Keila de 22 y Juanse de 19 tuvieron un mes cargado de experiencia en el viejo continente donde dieron que hablar en seis carreras de las más importantes de España.
Los hermanos Muñoz, dos neuquinos de pura cepa, tuvieron una experiencia soñada en España a bordo de un bote mixto. De correr tres Regatas Internacionales del Río Negro juntos, pasaron a aguas viejo continente en agosto, un mes cargado competencias y emociones para Keila y Juanse. “Todo esto arrancó cuando fuimos a tirar el selectivo para mundial de Hungría. Yo tiré en K1 Sub23 en 21 kilómetros. Quedé tercera para clasificar entraban las dos primeras. En caso de Juan, tiró en K1 short race open, que son 3500 metros y quedó 15 de 25 botes”, contó Keila.
Cuando parecía que las chances de salir del país quedaban truncas luego del clasificatorio, llegó una de las invitaciones más importantes para sus carreras. “Ahí mismo en el selectivo nos llegó un mail con una invitación oficial a participar del descenso internacional del Río Sella. Nosotros la única emoción que teníamos era correr la Regata del Río Negro, veíamos la del Sella y decíamos que en algún momento de nuestras vidas íbamos a ir”, remarcó.
El objetivo del viaje a España estaba claro, poder sumar kilómetros y adquirir experiencia junto a los europeos. “La meta era participar y sumarse también a lo que es el legado, todavía no lo terminamos de asimilar, vivimos un sueño. Fuimos con esa expectativa y con la posibilidad de tener más participaciones en España y medirnos con más embarcaciones mixtas” declaró.
Cada una de las carreras y descensos fueron distintos y nutrieron a los jóvenes. “España para mí fue algo hermoso, fui mi primera experiencia internacional y que pude representar a mi país. Hace siete años que remamos con Kei, la verdad fue hermosa experiencia para ser la primera vez”, dijo Juanse.
Luego de tanto entrenamiento, sacrificio y constancia, España fue el gran premio y envión anímico para seguir remando. “Gracias a Dios y al sacrificio que hicimos se nos dio esto de conseguir los podios que tuvimos. A mí me encantó y nos quedamos con ganas de más competencias porque nos fue muy bien”, agregó.
Las carreras
La experiencia de los hermanos Muñoz comenzó a fines de julio y duró todo agosto. El primer gran desafío fue el 8 de agosto en el Sella donde corrían junto a 55 botes mixtos. “Acá en Argentina seremos 7 embarcaciones con toda la fuerza. Allá entre todos éramos 1300 botes y en categoría mixta corríamos contra 55 no lo podíamos creer. Fue la primera vez que nos pudimos meter contra tanto nivel”, comparó.
“Se subestima mucho el mixto porque dicen “corro con una mujer y gano”, eso no es así porque siempre te encontrás con la dupla varón-varón”, agregó.
Como parte del aprendizaje en aguas distintas a las del Limay y el Río Negro, debieron prestar más atención a las estrategias de navegación. “La largada fue caótica y fueron 20 kilómetros que se nos hicieron cortísimos. Aprendimos que a veces los ríos no se ganan con fuerza, sino con estrategia. Ahí quedamos décimos de los 55 botes”, sostuvo.
En el viejo continente no estuvieron solos y fueron apadrinados durante todo el mes por un gran tutor del deporte. “Siempre fuimos de viaje de la mano de Jorge Cinto Humbria, que lo conozco de mi primer mundial. Dijo que nos iba a acobijar y a hacer un tour para llevarnos lindos recuerdos de España, arrancamos con el Sella seguimos con Villaviciosa”, contó.
Ya en su segunda carrera fueron reconocidos por los locales. “Llegar a Villaviciosa y que digan “son los argentinos, los vimos, nos gustó como remaron”. Largar ahí, y quedar primeros fue el gran golpe. Ganamos una carrera en España con el nivel que hay ahí. Tardamos un par de horas en caer”, aseguró.
Después continuó Velilla donde no hubo premiación, pero sí participación y un primer inconveniente con la rotura el bote que se pudo solucionar a contrarreloj para seguir con la agenda. Llegó Pisuerga, un desafío con aguas movidas, con presas y una adrenalina mayor. “No veías salir los botes en las presas. Hasta que llegabas ahí no sabías si se habían dado vuelta o estaban bien. La adrenalina a full en 15 kilómetros donde quedamos séptimos”.
