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La Mañana Columna de Opinión

El fútbol pierde de entrada...

Volvió el torneo y ya hubo un papelón gigante con el caso River. Varios son los responsables.

Tiempo hubo de sobra para planificar todo como correspondía y evitar papelones. Pero el fútbol argentino no tiene remedio ni cura. Es un fiel reflejo de lo que ocurre a nivel país (hoy y siempre). Reina el desorden, la improvisación, los desatinos.

El “River gate” desnuda una vez más las desprolijidades en las que incurren los ineficientes organizadores de los torneos y las autoridades de la AFA y los clubes. También las internas políticas y el pase de factura entre algunos dirigentes, que priorizan intereses personales por sobre el bien de la actividad.

River jugaba el domingo y hasta el sábado a la noche no se sabía dónde. Finalmente se reprogramó para hoy. Hubo varios responsables del escándalo.

Empezando por Chiqui Tapia, que quiso quedar bien con todos. Le dio a entender al Millonario que se habilitaría el River Camp pero al mismo tiempo no se interpuso ante la decisión de la Liga Profesional, con Tinelli a la cabeza, de bajarle el pulgar a ese escenario. También el mediático presidente de San Lorenzo pifió al informarle al club de Núñez a último momento de la medida.

Y la crítica que le cabe a River es que se cierra mucho en sus inflexibles y transgresoras posturas, a veces da la sensación de que quiere pasar por encima de la propia AFA.

Ya había sucedido al principio de la pandemia cuando fue el único en negarse a jugar ante Atlético Tucumán. Y ahora, se lo notó empecinado en actuar en un predio, el de Ezeiza, que no parecía de los más apropiado para albergar la presentación de un gigante como el Millo. La imagen no hubiera resultado la más agradable. Lo cierto es que volvió el fútbol en nuestro bendito país y regresaron los líos. La argentinidad, al palo...

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