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La Mañana Conflicto

Freno: la renta petrolera enfrenta una fuerte puja

Es para morigerar los tarifazos. El sucesor de Aranguren, Javier Iguacel, llega con la misión de renegociar las ganancias de las compañías.

Por Javier Polvani

Está en marcha una incipiente renegociación de todas las pautas del plan energético del gobierno nacional. El horizonte trazado para los precios del gas, la luz y los combustibles sucumbió ante la realidad. Sin margen político para mantener las tarifas atadas al dólar y los precios internacionales, el gobierno comenzó una serie de charlas con las compañías del sector energético. Las fuentes de uno y otro lado dejaron trascender que se comenzó a barajar el mazo para repartir las cartas de nuevo. Empieza otra partida. Está en juego la renta de las petroleras y de las refinadoras de crudo, como de las distribuidoras y transportadoras de gas y electricidad. En la nueva partida están amenazados de muerte los supermárgenes asegurados a las empresas por la política que se estrelló contra la pared de la realidad.

“Todos tienen que ceder algo”, promueve el presidente Mauricio Macri desde su discurso. Les llegó la hora a las compañías energéticas, advirtieron desde el Gobierno. Aún no hay anuncios. Se descuenta que las primeras medidas serán frenar la magnitud del tarifazo generalizado.

“Hay acuerdos que existen y que estamos estudiando para terminar de recomponer la tarifa, pero siempre cuidando el bolsillo de la gente”, declaró Javier Iguacel al jurar como sucesor de Juan José Aranguren en el Ministerio de Energía, el viernes.

La actualización de la tarifa eléctrica está prevista para agosto. El aumento llegará a las transportadoras y distribuidoras. El porcentaje es lo que está en plena negociación. Los ingresos de las generadoras fueron anclados al peso en febrero, a pesar de las quejas por lo bajo de las compañías. La devaluación rondó el 40%. Las productoras resignaron el equivalente en dólares.

Y en el caso del gas, la actualización debe hacerse, según el cronograma existente, en octubre. Si se aplicara el plan que impuso Aranguren, las subas en las boletas irían hasta el 70 por ciento o más. Sin considerar el segmento de las distribuidoras y transportadoras, el aumento sería del 40 por ciento. Todo hace pensar que no va a pasar.

La misión de Iguacel es convencer a las compañías de que moderen su renta presente para llegar a un futuro más venturoso, que se asemeje a las mejores épocas de Aranguren. “Hay que comenzar a buscar el equilibrio entre coyuntura y largo plazo”, deslizó el nuevo ministro durante su asunción.

El precio promedio en boca de pozo ronda los 4,68 dólares por millón de BTU, pero, como las tarifas están pesificadas a un tipo de cambio de 20,55 pesos por dólar, en términos de moneda dura las productoras están percibiendo mucho menos de lo que deberían si no se cambiaban las reglas de juego que fijó Aranguren.

Las petroleras que inyectan gas al sistema están abroqueladas en la defensa de un reacomodamiento en octubre que obligue a los consumidores a pagar el precio vigente en dólares. Y no se opondrían, negociación de por medio, a ceder a un congelamiento de precios en dólares hasta finales del año que viene, cuando las elecciones serán otro motivo para que el gobierno desestime los tarifazos. Para redondear ese escenario sería necesario un incremento de tarifas de entre el 25 y el 32 por ciento en octubre.

Combustibles, en llamas

Aranguren también dio un paso en falso en el ámbito de los combustibles. Desreguló por completo el negocio librando los precios a los dictados del mercado mundial. La suba del crudo y la corrida cambiaria mataron esa política. El propio Aranguren debió recular y llamar a petroleras y refinadoras a negociar una nueva regulación. El esquema no pasó la fase de precariedad aún. Iguacel tiene que terminar de acordar cómo sigue la relación entre los segmentos del negocio para que los combustibles no suban más del 40 por ciento.

Una crisis que hizo mover las piezas

Los negocios energéticos entraron en una crisis de proporciones aún no mensuradas después de dos años de obtener ganancias extraordinarias de la mano de la política que impuso Juan José Aranguren como ministro de Energía y Minería. El origen de la crisis es multicausal, pero la corrida cambiaria en el país al mismo tiempo que trepaba sin pausa el precio internacional del petróleo son identificados como causas determinantes del tsunami que se llevó puesto a Aranguren. La imposibilidad política de bancar el negocio trazado con las tarifas desbarató el plan original.

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