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Don Jaime de Nevares y los Vitrales de la Catedral de Neuquén

El 29 de enero don Jaime de Nevares hubiera cumplido 106 años. Su intensa labor en pro del Neuquén ha dejado profundas huellas en el accionar de la Iglesia neuquina a favor de los más necesitados y en la defensa de los Derechos Humanos.

La capilla de Nuestra Señora de los Dolores, la primera capilla de la Capital, fue construida en 1907, durante la gobernación de Eduardo Elordi. Su primer párroco fue el Padre Santiago Valente y según consta en los primeros documentos, se construyó con fondos colectados por la comisión pro hospital y templo, constituida por la Comisión de Beneficiencia de Neuquén. Dirigió la obra el Ingeniero Fernando Cerdeña, que era contratista constructor del Banco Nación y de otras obras.

El terreno donde hoy está emplazada había sido propiedad de don Casimiro Gómez y Dolores Palmés de Gómez que fueron, en consecuencia, los padrinos en la inauguración, a la que fueron invitados, entre otros, el ex gobernador don Carlos Bouquet Roldán y el Ministro Joaquín V. González.

Los dos primeros capellanes titulares de parroquia (luego denominados párrocos) que más se destacaron aquí fueron los sacerdotes salesianos Fabricio Soldano y José María Brentana.

El terreno

El obispo de Mendoza gestionó en 1935 la reserva de los solares E y H de la Manzana 66 con destino a la Iglesia y casa parroquial (con una superficie de 1.000 metros cuadrados), que fuera autorizado por Decreto nº 8460 del Poder Ejecutivo Nacional.

La Catedral

Para profundizar un poco en estos conceptos, hablamos con el Dr. Osvaldo Pianciola, que nos amplió la información que desarrollara en el Libro de los Vitrales.

“En la década del cincuenta, era párroco de la Capilla el sacerdote Salesiano Antonio Fernández que, con un grupo de feligreses reunidos, comunicó su deseo de construir un templo más amplio y que estuviera a tono con las necesidades actuales y futuras de una ciudad en constante progreso. Todos manifestamos nuestra conformidad y en esa misma reunión se nombró la comisión pro-templo”, conto.

La comisión estaba integrada, entre otros, por el escribano Victoriano Recalde, el doctor Teodoro Luis Planas, el doctor Osvaldo Pianciola, Mario Raone, José Macario Ortega, Héctor Nogueira, Evaristo Serrano, el señor Jabat, Santiago Otazu, el Teniente Coronel Miguel Adrover, Abelardo del Campo, Adolfo Abelli, Oscar Valls, Marcelo Arando, y Rufino Uzábal.

“Se pusieron en contacto con el estudio de los arquitectos Espinosa y Lafosse de Buenos Aires, que elaboraron un anteproyecto de un templo de estilo gótico. Recibida la conformidad del párroco y de la comisión, se realizaron los planos definitivos”, agregó.

“El conocido constructor Búffolo fue contratado para realizar la primera etapa. La característica del terreno, pura arena, requirió la construcción de cimientos especiales y onerosos que absorbieron la totalidad del dinero disponible. Esta primera etapa concluyó con las paredes que no alcanzaban los dos metros de altura, la siguiente etapa era conseguir más recursos”, continúo Pianciola.

“Cuando se hizo cargo de la parroquia el Padre Juan Gregui se nombró una nueva comisión pro-templo para reanudar lo antes posible la construcción: en esta nueva etapa estuvo al frente don Rufino Uzábal, que llegó a construir hasta la altura del techo. En esos momentos se conoció en Neuquén la noticia de la Creación de nuestra Diócesis con la designación del obispo don Jaime Francisco de Nevares. Se preparó todo para su recibimiento, con la ayuda del gobernador, don Alfredo Asmar", añadió.

El viaje a Neuquén de Monseñor fue relatado por su secretario Padre Juan San Sebastián en el Libro “Del barrio norte a la Patagonia”: “Cuando llegó al puente que une Cipolletti con Neuquén, descendió y besó la tierra neuquina. Allí estaba todo el pueblo esperándolo. En el centro le dio la bienvenida el presidente del Concejo Deliberante don Alberto Domínguez, que a su vez le hizo entrega simbólica de la llave de la ciudad. Luego llegó al lugar donde lo esperaba el gobernador, y procedió a bendecir al pueblo allí reunido".

