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La Mañana Domuyo

El legado de don Gregorio, a 131 años de su nacimiento

Fue un destacado médico que investigó las algas del Domuyo.

Durante muchos años me he dedicado a escribir aspectos relacionados con la vida y obra de don Gregorio, de quien fui discípula y colega académica y con quien tuve el honor de conocer y compartir su sabiduría y consejos. En esta oportunidad, abordaré aspectos sobresalientes de su trayectoria profesional.

Gregorio Álvarez nació en el norte neuquino el 28 de noviembre de 1889, en un paraje ubicado en Ñorquín, Ranquilón en el entonces territorio del Neuquén. Él describe en una de las estrofas de su poesía “Aspiración y Nostalgia” su lugar de nacimiento: “He nacido en el Neuquén/ Mítico edén de mi patria/ Entre dos ríos soberbios que en sus términos se enlazan/ El Neuquén, hórrido embate de enfurecidas mesnadas/ Y el Limay, lírico refugio del alma de las montañas” .

Su vocación científica y su amor por la niñez lo llevaron a seguir la carrera de Medicina. Pudo estudiar gracias a una beca que le tramitaron sus profesores y el decano de la facultad. Mientras cursaba la carrera universitaria, trabajó como maestro.

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Fue un alumno destacado por su aplicación y dedicación. Su tenacidad lo llevó a diplomarse el 8 de noviembre de 1919, siendo el primer médico nativo de Neuquén y de la Patagonia.

Realizó su carrera médica en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires, donde fue jefe del Servicio de Dermatología. Se perfeccionó en enfermedades de la piel y en pediatría, especialidades que amplió con estudios realizados en el Hospital San Luis de París, Francia, y cursos de perfeccionamiento en Suiza y centros médicos de Estados Unidos, Cuba, Alemania, Inglaterra Italia y Madrid. Presentó más de 100 trabajos relacionados con la dermatología, la pediatría y el termalismo.

En su trayectoria como investigador recibió medallas y órdenes de mérito en la Universidad de Harvard por el nivel académico de sus trabajos e investigaciones.

Fue un importante médico e investigador, precursor del uso de la terapia termal y algas del Domuyo en medicina, este último tema poco conocido.

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Durante décadas, todos los veranos viajaba al norte neuquino hasta el volcán Domuyo, recogiendo año tras año las famosas algas que generosamente aplicaba a sus pacientes para tratar diferentes dolencias.

Las investigaciones de este científico rescataron la sabiduría del conocimiento esencial, vinculadas a la medicina aborigen. Los estudios sobre los poderes curativos de las aguas y algas del volcán Domuyo enclavado al norte en la Cordillera del Viento, fueron publicados en la prensa nacional e internacional, siendo el tema objeto de diversas conferencias dictadas por don Gregorio en distintos congresos del país y el extranjero.

Su libro Los misterios del Domuyo es una bibliografía que ha despertado el interés de la comunidad científica internacional, en conocer la composición de las aguas y algas de las termas del volcán y los estudios realizados por Álvarez.

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Los estudios de las algas del Domuyo recibieron el reconocimiento de científicos de todo el mundo.

He sido amiga personal, discípula y colega del Dr. Álvarez, por lo cual visitaba asiduamente su domicilio. He tenido la oportunidad de conversar sobre el poder curativo de las algas y me ha hecho ver en su domicilio particular de Neuquén, sito en Córdoba y Alderete, que tenía almacenadas en recipientes herméticamente cerrados y guardados.

en lugar oscuro algas de Domuyo que utilizaba en su consultorio para tratar a sus pacientes con diversas afecciones.

También destacaba que las aguas y barros termales eran óptimos para producir productos dermatológicos. Guardo celosamente dos recetas magistrales que me indicara para preparar cremas con barro blanco de Copahue.

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Fue un profesional muy caritativo y se caracterizaba por su humildad y simpleza, propia de los grandes, y muchas veces los tratamientos los realizaba en forma gratuita. En varias oportunidades, cuando una familia de escasos recursos necesitaba visitarlo por alguna afección especial, él mismo tramitaba ante el gobierno de la provincia el traslado del paciente y los gastos que demandaba su estadía y la de su madre.

Álvarez realizó su último viaje al Domuyo nueve meses antes de su fallecimiento, acompañado del Dr. Julio Japaz y del académico Juan Mario Raone. En esa oportunidad, se hizo una filmación que quedó como testimonio de la despedida de “don Goyo” del volcán por el que sentía una especial veneración.

En su testamento dejó plasmado su deseo de que sus restos mortales descansen por toda la eternidad en el volcán, deseo que aún no se cumplió y es una deuda de la comunidad neuquina.

(*) La autora es Miembro de Número de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén.

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