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La Mañana

La violencia institucional

Un nuevo femicidio sacudió a la provincia y tal como sucedió con varios otros, dejó expuesta la violencia institucional que sufren las mujeres víctimas también de violencia de género. Esta vez, se manifestó cuando Diego Tolaba, principal sospechoso y acusado de haber asesinado a su ex, Delia Aguado, quiso ir a denunciar su desaparición.

Cuando el ex de Delia fue a hacer la denuncia de la desaparición, un policía le dijo que volviera al otro día.

La madrugada del viernes, Tolaba concurrió a la Comisaría 17 para denunciar que su ex no había vuelto a su casa, pero allí lo recibió un efectivo policial que le consultó si no se había comunicado con el entorno de su pareja y que volviera a la mañana “por si llegaba a aparecer”. Si bien la hora de muerte aproximada a la que arribó el médico forense determina que en ese momento Delia probablemente ya estaba muerta, el policía no quiso tomarle la denuncia al hombre porque “seguramente ella iba a volver más tarde”. Pero no volvió. Delia estaba muerta al costado de su auto en el balneario Sandra Canale, donde un patrullero la encontró el viernes al mediodía. Aunque todo indicaría que la denuncia de Tolaba no sería más que parte de su propia coartada, una vez más las fuerzas de seguridad demostraron no creerle a familiares y allegados que denuncian la desaparición de una mujer, cuando ella puede estar corriendo peligro. Quizás si el efectivo le hubiera tomado la denuncia, eso no habría cambiado el fatídico desenlace, sin embargo, podría haberles ahorrado tiempo en descubrir el femicidio. Esta mecánica parece replicarse cada vez más en muchas comisarías, no sólo de Neuquén sino también del país. No aceptar una denuncia porque una mujer “podría haberse ido con un novio o amante” o porque “ya va a volver” es impedir el derecho de acceso a la justicia.

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