En la década del 50 se empezaron a levantar las bases, luego detenidas y retomadas en la década del 60. El Proyecto original fue alterado debido a que no se construyó la cúpula marcada en el plano porque hubo temor de ejecutarla: era en madera y estaba marcada, tenía una altura de 14 metros, aproximadamente.

El Sr. Agustín Dallatorre, excelente constructor, realizó el resto de la estructura en madera. Fueron agregadas ventanas con vitrales en la parte inferior de la nave, que no figuraban en el proyecto original. Las obras estuvieron paralizadas hasta 1955; luego fueron retomadas y se terminó durante el mandato del gobernador Alfredo Asmar.

La planta es rectangular, y se ensancha levemente donde comienza el área del Presbiterio; al oeste remata con una saliente semicircular, que sirve de fondo.

La fachada tiene influencia gótica, es de carácter ecléctico. Muros de ladrillo, cubierta de chapa de zinc ondulada, con pisos fabricados en porcelanato.

Ubicación: situada como dijimos en la Avenida Argentina, eje de la ciudad, rodeada de edificación baja. Cuando se hizo cargo de la Diócesis don Jaime Francisco de Nevares la obra de la construcción quedó detenida, debido a que él consideró que el dinero que se usaría para ese fin era mejor destinarlo a los pobres. Por ello es que se utilizó con las paredes sin revocar y los pisos de cemento alisado, al que se lo pintó de rojo para darle aspecto de alfombrado. Lo que sí se elaboraron y colocaron fueron los Vitrales de sus ventanas.

El sucesor de Don Jaime, Monseñor Agustín Radrizzani, consultó por carta a toda la diócesis para efectuar la remodelación.

Alrededor del 2000 se construyeron un campanario y un par de oficinas. Sobre la derecha del ala norte de la Catedral se colocó una estructura metálica que fue revestida para albergar la campana. También hubo movimientos de suelo en el frente para realizar la rampa para discapacitados.

Los Vitrales

Con la colaboración del Párroco Pbro. Carlos Alberto Calzado, un grupo de personas de la parroquia fuimos reconstruyendo su historia hasta dar con sus orígenes y sobretodo con lo que más buscaban “el mensaje evangélico que los mismos encerraban”.

Sabido es que el vitral es una superficie de vidrio dividida y cohesionada generalmente por una estructura de plomo, que le permite formar las más variadas representaciones. Comúnmente utilizado para la construcción de ventanales, es un mediador de luz que determina la iluminación y la calidad de un espacio arquitectónico. El vitral presenta una gran ductilidad para la creación de imágenes, y ofrece las mejores soluciones técnicas y artísticas desde el arte de la luz.

Las cualidades que dan al vitral su carácter de expresión pictórica son el valor plástico de la luz y su paso por el medio vítreo; es la luz seccionada por los vidrios transparentes o translúcidos, coloreados e incoloros, estructurados en un diseño y por un tejido de cintas o varillas.

En la década del 60, Monseñor Jaime Francisco De Nevares, ante la urgencia de cerrar los ventanales para acabar con la intrusión de las palomas, optó por lo definitivo: los vitrales. Por esta razón le pidió a su hermana María Rosa y a María Elena Lagos Chapar, monjas benedictinas, los temas y los dibujos en los que se basaría el vitralista Estruch para la construcción de los vitrales.

Monseñor Don Jaime no les dio guía, confió totalmente en las hermanas, en su formación benedictina y su buen gusto artístico. Por esta razón, por ser monja contemplativa, trató de decir “algo fácil, elemental, que lleve a Dios”, expresó María Rosa. “Una catequesis popular básica —según la mente medieval: las Catedrales eran la Biblia y el Catecismo de los pobres— mediante símbolos que se hallan en la Sagrada Escritura. No responden a ninguna época, sí a la nuestra”.

