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La Mañana Merkel

Angela Merkel se despidió en la cumbre de Bruselas, pero su legado se extiende a escala mundial

Este viernes la canciller de Alemania fue ovacionada en la que fue su cumbre continental número 107. Su futuro tras 16 años al frente de la potencia europea.

Ante una ovación sin precedente y un sinfín de elogios, Angela Merkel (67) recibió este viernes la cálida despedida de los demás líderes de la Unión Europea (UE) en la cumbre de Bruselas. De esa manera, la canciller de Alemania le dijo adiós al bloque continental después de haber participado en 107 encuentros y de haber dejado la sensación que tras su paso quedará un enorme vacío, un espacio muy difícil de llenar.

Como señaló el presidente del Consejo Europeo Charles Michel en la breve ceremonia de despedida, sin Merkel las cumbres de la UE serán como Roma sin el Vaticano, o como París sin la mismísima Torre Eiffel. Más allá de las metáforas, su trayectoria personal y su legado en Alemania la han convertido en una de las personalidades políticas más relevantes de este primer cuarto del siglo XXI.

Durante estos 16 años, Merkel ha llevado las riendas de Alemania y sus 66 millones de personas con un estilo sobrio, lejos de toda pompa y apariencias. Logró reducir la deuda pública y los niveles de desempleo en su país. En paralelo incrementó las partidas para políticas sociales y eliminó el servicio militar obligatorio. Además de haber participado en más de un centenar de cumbres europeas, convivió en el poder junto a cuatro presidentes estadounidenses, cuatro franceses y tres españoles; cinco primeros ministros de Reino Unido y ocho, de Italia; el Brexit y el flagelo que aún mantiene en vilo a buena parte del mundo: la pandemia de coronavirus. Todo en medio de fuertes críticas sobre su supuesta falta de carisma.

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Fuera de las fronteras de Alemania, Merkel también inscribió su nombre en los más alto al haberse mantenido firme ante Rusia y conseguir el alto al fuego en la escalada de la tensión de Crimea. Asimismo, fue ella quien negoció para que una Grecia sumida en una debacle económica permaneciera en la UE en medio de la crisis del euro en 2008.

Para 2015, Merkel tomó una decisión histórica al recibir a casi un millón de refugiados que huían de países del norte de África, Irak, Siria y Afganistán en medio de lo que muchos especialistas consideran como la crisis migratoria más dura desde la Segunda Guerra Mundial. Decisión que, si bien le costó un parte de su apoyo sustancial, años después reivindicó: “Lo volvería a hacer. Cuando la gente está esperando en una frontera hay que tratarlos como seres humanos”. A fines de ese año, la revista Time la elegía como Persona del Año, distinción que la prestigiosa publicación no le había dado a una mujer durante casi tres décadas.

En junio de 2017 Merkel viajó por primera vez a la Argentina donde se reunió con Mauricio Macri, coordinaron el traspaso de la presidencia del G20 y abordaron cuestiones bilaterales de comercio. En aquella oportunidad, la canciller alemana visitó el Parque de la Memoria junto a distintos organismos y organizaciones de derechos humanos.

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Meses más tarde, Merkel viajaría a nuestro país con motivo del dicho encuentro de líderes internacionales realizado en Buenos Aires. La canciller alemana llegó al aeropuerto internacional de Ezeiza en un vuelo comercial de Iberia luego de que el avión oficial sufriera un problema técnico. Durante su corta estadía hizo gala de su templanza y cintura política para destacarse entre los líderes internacionales y cual “estrella pop” no se privó de recorrer el pintoresco barrio porteño de Recoleta, visitar una iglesia, disfrutar de una de las más exclusivas parrillas de la ciudad de Buenos Aires distinguida entre los mejores restaurantes del mundo.

Durante 2020, mientras el mundo se repartía su tiempo entre la incertidumbre, largos confinamientos y la espera de las tan mentadas vacunas, Angela Merkel forjó junto al presidente de Francia Emmanuel Macron un consenso que permitió aprobar el Fondo de Recuperación de 800.000 millones de euros para hacer frente a la pandemia de coronavirus.

Angela antes de Merkel

Hija de una profesora de inglés y latín y de un pastor de la iglesia luterana, Angela Dorothea Kasner nació nueve años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, precisamente el 17 de julio de 1954, en Hamburgo. A las pocas semanas de vida se mudó a Templin, en el este de su país, donde fue a la escuela y creció.

A los 23 años, mientras terminaba su carrera de fisicoquímica en la Universidad de Leipzig, se casó con el físico Ulrich Merkel, de quien, pese a haberse separado a los cuatro años, conserva su apellido incluso después de haberse contraído segundas nupcias en 1998 con su actual esposo Joachim Sauer.

Merkel fue testigo de la caída del Muro de Berlín a los 35 años. Fue en ese momento, tras celebrar la unificación de las dos Alemanias, cuando dio el puntapié inicial a su carrera política.

De haber sido nombrada ministra para la Mujer y la Juventud en el gobierno del canciller Helmut Kohl en 1991 a sus 16 años al frente de la cuarta economía del mundo, Angela Merkel supo cosechar a fuerza de trabajo, bajo perfil y disciplina el lugar que ocupa.

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El día después, una incógnita

Con un largo camino recorrido y una serie de logros alcanzados, Merkel sabe cuál es el punto sobre el que Alemania continuará su camino ya sin ella. Consultada por el Süeddeustche Zeitung sobre cómo se sentiría si la coalición “semáforo” entre socialdemócratas (SPD), liberales (FDP), y verdes (GRÜNE) logra formar gobierno y, de esa manera Olaf Scholz llegara a convertirse en el nuevo canciller de su país, ella fue contundente. “Habrá diferencias, eso está claro, pero puedo dormir tranquilamente”, manifestó.

Después de más de una década y media al frente de una las naciones más poderosas de Europa, incansables negociaciones para su país y la continuidad de la UE, la difícil convivencia con líderes como el expresidente estadounidense Donald Trump y el actual mandatario ruso Vladimir Putin, Merkel es consciente de todo lo que ha logrado hacer en los cuatro gobiernos consecutivos que ha encabezado. Mientras se espera que SDP, FDP y GRÜNE puedan formar gobierno y ungir a su sucesor para el próximo 6 de diciembre –día en que se celebra la festividad prenavideña de San Nicolás de Bari– la canciller no sabe en rigor cuál será su último día de trabajo. Ni tampoco se planteó qué hará de ahí en adelante: “No he pensado en lo que haré al día siguiente”.

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