POR FERNANDO CASTRO / Editor +E
Es cierto: hay algo así como un cuello de botella para el transporte del gas que se produce en Vaca Muerta. Los casi 70 millones de metros cúbicos diarios que marcaron una suba sustancial en el último bimestre, en buena medida motorizados por el resolución 46 del ex ministerio de Energía de Juan José Aranguren, crearon un problema de los buenos: cómo hacer para llevarlos al consumo. Este escenario de crecimiento se dio de frente con las caídas estacionales de demanda, lo que puso en crisis parte de la producción, por momentos en el freezer, porque no hay cómo colocar el fluido ni a quién venderlo.
En paralelo, el contexto del crudo: los casi ochenta dólares del Brent hacen que las operadoras que pueden (YPF es el caso emblemático) hayan acelerado con la producción de petróleo para capitalizar también el precio del dólar. Este doble incentivo (dólar alto y precio del barril) explica una parte sustancial de las proyecciones de negocios hacia el crudo. Pero también promueve preguntas sobre el futuro que cruzan a parte de la industria y que son otra arista que contemplan las operadoras. Más allá de los inconvenientes de corto plazo del transporte, el interrogante central es el de los mercados.
Por un lado, hay para el gas una salida que es muy posible a través de Bahía Blanca. Esto, para reinyectar el fluido hacia los destinos internos, donde la infraestructura hoy no lo permite de forma directa dentro del país, y también para el frente externo. Está claro que las colocaciones del gas de Vaca Muerta podrían tener una gran chance en el Litoral, si el proyecto de TGS para unir con un nuevo ducto troncal esta provincia con el gran Rosario se materializan desde el primer semestre del 2019. Pero eso requerirá entre tres y cuatro años. Diversos analistas y consultores consideran que las soluciones centrales requieren de un enfoque de variables múltiples. Muchas posibilidades para canalizar la producción de gas al mismo tiempo para así desterrar las preguntas que motiva ese cuello de botella en ciernes.
“En el invierno de 2019 ya no vamos a poder transportar gas”, dijo, después de todo, Ricardo Markous, gerente de negocios de Tecpetrol, la empresa responsable en buena medida del incremento sustancial de la producción con las garantías de un subsidio que colocó el gas que produce en torno a los u$s 7,50 por MMBTU este año.
¿Se puede exportar más gas a Chile? Seguramente sí. Ahora, ¿es sólo ese destino el que permitirá al boom del gas no convencional un camino sostenible en el tiempo? La Mesa de Vaca Muerta, ese ámbito donde buena parte de los sectores involucrados en los desarrollos no convencionales tienen participación, fue caja de resonancia para este dilema.
En plan de buscar respuestas, también se habló del transporte público de pasajeros y la obligatoriedad de uso del gas como combustible. Ocurre en EE.UU. y podría configurar otra posibilidad entre las que necesita la enorme magnitud de reservas de la cuenca neuquina para hacer sostenible un negocio que pone a prueba la imaginación. Brasil y sus necesidades muestran otras dos líneas de abordaje: el transporte vía ductos y la llegada de electricidad generada con gas.
En tren de imaginar otros mercados, China, con sus enormes necesidades por cambiar su matriz energética, es una alternativa por el Pacífico. ¿Estaría dispuesta a buscar en Neuquén algo más que la mejor ubicación para su enorme antena de Quintuco? Si la respuesta es sí, Vaca Muerta subiría (todavía más) peldaños en una importancia geopolítica que hoy nadie le niega. La irrupción de la mayor producción hace acuciante salir a buscar nuevos mercados.
Dejá tu comentario