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La Mañana Verde

Cabernet Franc: el tinto que reinventa el paladar argentino

La innovación varietal que propone está sumando adeptos entre los argentinos. El perfil frutal con componente herbal es una invitación a nuevos sabores.

En el país del Malbec la renovación gustativa pasar por varios frentes. Uno de ellos es por la innovación varietal y, en particular, por la exploración que supone el Cabernet Franc en materia gustativa.Esta cepa oriunda de Burdeos,

Francia, reúne algunas particularidades por la que hoy forma la vanguardia de sabor. La primera de ellas es también la que más detractores tiene: a un perfil frutal, le suma un componente herbal que, técnicamente, se describe como piracínico; en otras palabras, ofrece un claro componente de pimiento verde. Y están los que aman y los que odian ese trazo.

En todo caso, lo interesante vino después. Hasta la década de 2000, cualquier trazo verde, herbal o vegetal en tintos era considerado un defecto. Pero como el Franc tenía esa nota en el ADN, pero también ofrecía un perfil de vinos ceñido al paladar, con frescura y paso jugoso, lo que terminó pasando es que, con ella, el verde dejó de ser considerado un defecto pasó a ser considerado una virtud, ya no sólo en el Franc.

En el fondo, lo que sucedió hacia el año 2010 es que cambió la concepción de qué estaba bien y qué no en materia de tintos. Y el Cabernet Franc es la variable sobre la que pivotó esa transformación.

Los Malbec empezaron a tener trazos herbales y a ser juzgados positivamente; el Cabernet Sauvignon ídem, y otro tanto para todas las variedades tintas.

Así, al cabo de un puñado de años, es factible encontrar en la góndola de vinos el carácter herbal ya no sólo asociado al Franc sino también a distintas regiones. En particular a los viñedos de altura, donde la madurez de las uvas deja ese trazo en casi todas variedades.

ABC Cabernet Franc

Es una de las variedades antiguas de las que se tienen noticias. Reconocida tan temprano como el silgo XVII en la zona de Burdeos, también está extendida en el área del río Loire. Rústica y resistente a las inclemencias del clima, se extendió por Francia y el mundo hasta Canadá, donde se la cultiva al límite de sus posibilidades en Ontario. También, desde ya, a la Argentina.

El dato es que el Franc es el padre biológico del Cabernet Sauvignon, nacido del cruzamiento con Sauvignon Blanc. Y como sucede con las buenas historias de familia, el hijo terminó desbancando al padre de la zona de Burdeos. ¿La razón? El carácter más corpóreo del Cabernet Sauvignon y a la vez su perfil menos herbal. Por eso, el Franc se conservó en las zonas más calientes, como Saint Emilion, donde aporta una cuota de frescura a los cortes de Merlot. O bien, en los márgenes del cultivo, en zonas frías, como sucede en Chinon, dentro del Loire.

A nuestro país llegó en el siglo XIX, pero no fue hasta la década de 1990 en que se incorporaron clones específicos de la variedad que terminó de prender. Como dato extra, se lo incorporó al parque varietal precisamente como variedad de corte. Luego emprendería un camino como vino monovarietal.

Cuáles probar

Hoy hay un centenar de Cabernet Franc en el mercado. Entre los más interesantes, sin embargo, hay un puñados que se desglosan en dos grandes grupos: los que son principalmente frutales y herbales, con foco en Valle de Uco, y los que son fundamentalmente herbales y piracínicos, con base en Agrelo, Luján de Cuyo. En todo caso, tanto movimiento hoy se traduce en precios más elevados

Entre los primeros, de Valle de Uco, destacan Gran Enemigo Single Vineyard El Cepillo 2016, Bramare Chañares Estate 2017, Rutini Single Vineyard Gualtallary 2016, Benmarco Cabernet Franc 2019, Siesta en el Tahuantinsuyu 2017, Polígonos del Valle de Uco Altamira 2019, Don Nicanor Barrel Select 2017 y Zaha Cabernet Franc 2017. A ellos se parecen en estilo los patagónicos, como Humberto Canale Gran Reserva 2018 y Saurus Barrel Select 2017.

Mientras que de Agrelo y Luján en general, destacan Gran Enemigo Single Vineyard Agrelo 2016, Lagarde Guarda 2018, Proyecto Las Compuertas 2019, Sin Fin Gran Guarda 2016 y Artesano 2019.

En todo caso, una cosa es segura con el Cabernet Franc: probarlo es una apuesta por sabores nuevos. Difícil no sorprenderse.

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