando en la película, le asignan un policía federal como custodia a Strassera y este lo rechaza en un episodio risueño; está mostrando esa contradicción. Strassera piensa “¿este, me viene a cuidar, o viene a ponerme la bomba?”. Por ejemplo, Raúl Guglielminetti, que inició su función de represor en Neuquén, llegó a ser custodio de Alfonsín. Al ser reconocido por las fotos al lado del Presidente en la Casa Rosada fue denunciado, y años más tarde, condenado a 20 años de prisión.

Quienes alguna vez pasamos por la función pública, sabemos que cuando uno llega a una función en el estado, debe poner alguien de confianza para atender el teléfono, porque no sabe a quién reportan las secretarías que están en la privada, que dicen “yo soy de planta”. Ese detalle también lo muestra la película. O sea, toda la estructura del Poder Judicial y del Poder Ejecutivo, estaba minada de empleados, que mantenían informados a sus antiguos jefes militares.

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La correlación de fuerzas con el poder militar

En mi nota anterior reproduje palabras de la testigo Myriam Lewin: "Recordemos en el contexto en el que se produjo el Juicio. La amenaza del golpe estaba allí, todo el tiempo y nosotros, los testigos estuvimos muy expuestos. Los represores estaban libres y negaban todo; no había existido la ESMA ni los 'vuelos de la muerte'; los militares decían que nosotros habíamos colaborado con ellos, y que los desaparecidos estábamos en Europa".

Durante el proceso militar las FFAA tenían unos 200 mil hombres, incluyendo a los conscriptos. Un cambio de gobierno, puede borrar de un plumazo a 10 o 12 generales, con el ascenso de uno, de una promoción más reciente. Pero luego quedan miles de cuadros superiores y medios, que -salvo disolver las fuerzas armadas - siguen estando.

Alfonsín tuvo que soportar, además de los cuestionamientos elevados por la vía formal e informal tres levantamientos importantes, a los que no pudo hacer frente, por falta de militares leales que reprimieran a los sublevados. Es famoso el caso de “los tanques del general Alais” que salieron desde Rosario a reprimir el alzamiento de Aldo Rico (Semana Santa 1987) y nunca llegaron a Campo de Mayo…fue la columna de tanques más lenta de la historia.

Chile, Uruguay, Brasil fueron transiciones democráticas pactadas con los militares. Pinochet quedó como jefe del ejército ocho años más y luego como senador vitalicio. En Uruguay el ex-tupamaro José Pepe Mujica no enjuició a los militares. Lula Da Silva, tampoco lo hizo, aunque en ambos casos ya llevaban muchos años de democracia. Yo soy peronista y en aquellos años éramos opositores a Alfonsín, pero no puedo negar su decisión y valor de sentar al banquillo a los dictadores. Claro que, una correlación de fuerzas desfavorable al poder civil , llevó a los retrocesos de las leyes de obediencia debida y punto final.

Tampoco se debemos olvidar el mérito de los organismos de DDHH, que durante años mantuvieron vivo el reclamo de verdad y justicia. Que recién tuvieron respuesta en el gobierno de Néstor Kirchner, cuando derogó las leyes y se iniciaron los juicios que todos conocemos.

Pero en 2003 ya habían pasado 20 años de la dictadura, y prácticamente, no quedaban en actividad oficiales que habían sido partícipes del proceso militar. Pero además, las fuerzas armadas habían sufrido, primero una pérdida de poder económico en los 90 (pasaron de un gasto del 2,74% del PBI en 1983 a 1,14% en 1997) . Y todo un proceso de reeducación democrática, que encabezó el General Balza, luego de reprimir a sangre y fuego el último alzamiento del coronel Seineldin, en diciembre de 1990, con un saldo de 14 muertos, 100 heridos, y 300 detenidos.

Todo esto no quita méritos a la valiente decisión del presidente Néstor Kirchner, pero sin lugar a dudas, la correlación de fuerzas, ya se había inclinado hacia el poder civil.

Strassera, ¿héroe o villano?

