Un lugar alejado, ideal para escapar del ruido. No cuenta con paradores ni comercios.
Todo parece más impactante porque el entorno está tapizado de millones de conchas marinas, almejas, vieiras y mejillones que alguna vez expulsó el mar y que le dan un tono intensamente blanquecino a la postal.
Paella: Hoy cocinará el chef Donato de Santis en la Fiesta del Trabajador Portuario.
Es un auténtico paraíso que por el movimiento de la marea ofrece diariamente dos paisajes distintos y atractivos.
En marea alta, la caleta se inunda y crece una laguna mansa, sin olas, ideal para practicar deportes acuáticos. Un escenario conmovedor por su quietud aunque la jornada esté ventosa, donde se puede remar, nadar o bucear, ya que el agua es cristalina y su fondo blanquecino cubierto de conchas y caracoles permite una gran visibilidad.
Pero, además, todo su entorno invita a permanecer plácidamente sobre la orilla. Un consejo saludable es concurrir con sombrillas o algún otro método para frenar el sol, porque tampoco hay arboledas donde guarecerse.
Mientras que cuando se produce la bajamar queda al descubierto una restinga con caprichosas formaciones rocosas por donde escurre el agua hasta que nuevamente se cumple el ciclo mareal.
Hasta el momento el acceso es sin restricciones, lo que podría cambiar dado que hay un conflicto que planteó una familia que vive aquí desde principios del siglo pasado y reclama la propiedad de las tierras de elevado valor.
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