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La Mañana

Cuando seguir rastros es una tarea de todos los días

Dos peritos de Criminalística cuentan cómo se esclarecen los casos.

Guillermo Elia
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Neuquén.- Sus días pasan entre computadoras y lupas, siempre mirando huellas dactilares, cotejando y comparando en busca de aquel delincuente o asesino que anda suelto.
Roberto Quispe, de 49 años, y Miguel Torres, de 41, son la clave del detrás de escena de cualquier investigación. Ambos trabajan en Criminalística, tienen bajo perfil y sus ojos son vitales para la Policía neuquina.
Estos peritos se encargan de la parte de la investigación que nunca trasciende cuando se hacen las conferencias de prensa que anuncian el esclarecimiento de un caso.
Quispe es un perito de la vieja guardia, de esos que pasaban jornadas completas con la lupa cuentahilos y la aguja mirando la cantidad de líneas de las huellas y comparando los puntos específicos. Torres, en cambio, es de la era digital. Se maneja con el programa AFIS, una base de datos donde se cargan los rastros que consideran válidos para ser cotejados y luego se hacen búsquedas específicas para tratar de dar con la identidad de un huella.
Entre estos dos expertos, cada año se logra dar con más de 200 huellas positivas, ésas que identifican a quienes cometieron alguno de los tantos hechos delictivos. Después, serán los policías de Delitos quienes se encarguen de las detenciones.
Con la lupa a todas partes
Roberto Quispe lleva 24 años dentro de la Policía y está a las puertas del retiro. Cuando resolvió ingresar a la fuerza, trabajaba de tapicero y su destino parecía estar escrito por un mandato de familia.
“Mi viejo era militar y mis hermanos policías. Ya había en la familia la vocación de pertenecer a una fuerza. Ingresé con 25 años y hace 23 que estoy en Rastros. Me inicié yendo a la escena del crimen”, recuerda el hombre.
Su trabajo inicial consistía en fijar el lugar del hecho con fotos y observar detenidamente cada rincón, objeto y abertura para tratar de encontrar huellas que ayudaran a orientar la investigación.
“Me especialicé en rastros por curiosidad. A los que estaban en el gabinete criminalístico les iba pidiendo que me explicaran y así fui aprendiendo hasta que me dejaron trabajando con las huellas. En las guardias, agarraba la lupa y me ponía a mirar para aprender”, contó el perito.
“El primer rastro que descubrí, recuerdo que llevaba poco tiempo, dos o tres meses, fue a mediados de los 90. El jefe de ese entonces, Fernández, me decía que los arcos (uno de los cuatro tipo de huellas que existen) no le gustaban porque no tienen delta y son llanos, y a él les parecían todos iguales”, recuerda Quispe.
Se trató de un robo en la zona céntrica de Neuquén, sobre calle Islas Malvinas. Los delincuentes rompieron la ventana y cuando llegaron los peritos se comenzó a trabajar en el lugar.
“Donde estaba el televisor habían dejado colgando el conversor de canales y de ahí pude sacar un rastro que estaba nítido. Esa huella era un arco por lo que me fui al fichero y me puse a cotejarlo. Al otro día le dije al jefe que tenía un hecho positivo y se me reían, pero después cuando lo vieron, compararon y así pudieron detener al delincuente”, relató el perito su primera hazaña.
A lo largo de los años, la experiencia que sumó Quispe y su prestigio sirvieron para que fuera convocado como perito de parte en el triple crimen de Cipolletti de 1997 y luego en el segundo triple crimen, en el 2002. “En esta profesión, el encontrar un rastro que te dé positivo es algo estimulante, te recarga muchísimo las pilas”, describe el policía que en el 2001 sólo él logró dar con la identidad de 150 huellas.
Peritando a puro mouse
En el 2005, la Policía adquirió el software AFIS que consta de una base de datos de huellas dactilares. El paquete que compró el Gobierno se adecuó a la realidad de Neuquén y se comenzó a especializar a los peritos del gabinete de Rastros.
Miguel Torres le agarró rápido la mano, a tal punto que hoy se dice que es “el experto” en el AFIS.
El perito ingresó en 1995 a la Policía y ya en 1998 pasó a Criminalística, donde al igual de Quispe tuvo que hacer todo el trabajo de campo en busca de huellas.
“Personalmente, me atrae mucho el querer descubrir. El saber que una huella es única. Las huellas están desde el nacimiento y perduran aún después de la muerte. Desaparecen cuando se pudre el cuerpo o lo queman”, detalló apasionadamente Torres.
“Todo el trabajo sobre las huellas lo hago desde un punto de vista imparcial, después la gente de Delitos vinculará esa huella al hecho o se abre un hilo de investigación que no estaba previsto y toma otro rumbo”, advierte el perito.
Cuando incorporan el sistema, se simplifica toda la búsqueda manual que se utilizaba antes. El software ofrece muchas herramientas de edición que a simple vista no se observan y que ayudan a ver mejor los puntos característicos de las huellas. “Cuando vuelve el operador del lugar del hecho y nos cuenta cómo fue el caso, tomamos el rastro, lo analizamos y, a veces a la hora, hemos tenido un resultado positivo”, contó el efectivo policial.
El caso que más recuerda es el de un delincuente de triple identidad que ocurrió a principios del milenio. El ladrón había sido detenido y enviaron su expediente para verificarlo; hasta ahí, todos pasos rutinarios con los que cumple la Policía.
“Lo cargamos en la base de datos y no saltó nada, pero la huella me resultó familiar. Después, verificamos con la base de datos de huellas no resueltas y ahí aparecieron las coincidencias. El hombre había sido identificado tres veces con nombres distintos y estaba vinculado a nueve hechos, por lo que se unificaron las causas. Después me enteré de que quedó preso”, contó Torres.
 

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