Entre las varias críticas a la película hay quienes han cuestionado al fiscal Strassera por su papel como fiscal durante la dictadura. Dije al inicio que todos los miembros del Poder Judicial que participaron del juicio a las Juntas, eran funcionarios judiciales que venían de antes de 1983. Y Strassera, como fiscal penal, actuó en causas vinculadas con la represión a la guerrilla, y a la oposición política y/o sindical.

Podríamos hacer una larga lista de juristas que trabajaron en el poder judicial del 76 al 83, y con un criterio cancelatorio, calificarlos como colaboradores o cómplices de la dictadura. Por poner dos ejemplos: Elena Inés Highton de Nolasco y Raúl Zaffaroni, nombrados en la Suprema Corte por Néstor Kirchner, ambos fueron jueces durante la dictadura. Como existe la llamada, carrera judicial, es muy posible que cualquier juez o fiscal, mayor de setenta años, del 76 al 83 haya sido funcionario del Poder Judicial.

Para abrir juicio sobre conductas humanas, hay que ponerlas dentro de su contexto, de la hermenéutica de la historia. El hombre es el hombre y su circunstancia, diría José Ortega y Gasset.

Y hay hombres mediocres, que puestos en circunstancias extraordinarias se convierten en héroes; y hay héroes que se equivocan o defeccionan, según el momento en el que se analice su actuación. Supongo (sin conocerlo demasiado) que Strassera pertenece al primer grupo.

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Las críticas de Cabildo y el Cohete a la Luna

Una de las artimañas más usadas en el juicio por los defensores de los dictadores fue descalificar a los testigos acusándolos de “colaboradores de los militares”. En la película se ve cuando declara el fotógrafo Basterra y asume haber realizado trabajo esclavo. Pero no solo acusaron a los testigos, también usaron el mismo argumento contra los fiscales Strassera y Moreno Ocampo.

La revista Cabildo de orientación nacionalista- católica. órgano del Movimiento de Restauración Nacionalista; en su edición de octubre 1985, criticaba duramente el juicio a las Juntas y exponía sus argumentos contra el entonces Fiscal Strassera.

Cabildo iniciaba la nota diciendo: “Bajo la apariencia de un juicio legal, el régimen de Alfonsín prepara la condena de quienes condujeron la guerra librada por las armas de la Patria contra la subversión marxista. Una guerra justa y necesaria.” Creo que no hacen falta más párrafos para ubicarnos en la posición política-ideológica de Cabildo.

Luego de una larga perorata sobre las virtudes de los militares y lo horrible de la “subversión apátrida”, había un subtítulo dedicado al fiscal: “La autoridad moral del acusador Strassera”.

Decía: “Partimos del presupuesto, de que no se precisa ser un santo para acusar y juzgar. Pero, se exigen ciertos requisitos morales, para emitir juicios y pedir condenas. Creemos que el doctor Strassera no reúne esos requisitos y está inhabilitado para acusar”.

“Brevemente señalamos su currículum: después de marzo del 76 está entre los primerísimos fiscales en el fuero Penal Federal, designados por las autoridades militares. Pocos fueron los funcionarios y magistrados que tuvieron acceso a los sombríos recintos judiciales. Strassera era uno de esos privilegiados, que juró por las actas y estatuto del Proceso, a las que reconoció validez constitucional. Por si se ignora, en ese momento el fuero federal era aquel donde se tramitan los habeas corpus por las personas detenidas a disposición del poder ejecutivo o presuntamente (sic) desaparecidas. No le tembló el pulso para sostener desde sus dictámenes los principios de la doctrina de la seguridad nacional.(...) sabemos sí, que al llegar la democracia retorno como fiscal de Cámara y denunció a los comandantes del proceso”.

Cerraba Cabildo: “Hoy nos encontramos con asombro con un proceso instaurado ante los tribunales civiles, en el cual los vencedores militares de aquella guerra se sientan en el banquillo de los acusados, mientras que el enemigo artero de entonces, ocupa el sitial de los testigos y es representado desde el pupitre de la fiscalía, apareciendo como víctimas, quienes sabemos, que fueron victimarios, quienes conspiraron contra la nación misma dispuestos a entregarla al marxismo internacional”.

