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La Mañana Ivana

Ivana y su Nunca Más

Ivana Rosales, a pesar de las injusticias y de las pérdidas que sufrió, dio batalla hasta el fin de sus días. Una noche de abril de 2002, su marido quiso ahorcarla con un alambre, la golpeó con piedras en la cabeza y la encerró en el baúl del auto creyendo que estaba muerta. Fueron tres intentos de femicidio en una misma noche. Así empezó el calvario de esta mujer de Plottier cuando le dijo a su marido, Mario Garoglio, que quería separarse. Sentenciado por tentativa de homicidio por la Justicia neuquina, Garoglio recibió una condena de apenas cinco años. “Ella se lo buscó”, dijo el fiscal para pedir un atenuante para el castigo que los tres jueces acordaron.

Acudió a la CIDH para denunciar que había sido sometida a un proceso judicial que la revictimizó.

Las dos hijas de la pareja fueron obligadas a vincularse con su padre, quien abusó de ellas. Y Garoglio se fugó. La mayor de las hijas de Ivana se suicidó años después. Sobreviviente de la violencia de género, Ivana se convirtió en una luchadora por los derechos de las mujeres y en 2005 llevó su caso hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que su hija Abril retomó cuando ella murió en 2017 por un ataque epiléptico por las secuelas que le dejó la violencia sufrida. Ivana acudió a la CIDH para denunciar que había sido sometida a un proceso judicial que la revictimizó por medio de actuaciones y decisiones discriminatorias y estereotipadas. Hace unos días, el Estado argentino firmó el Acuerdo de Solución Amistosa ante la CIDH, reconociendo que en el caso de Ivana todo se obró mal en la intervención de la Justicia: revictimización, discriminación, decisiones basadas en estereotipos de género, violencia patriarcal en el fallo y en todo el proceso. El Estado pidió disculpas por las violaciones de derechos que sufrieron Ivana y sus hijas. Su lucha es un nuevo Nunca Más.

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