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El Vikingo neuquino que lucha contra el hambre en el oeste

Hace una década que este tatuador ayuda a más de 150 familias en un comedor del barrio Gregorio Álvarez. Conocé este proyecto solidario.

Pelo largo por debajo de los hombros, tatuajes que se filtran por los agujeros de la ropa y una campera de jean sin mangas intervenida con calaveras. Anillos grandes en manos gigantes, motos estacionadas en la puerta de un local de tatuajes en el barrio Gregorio Álvarez y se escucha: “Dale, pasá tranqui”. Dentro, una motosierra te da la bienvenida. El frío del aire acondicionado no baja la temperatura, mientras que las paredes muestran armas, máscaras y frases escritas con sangre. “Acá trabajo yo”, dijo el Vikingo neuquino, que soltó una sonrisa escondida en una barba que llega a la boca del estómago.

Hace doce años que está en el mismo lugar: calle 22 y 3 en el monoblock 13. Tres años antes de abrir su comercio, vivió con su esposa e hija en un Duna. Se habían quedado sin nada y desde ahí, desde ese auto que tenía living, comedor y dormitorio, logró no solo abrir su propio local de arte, sino que contagió de solidaridad a todo un barrio y demuele prejuicios con hechos.

La gente que me ve piensa que desayuno whisky, que me drogo, que vendo y no sé qué cosas más. Pero como soy un osito de peluche”, describió entre risas, mientras buscaba con sus ojos la complicada de su familia. Sentado en su escritorio de trabajo, rodeado de máquinas, tinta, alcohol, barbijos y luces, contó el proyecto solidario que cumple una década y que consiste en ayudar diariamente a 150 familias de Corazón de Niño, el comedor de su barrio.

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Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor.

Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor.

-> El Vikingo solidario

Entre tantos prejuicios, Rolo Gadea jamás se quejó de su apodo. Su tamaño y su aspecto físico, le dieron poco lugar a la creatividad de ir por otro sobrenombre. El primer paso que dio con su proyecto fue en 2011 cuando alimentaba a los perros de la calle. “Hacíamos tatuajes y les aclaramos que una parte de lo que pagaban iba a ir a los perros”, comenzó.

Tras varios meses, el teléfono del Vikingo sonó. Era Nadia, quien estaba en la cocina y en la organización del comedor del barrio. “Entonces, vimos que la necesidad del barrio era y sigue siendo muy áspera y nos movilizó el hambre. Nos movilizó el alma ver los chicos que no tenían nada para comer”, aseguró.

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Desde que empezaron a ayudar a Nadia, llevaron a cabo distintas actividades solidarias. Pero la que nunca dejaron de hacer y les funcionó “muy bien” fue aceptar como forma de pago alimentos no perecederos. “Seguimos con esa promoción. Pagás un tatuaje 600 pesos más dos paquetes de fideos o comida que van directo al merendero”, agregó.

Vikingo asegura que contagia solidaridad y que con la acción moviliza a sus vecinos. ”Y no es que voy y le digo lo que tienen que hacer, sino que me ven. Yo cargo la camioneta con la comida que voy juntando para llevarla al merendero, obviamente que no la lleno, pero sí los vecinos me observan y saben lo que hago”, aseguró.

Uno de los que vive en el mismo monoblock del comercio del Vikingo, se enteró de la principal falencia del merendero: el frío. Más allá del hambre, que es la primera necesidad a cubrir, la intención de Nadia era cocinar temprano para que los nenes puedan ir a la escuela con el estómago lleno. “Pero en invierno no podía cocinar tan temprano, porque la cocina es de chapa y hace mucho frío, y se complicó. Entonces, este vecino se enteró de esto y le construyó con sus propias herramientas y manos una salamandra para sobrepasar las bajas temperaturas”, contó el Vikingo, que estaba “sorprendido” de la acción porque este vecino jamás se había acercado a donar ni un paquete de fideos.

"Muchas otras personas que dan una mano al comedor sin tener nada, tiene el corazón más grande que el pecho"

“Y la sorpresa fue mía porque me di cuenta que todos pueden ayudar desde su lado. La cuestión es ayudar, más allá de que a mucha gente le sobra un paquete de fideos o algún alimento que siempre lo puede alcanzar”, aseguró y ejemplifico: “Patri, que es conocida y amiga, hace pan en su casa. Para estas fiestas nos hicieron 300 panes dulces para el comedor. Y lo hicieron de corazón. Es más, cada vez que viene a dejar algo tenemos que empujar el auto porque se queda sin batería. Y ahí te marca que en vez de usar esa plata para dejar el auto funcionando de forma correcta, lo usa para hacer feliz a gente que no conoce. Es por eso que Patri, como muchas otras personas que nos dan una mano sin tener nada, tiene el corazón más grande que el pecho”.

