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La Mañana Opinión

Amíny su defensa de la periferia

Fue un teórico nacido en Egipto, que desarrolló su carrera en Francia y cuyos trabajos influyeron en el pensamiento y las luchas políticas de los años 60 y 70. Murió a los 86 años en París y dejó un gran legado.

Por Humberto Zambón / [email protected]

El 12 de agosto murió en París, a los años 86 años, el economista Samir Amín, un teórico de gran influencia por sus estudios sobre el subdesarrollo económico y, al mismo tiempo, un incansable luchador en la defensa de los países del tercer mundo.

Fue, a la vez, producto e influyente actor en el clima intelectual que se vivió en los años 60 y 70 del siglo pasado, años de la rebelión juvenil contra la sociedad de consumo en los países ricos y de la liberación nacional del tercer mundo, tiempo del Mayo francés y del cambio y liberación en las pautas culturales y sociales del mundo contemporáneo.

Amín participó activamente en esa época y mantuvo sus ideas y militancia a través de los años. “El pensamiento económico contemporáneo pierde a una de sus figuras ilustres”, dijo Macky Sall, presidente de Senegal, al anunciar su muerte, al tiempo que destacó la personalidad de un hombre que ha “consagrado toda su vida al combate por la dignidad de África y a la causa de los pueblos y las personas más desfavorecidas”.

Nació en El Cairo, de padre árabe y madre francesa. Hizo la escuela primaria y secundaria en Egipto y luego hizo los estudios universitarios en Francia (1947-1957), donde se recibió en Ciencias Políticas (1952) y luego realizó posgrados en Estadística y en Economía. La amplitud de su formación posiblemente haya sido causa de su convencimiento de que no es posible escindir el conocimiento social en capítulos estancos; como escribiera años después, “la única posible es la ciencia de la sociedad, ya que el hecho social es uno; nunca es ‘económico’, ‘político’ o ‘ideológico’, etc.”, enumeración en que, indudablemente, incluía a la sociología y a la historia, como se puede verificar al leer sus libros, que presentan un enfoque claramente interdisciplinario.

Después de diplomarse volvió a Egipto y allí, y en otros países africanos, realizó sus estudios de economía aplicada. Más tarde dedicó su tiempo a las conferencias y seminarios y a escribir sus numerosos libros y trabajos (que fueron su principal forma de militancia), así como a la actividad académica que desarrolló en universidades de Francia (enseñaba en las de Potiers y Vincennes) y en la de Dakar, ciudad en la que residía el mayor tiempo posible.

Integrar países del tercer mundo al mercado traemás desigualdad.

En 1971, en París, publicó uno de sus principales libros, La acumulación en escala mundial (traducido al castellano por la editorial Siglo XXI en 1975), que tuvo gran influencia en las luchas políticas de los años 70. Si bien el tema le preocupaba desde hacía tiempo (fue el tema de su tesis de 1957), se nota claramente la influencia de Paul Baran y su concepción del excedente económico, de los estudios sobre el capitalismo monopólico de Sweezy y Huberman y, especialmente, del libro El intercambio desigual de Arghiri Emmanuel, publicado en París dos años antes.

“La acumulación en escala mundial” es un exhaustivo tratado (660 apretadas páginas en su edición en castellano) en el que analiza históricamente la formación del capitalismo periférico y los mecanismos monetarios y comerciales que lo relacionan con el centro. Desarrolla una crítica de la teoría económica ortodoxa y, en especial, de la teoría de desarrollo, aquella que ve al subdesarrollo como una etapa en la historia de los países, donde los países ricos y desarrollados son un espejo en el que los países pobres pueden mirar su futuro. Por el contrario, su conclusión es que ambos –desarrollo y subdesarrollo- están indisolublemente unidos, son como dos caras de la misma moneda y consecuencia de un sistema mundial organizado en base a relaciones asimétricas entre un centro dominante y una periferia dominada.

Las características de la periferia son una estructura productiva desequilibrada con sus secuelas de actividades de enclave, industria no integrada con gran dependencia del exterior, fuerte diferencia de salarios y de los ingresos en general, que genera sectores de alto consumo mientras condena al hacinamiento y a asentamientos precarios a una amplia proporción de la población.

Para Amín, “a medida que crece la economía, cada una de estas características que definen a la periferia no se atenúan, sino que, por el contrario, se acentúan. Mientras que en el centro el crecimiento es desarrollo, es decir que integra, en la periferia el crecimiento no es desarrollo porque desarticula. De hecho, en la periferia, el crecimiento basado en la integración al mercado mundial es desarrollo del subdesarrollo”.

Para Amín, a medida que crecela economía se acentúan las diferencias.

Escribió varios libros más. Entre ellos El capitalismo periférico, Desarrollo desigual, Imperialismo y comercio internacional. El intercambio desigual, los tres publicados en los años 70.

En 1988 escribió La desconexión, en el expone la necesidad de que los países de la periferia traten de desconectarse del sistema capitalista mundial, ya que el carácter desigual del desarrollo está en la esencia del sistema, y traten de establecer relaciones entre sí como forma de lograr el desarrollo en conjunto. Por esa razón dio un apoyo entusiasta a las experiencias latinoamericanas de integración económica, como el Mercosur ampliado, y política, como el Unasur.

También analizó en forma crítica al proceso de globalización contemporánea, al que calificó de nueva ofensiva del capital para la dominación mundial. Con la muerte de Samir Amín desaparece un testigo activo de toda una época histórica, aunque es probable que su influencia intelectual se conserve en el tiempo como un adalid de la periferia mundial.

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