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"En las flexibilizaciones no se tomó en cuenta a los adolescentes"

La psicóloga Samanta Lucero sostiene que también se debió atender al bienestar de los jóvenes con relación a sus interacciones y el encuentro con otros.

Aburrimiento, cansancio, ansiedad, sentimientos de soledad son algunos de los efectos que manifiestan los adolescentes luego de 150 días de cuarentena, expresó a LM Neuquén la psicóloga Samanta Lucero.

La especialista en psicoterapia cognitiva señaló que en la pospandemia “habrá quienes puedan tener más miedos o dificultades para acomodarse a las nuevas formas de convivir en un espacio común”.

—¿Qué efectos está provocando este aislamiento prolongado en los adolescentes?

Es importante considerar la etapa vital, y en el caso de la adolescencia, la socialización es fundamental y hoy está restringida, limitada. Mucho del malestar que expresan adolescentes y jóvenes está vinculado a este aspecto. Pueden manifestar aburrimiento, cansancio y sentimientos de soledad, relacionados con la pérdida, con la imposibilidad de encontrarse con sus amistades. Es importante señalar que en la adolescencia hay ciertos cambios en el estado de ánimo que son normales y que forman parte del desarrollo. Estas oscilaciones también son adaptativas, en un contexto particular y estresante como el actual.

Por lo tanto, deben llamar nuestra atención cuando se vuelven problemáticas, por la intensidad de estas manifestaciones y por el grado en que afecten su vida.

—El actual contexto de confinamiento les ha quitado privacidad, intimidad, al estar todo el tiempo en la casa con sus padres.

El confinamiento ha llevado a que todos los integrantes de la familia compartan mucho más tiempo los espacios comunes de la casa. Sin dudas eso interfiere en la intimidad; por eso, pensando en adolescentes particularmente, las personas adultas pueden tener en cuenta este aspecto y acordar nuevas pautas, flexibles, que permitan la privacidad.

—¿La falta de contacto social puede tener algún efecto en el futuro?

En el futuro y también en el presente. Hay que pensar que los vínculos sociales son fundamentales durante toda la vida, y en esta etapa en particular la tendencia es buscar esos espacios afuera. El interés por estar con sus amistades, con sus grupos de pares, la búsqueda de referentes fuera de la casa. Todo esto se ve limitado actualmente y puede asociarse a sentimientos de pérdida, por no estar pudiendo transitar esos espacios. Por ejemplo, quienes cursan quinto año de la secundaria vieron modificados sus planes, expectativas, y eso tiene un fuerte impacto en sus vidas.

—¿De qué modo pueden acompañar y contener los padres?

Enfrentarnos a un contexto de incertidumbre nos afecta a todas las personas. Como adultos, tenemos recursos para acompañar y ayudar a los adolescentes a transitar estos momentos. Lo principal es validar sus emociones, entender sus pensamientos y ayudarlos a encontrar alternativas y metas significativas para sus vidas.

—¿Le parece que no se los consideró al momento de llevar adelante la flexibilización de actividades?

Las primeras flexibilizaciones consideraron especialmente a la población infantil y a los adultos mayores, sin tener en cuenta que el bienestar adolescente está fuertemente vinculado a la interacción, al encuentro con otros. Por eso, tenemos que fomentar y sostener los vínculos sociales profundos, a través de los medios que sean posibles, como por ejemplo a través de la tecnología.

—¿El adolescente es menos proclive a los cuidados?

Desde mi experiencia, la mayoría cuentan con mucha información, conocen los riesgos y las formas de cuidarse. Pero sostienen las pautas de cuidado en función de lo que es significativo para cada uno, por ejemplo, sus abuelos o aquella persona dentro de la casa que tiene problemas de salud. En todo caso, cumplir o no cumplir con las normas que se establecen en este momento es una posibilidad de reflexionar y pensar juntos.

—¿Cómo se imagina que volverán a sus vidas pospandemia?

Podríamos preguntarnos cómo acompañarlos en esa preparación y en ese regreso. Habrá quienes puedan tener más miedos o dificultades para acomodarse a las nuevas formas de convivir en un espacio común. Seguramente requiera de parte de las personas adultas generar condiciones de escucha y acompañamiento, en un proceso de adaptación que implica un tiempo para transitar distintas emociones y sensaciones. Como referentes adultos debemos facilitar espacios para que expresen lo que viven, comprenderlos, validarlos y, a partir de eso, buscar alternativas.

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