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La Mañana Carlos Fuentealba

Asesinato de Fuentealba: el juicio que mantuvo en vilo a todo Neuquén

LMNeuquén estuvo presente en todas las audiencias de este proceso judicial donde se revivió el dolor de los docentes al ver morir a un compañero en la ruta. 

Llegué a vivir a Neuquén el 4 de marzo de 2007, me bastó solo un mes para conocer de qué se trataba esta ciudad y la fuerza de su pueblo. Me topé de lleno con la atrocidad del asesinato del docente Carlos Fuentealba y el casi automático levantamiento de toda la provincia. Un año más tarde me tocó una de las tareas que más me impactó en el periodismo, la cobertura del juicio que confirmó que el gatillo lo apretó Darío Poblete y que dejó abierta la puerta, aún sin cerrar, de las responsabilidades políticas de esa muerte y de la represión.

Con esos pocos días en la ciudad, pero ya en la redacción de LMNeuquén la impotencia de saber que un hombre había muerto tendido en la ruta 22 me invadía el cuerpo, pero mucho más lo hacía las ganas de cubrir para el diario este acontecimiento.

El 9 de abril los jefes de redacción me encomendaron la cobertura de la movilización más grande que vi en Neuquén. Pero no era cualquier marcha, era una marcha llena de dolor, de bronca, de impotencia, de personas realmente movilizadas por el asesinato de Carlos.

marcha del 9 de abril carlos fuentealba

Era una marcha de llanto, de mucha conmoción, de maestras y maestros quebrados, de vecinos y vecinas realmente conmovidos y en la calle para reclamar justicia. Era una marcha de total piel de gallina hasta para una persona que recién vivía en la ciudad hacía un mes.

Conocí a Sandra Rodríguez, la compañera de Carlos y madre de sus dos hijas y vi una mujer desesperada, rota, pero de pie - apuntalada por miles de docentes- para pedir justicia.

Aquella enorme movilización fue la primera de muchas y una apretada para que esta vez la Justicia sea más rápida que lo habitual.

Juicio

La noticia de que el juicio tenía fecha fue recibida de muy buena manera por toda la comunidad, a pesar de que la herida aún estaba abierta. Y de nuevo, los jefes de redacción me eligieron para cubrirlo, junto con el que por entonces era el jefe de policiales del diario, Luis Cabañez. Un gran desafío por lo importante que este proceso judicial iba a ser para miles de personas y también para mi trayectoria profesional.

juicio fuentealba

Se preparó para ese evento el recinto de la vieja Legislatura en Olascoaga 560. Los integrantes de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN) armaron una carpa sobre la plazoleta de enfrente, y allí estuvieron el mes que duró este proceso judicial. Se apoyaban entre ellos, sostenían a los testigos que tenían que subir al estrado, nos daban notas a los periodistas y también desde allí difundían entre la comunidad todo lo que pasaba en el juicio.

El 4 de junio del 2008 comenzó el derrotero de testigos. Docentes, policías y hasta el propio, por entonces gobernador, Jorge Sobisch se tuvieron que sentar en el banquillo. La jornada en que tuvo que prestar testimonio Sobisch fue una de las más duras. Un gran operativo policial lo resguardó hasta ingresar a la vieja Legislatura.

Desde el estrado, Sobisch dijo que pidió el desalojo de la ruta “sin violencia”, y el público no escondió el enojo.

Las audiencias eran de mañana y tarde, todos los días, algunos viernes se suspendieron por gestiones del tribunal. Eran jornadas largas, de escuchar por horas a los testigos y luego llegar a la redacción para convertir lo escuchado en noticia.

Otro de los momentos, que a pesar de los años aún no puedo borrar de mi memoria, fue el día en que exhibieron la autopsia. Los presentes en la audiencia vimos las fotos en pantalla grande del cuerpo del docente tendido en una camilla. Su cabeza, con el impacto del proyectil que le arrebató la vida. Y en la primera fila estaba su compañera, Sandra. Aún siento aquella vergüenza, dolor o no sé qué, de tener que presenciar como esa mujer veía el cuerpo del que fue su compañero por años. Aquella fortaleza nunca se me olvidó.

Muerte

Por aquellas jornadas escuchamos el testimonio del médico forense Carlos Losada, encargado de realizar la autopsia al cadáver del docente. Él confirmó que Fuentealba murió debido al disparo de una granada de gas lacrimógeno a menos de diez metros de distancia.

juicio fuentealba.jpg

También vimos las filmaciones de los propios camarógrafos que estaban cubriendo la movilización del 4 de abril en Arroyito y lograron capturar la imagen, cuando el cabo Darío Poblete se separó de su columna policial y apuntó directamente al auto donde iba el maestro y disparó.

JUICIO FUENTEALBA. DARIO POBLETE

Las declaraciones de los testigos describían una y otra vez el miedo que tuvieron cuando se vieron corridos por la policía sobre la ruta 22 y el inmenso dolor cuando se enteraron que uno de ellos había recibido un disparo en su cabeza.

Las jornadas de este histórico juicio tuvieron también grandes visitas que llenaban de fuerza incansable el ambiente. Vinieron a apoyar a la familia del maestro y a todos los docentes y la comunidad entera Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel, entre varias personalidades.

También la jornada en que ingresó a la sala, el señalado como asesino de Carlos Fuentealba, el cabo Darío Poblete, fue uno de los momentos imborrables para los que allí estábamos. Su rostro oscuro, inmutable, y su mirada sin pudor de detenerse en Sandra.

Y llegó el 8 de julio de 2008, los tres jueces del tribunal coincidieron en que la pena para Darío Poblete era la prisión perpetua. La audiencia entera quedó descolocada, comenzaron los abrazos, los llantos. Él ni inmutó. Con la misma cara escuchó paso a paso la decisión de la Cámara.

Ceballos participó en 2009, con el veredicto en la causa Fuentealba.

“¡Asesino! ¡Asesino!", fueron los gritos que invadieron la audiencia y en pocos segundos Poblete levantó la mirada al policía que tenía sus esposas, se paró y se lo llevaron. Una gran emoción reinó en esa sala y más aún en la calle que fue invadida por cientos de docentes que se emocionaron con la resolución judicial y que se sintieron con aún más fuerzas para encarar lo que se denominó causa Fuentealba II, que a pesar de los años aún no tiene resolución.

Sin dudas esta caso marcó un antes y un después en la historia de esta provincia en general, pero también en la de miles de vidas particulares que cambiaron luego de vivenciar el asesinato de un docente durante una manifestación, por parte de un cabo de la Policía, y una lucha incansable por el pedido de justicia completa. Vidas como la mía, que hasta llegué a sentir -con los años de escuchar y luego relatar a los que querían a Carlos- que lo conocía, que había pasado por aquella aula del CPEM N° 69 de la Cuenca XV para ser un estudiante más con el lujo de tener como profesor a un hombre íntegro, a un luchador por su familia y por los trabajadores.

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