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La Mañana

El sueño de la cooperativa

Nació como una necesidad de los vecinos del pueblo de Neuquén para bajar los costos de la energía eléctrica que a principios de la década del 30 eran realmente excesivos y cuyo servicio era deficiente.

Tan cara era la tarifa que aplicaba la empresa de capitales ingleses y norteamericanos, que ni siquiera la propia Municipalidad de Neuquén podía hacer frente a esas boletas que llegaban mensualmente, según recuerdan los pioneros.

Después de una serie de trámites administrativos y legales para darle forma a ese movimiento cooperativista fue necesario convencer a unos 300 socios que aportaran los recursos para que aquel proyecto comenzara a dar sus primeros pasos.

Una vez que se juntaron los fondos, los flamantes cooperativistas avanzaron para la licitación del terreno ubicado en la intersección de las calles Mitre y Bahía Blanca y la posterior construcción del edificio.

Los primeros socios tuvieron que poner sus bienes de garantía para poder acceder a un crédito.

En 1937 se licitó la compra de motores y los materiales necesarios para la construcción de las redes de energía eléctrica. Para tal fin, se solicitó un préstamo al Banco de la Nación Argentina. La historia que siguió después ya es más conocida. Con el paso del tiempo, la cooperativa neuquina comenzó a asociar a nuevos vecinos que comenzaban a echar raíces en la ciudad de Neuquén y a desarrollar todo un esquema de obras que permitieron ir llevando el servicio a cada rincón de la capital.

CALF, denominación que se le dio por aquel entonces, creció tanto que hoy tiene 130.000 asociados.

Fue un sueño que nació a partir de la necesidad. Un día como hoy de 1938 comenzó a dar sus primeros servicios.

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