En esta colosal tarea Monseñor Jaime ni recibió ni vio borradores. “El venía muy poco a Buenos Aires”, comentó la Hermana Mercedes, joven hermana, encargada de recibir y enviar la información requerida.

En cuanto a la fecha de su confección, fue cuando Monseñor se hizo cargo de la diócesis en 1962, e inmediatamente enfrentó el urgente problema de la Catedral, aún sin terminar. “En primer lugar, porque la veía inadecuada para una localidad pobre, frenó las obras, y resolvió emplear los ingresos a ese fin, para el indispensable cierre de los ventanales, colocándoles los vitrales correspondientes. A ese fin, dispuesto a encargarle el trabajo a Estruch vino a Santa Escolástica con su madre a pedir nuestra colaboración” dijeron las hermanas.

Antonio José Estruch, el vitralista afamado de la época

Nacido en Barcelona, llegó a la Argentina procedente de Tierra Santa, donde se había especializado en frescos religiosos. “Por ello es que, en la década del 20, las principales iglesias católicas de todo el país solicitaban sus servicios por la calidad y sensibilidad que él otorgaba en su tarea”, manifestó su nieto Antonio José, que continuó con el trabajo del negocio que fundó su abuelo.

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Los vitrales de la Catedral de Neuquén.

Los vitrales de la Catedral de Neuquén.

Taller

“Nuestro taller fue fundado en el año 1922 en la calle Piedras 1019 de Capital Federal pero ese lugar, hoy ya no existe” resaltó Antonio José, y agregó: “Esta artesanía se fue transmitiendo de padres a hijos por tres generaciones”.

“Desde el año 1987 nuestro taller especialmente construido y diseñado para nuestra labor se encuentra ubicado en la calle Solís 263 de Capital Federal”.

A Estruch lo sucedió su hijo hasta 1973, año en que falleció; es digno de destacar que también, como su padre, dejó plasmado su talento en varios de los principales edificios públicos e iglesias de nuestro país.

“Delimitar la inmaterialidad del color, interaccionarlo por el emplomado para crear un lenguaje poético de los espacios y la luz”.

Técnica y material empleados para la confección de los vitrales

Se usan vidrios de colores recortados, perfilados, patinados, con esmaltes vitrificables a 680 grados centígrados y armados en plomo tipo macizo, masillado líquido y reforzado convenientemente. Los vidrios de colores generalmente son importados de distintos países.

Presumimos que el traslado a nuestra capital, se realizó en transporte colectivo (camiones de empresa de larga distancia).

El trabajo de los vitrales se realizó con la técnica primitiva del Siglo XII, la del vidrio blanco y de color tanto nacionales como importados.

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Conformación de los vitrales

Los vitrales de la Catedral neuquina forman dos grupos separados a los que se añaden los tres grandes vitrales fuera de serie:

  • Grupo Inferior (12 vitrales): en ellos se encuentran simbolizados los atributos de Dios que se manifiesta en su Providencia diaria
  • Grupo Superior (23 vitrales): nos describen la economía de la Redención, para alcanzar nuestro fin que es Dios, surcando el mar de la vida.

Para concluir, será pertinente hacer nuestras las palabras de José María González de Mendoza, en su ensayo Vitrales Celestes, editado por el FCE: “Toda la Iglesia es pretexto para el triunfo de los vitrales: está en penumbra para que luzcan en alto, dominando a las imágenes y a esa otra belleza extraterrestre: las lámparas, donde vive, pálido rubí, un alma devota. Rutilantes y magníficos bajo el sol, se cargan de misterio en el crepúsculo, en el alba indecisa, en los días invernales. La lluvia apaga las llamas versicolores y el himno se vuelve confidencia. Son más viejos así y su poesía se acurruca más íntimamente en el alma. Verlos es bañarse en un agua lustral: como ella, nos purifican. En el espíritu se nos cuaja un poco de esa luz que viene de fuera del mundo. En la curva de la ojiva, como entre los garfios de un paréntesis, la imaginación se suspende sobre la realidad. Y el aire, inyectado de sangre pálida con sus dardos, se satura de belleza, oxígeno para el espíritu.”

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