Otros de los desafíos fue el descenso de Segura, donde la sumatoria de experiencias en esas semanas trajeron los frutos. Quedaron segundos en k2 general entre todas las embarcaciones. Luego cerraron en Valencia la gira con el descenso de Sinca. “Otro lujo más. Pisuerga, Segura y Cinca fueron los ríos donde más cómodos nos sentimos, era como remar en casa”; explicó.
En España, uno de los clubes más importantes de Valencia fue el gran hogar durante toda la estadía. “Quedamos más que agradecidos con la gente de España, tuvimos una segunda familia Club Canoe Almazora de Valencia. Llegamos y era como si nos conocieran de toda la vida, al lugar que íbamos no hacían hinchada”, agradeció Keila.
Entre la facultad y el estudio
Los dos hermanos transitan sus días entre la universidad y el río, lo cual requiere de mucho sacrificio debido a la cantidad de horas que hay que dedicarle a cada actividad. “Arranqué la universidad en 2022, empecé cursando re bien hasta que clasifiqué al mundial de Dinamarca en 2023. Ahí fue elegir entre el mundial o cursar, yo le preguntaba a los profes si con los certificados podían aguardarme la instancia, por lo general coinciden los mundiales con fechas de parciales acá”, dijo Keila.
“Algunos me dijeron que sí y otros me planteaban si era más importante estudiar o el deporte. Era mi primer mundial, tenía la ilusión de correr y representar a mi país, me ganaba más esa experiencia que estudiar”; contó sobre sus primeros momentos donde había que decidirse.
Por suerte la estudiante de la Licenciatura en Ciencias Geológicas nunca dejó de lado el deporte. “Una persona persona sabia me dijo, “oportunidades hay muy pocas y se te presentó la del mundial, para estudiar tenes toda una vida”. Con la cabeza en alto me fui a Dinamarca”, sostuvo.
Aunque si bien la experiencia en su primer mundial no fue la mejor y la vida le dio la revancha de poder disfrutar y tener una de las experiencias más ricas junto a su hermano.
Por el lado de Juanse, estudia la ingeniería mecánica y sabe de las complicaciones que genera la facultad. Por eso acompaña a su hermana en todo. “Con Kei sabemos separar bien los términos, en casa somos hermanos, en la facultad compañeros de estudios y en el agua compañeros de bote. En ese sentido separamos mucho, si no siempre llegamos a un roce o una pelea”, expresó Juanse.
La relación se ha forjado en todos los sentidos. “Siempre tratamos de equiparar la situación, en España, en las prácticas éramos compañero y fuera del agua hermanos, pero siempre apoyándonos mutuamente. Como hermanos siempre va a haber peleas, pero siempre nos hacemos el aguante para no dejar tirado al otro”, afirmó.
Tal y como dice el Martín Fierro, “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si entre ellos se pelean los devora los de afuera”, estos hermanos lo cumplen a raja tabla. “Siempre nos vamos a necesitar, más en el bote, si uno no rinde el otro tampoco. Nos apoyamos en todo, si Kei se traba en algunas cosas de la facultad yo la ayudo y viceversa. Si no nos ayudamos, estos réditos que estamos teniendo no serían así”, mencionó.
“Ambos estamos atareados con muchas cosas y le buscamos todo el tiempo la solución para que en bote siempre ande bien y tener buenos resultados”, sumó.
Para Keila y Juanse, sus pilares principales en todo esto son sus papás. “Mamá y papá nos siguen a todos lados siempre, a todas las regatas, a todas las competencias que hacemos, están todo el tiempo. A España tuvimos que ir solos, si hubiéramos tenido el dinero capaz íbamos los cuatro”, sostuvo.
Gracias a ellos, hoy son lo que son y siguen pensando en seguir remando. “Mamá es la que siempre está, mi papá siempre trabajando, pero cada vez que puede, que tiene un franco o tiene vacaciones, aprovecha para estar en todas las carreras, en todos los entrenamientos”, concluyó.
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