En esos años, Cabildo la dirigía Ricardo Curutchet, un reconocido dirigente “naco” (nacionalista católico ultramontano), a su fallecimiento, pasó a dirigirla otro ultramontano: Antonio Capponeto, que - por ejemplo - desde sus páginas califica al Papa Francisco de “marxista enviado del diablo”.

Bueno, hasta aquí lo dicho por Cabildo, no sería novedad. Expresaba la línea política de una revista de tinte fascista defensora del terrorismo de estado.

Lo que sí es llamativo, que el blog “El Cohete a la Luna” dirigido por Horacio Verbistky, expresión de nuestro más puro progresismo, presente una nota titulada: “Una carta que nunca se publicó. La misiva que demuestra el accionar del fiscal durante la dictadura”, firmada por Ricardo S. Curutchet a quien presentan como un “nacionalista católico”.

Según el autor de la nota, Curutchet dice lo siguiente: “El Dr. Julio C. Strassera fue uno de los primeros fiscales federales designados por la Junta Militar y juró su cargo entre bambalinas, pocos días después del golpe del 24 de marzo de 1976 (…) Por supuesto que juró por los Estatutos y por todo lo que se le pidió que jurara, sin reparo alguno.” (…) me consta que adhirió sin reservas a la doctrina de la seguridad nacional. (…) El gobierno del Dr. Alfonsín lo promovió a fiscal de la Cámara Federal y, como le tocó intervenir en los juicios que entonces se gestaron, se sometió, nuevamente sin reparos y con énfasis, a las instrucciones de las nuevas autoridades. (…) Indigna y duele pensar que hombres como este, quizás un día irán a formar parte de la galería de los próceres de nuestra patria.” Finaliza la “valiente” carta el Dr. Ricardo S. Curutchet, repitiendo casi con puntos y comas, los conceptos de las notas de la revista Cabildo de 1985.

Entiendo que Ricardo S. Curutchet, es el hijo, del fallecido director de Cabildo. No menos ultramontano que su padre, ya que en 2006 figuraba como presidente del CIDEPROF (Centro de Investigaciones de la Problemática Familiar) dependiente del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) dedicado a dar cursos anti-ideología de género y anti-aborto.

Sinceramente creo, que Horacio Verbistky ya está falto de reflejos y debería revisar mejor sus fuentes. Porque poner la palabra de Curutchet para denostar a Strassera, es casi igual que usar la de Videla o cualquiera de los comandantes.

Recordemos que Verbistky se permitió señalar como colaborador de la dictadura a Jorge Bergoglio; al ex Jefe del Ejército (designado por Cristina) general Milani (a quien primero impulsó y luego defenestró); al camionero Hugo Moyano como miembro de la Triple A, (que ahora ya es “rubio y de ojos celestes” de nuevo). Incluso hace poco hizo equivocar a la Vicepresidenta, señalando a un juez también como “colaborador de la dictadura”, siendo un homónimo, y el tipo no tenía nada que ver.

En síntesis, es posible que, como dice la nota del Cohete a la Luna, Strassera fuese: “timorato, acomodaticio con el poder de turno y trepador en su carrera tribunalicia”. Yo agrego que, además, era profundamente antiperonista (igual que su hijo que hoy es abogado). Per la historia no es binaria: blanco o negro, buenos y malos, sino que la historia transita en una infinita gama de grises y que cada hombre, cada etapa, hay que analizarla dentro de su contexto.

Strassera, Moreno Ocampo, los miembros del tribunal, los miembros de la CONADEP, los testigos de la causa, el Presidente Alfonsín, en 1985 afrontaron con decisión y valor, la difícil gesta de poner en el banquillo y juzgar a los dictadores, como no se hizo, en casi ningún lugar del mundo. Y por ese solo hecho, merecen nuestro reconocimiento ante la historia.

Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.

www.aldoduzdevich.com

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