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Proyecto solidario. El Vikingo neuquino que lucha contra el hambre en el oeste

El Vikingo se jacta de ser “transparente” y parece cierto. Las donaciones las publica en las redes sociales para exponer que realmente van al comedor y lo único que esconde es su sonrisa. Tira chistes y bromea, pero para los que recién lo conocen es complicado saber cuándo ríe. Es que hay solo dos gestos que lo marcan: el primero es su barba, que simula un acordeón mientras su cara se estira, y el segundo los dientes, que se asoman detrás detrás de los pelos.

Entre chistes y certezas, aseguró: “Ayudar no es fácil. Uno tiene que saber a dónde van las cosas porque hay mucho rápido dando vuelta, que se queda con cosas ajena y eso es lo peor que puede pasar”. Es por eso que publica lo que van haciendo, “no de caretaje” sino para que se den cuenta lo importante que es donar un paquete de fideos que se convierte en el plato de comidas de una familia.

“Y también romper con los prejuicios, ¿no? Nosotros nosotros somos un grupo de personas tatuadas que andan en moto que cualquiera diría que este desayuna Jack Daniels, y no es así. No tomo alcohol, no me drogo, no fumo. La idea no es así y por ahi está bueno que se reeplanteen ciertas cosas para estar mejor con esta sociedad”, aseveró.

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Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor

Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor

Intenta ser “realista” y critica varias de las políticas nacionales. “Yo puteo, pero hago mi parte. Creo que uno tiene más derecho de putear cuando hace su parte. Veo gente que putea a gente del Chaco, ponele, pero no ayuda a su vecino. Puteemos, pero hagamos algo. Podés llevar algo, podés hacer algo. Acá en las tomas hay gente que está igual o mucho peor que en el Chaco o en muchas partes del país y está bueno que te arremangues un poco y hacer la diferencia”, explicó.

La pandemia de COVID, también marcó una baja en los trabajos y un aumento en los comedores. “Pero todo lo que diste vuelve, y eso es lo que viví durante varios meses de cuarentena", expuso.

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Proyecto solidario. El Vikingo neuquino que lucha contra el hambre en el oeste

Pero en las adversidades uno también tiene que ser solidario. Y ser solidario es generar empatía en ciertas situaciones. ¿Qué pasaría si yo estaría en aquella situaciones? Es la pregunta que deberíamos hacernos todos. Y uno se tiene que poner contento cuando se logran cosas, cuando a los abuelos le dan remedios o alguna ayuda. Es decir, yo no soy abuelo, pero me alegro por él porque seguramente lo necesitaba”, explicó.

Hace 15 años el Vikingo con esposa y su hija se quedaron en la calle. “Nos quedamos en dunita y nos ayudaron extraños. Ni familia ni amigos, solo extraños nos dieron una mano. Entonces, ahora que estamos un poco mejor, nos toca a nosotros ser los extraños ahora, hacer la diferencia y ayudar por más de que no los conozca”, aseguró.

Desde su local en el barrio de Gregorio Álvarez continúa con la a promoción. "Es el tatuaje de un nombre o palabra de cinco centímetros que les cobro 600 pesos y dos alimentos no perecederos. Que uno de ellos debería ser aceite o puré de tomate, que sería lo que por ahí hoy no está faltando en el comedor", aclaró.

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Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor

Solidario. Vikingo, el tatuador neuquino que ayuda a más de 150 familias en un comedor

Más allá de esa promoción, "cualquier que pueda y quiera dar una mano", el Vikingo neuquino ayuda a otras familias del barrio. "El otro día a una vecina se le quemó todo de la casa y por suerte lograron salir a tiempo. E iniciamos una campaña solidaria para volverles a equipar la casa", aclaró.

En sus redes sociales publica las necesidades que tiene el barrio y da a los vecinos la posibilidad de contagiarse y ayudar. "Este fin de semana se llevó a cabo el evento Estilo Fierrero, en el Paseo de la Costa, que el ingreso es con una consumición. Todos esos alimentos nos donarán al comedor de nuestro barrio y es un gran aliento, aunque esa comida solo durará un par de días", aseguró.

"Creo que con que todos colaboren un poco, erradicaríamos el hambre. Ese hambre que no solo les duele en la panza algunos, sino que nos debería dolor en los ojos de todos"

Con la esperanza de contribuir a una sociedad más empática, el hombre de aspecto malo que ríe poco busca con su trabajo solidario "cambiar el mundo". "Creo que con que todos colaboren un poco, erradicaríamos el hambre. Ese hambre que no solo les duele en la panza algunos, sino que nos debería dolor en los ojos de todos. Cada uno que lea esta nota o vea alguna publicación, lo invito a hacer una pequeña colaboración. No a mí, sino que algún comedor de cada uno de los barrios o algún vecinos de cada uno que no la esta pasando bien. Con eso, con contagiar eso, ya habremos cambiado algo de este mundo tan poco empático", concluyó.

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Proyecto solidario. El Vikingo neuquino que lucha contra el hambre en el oeste

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