El especialista en comunicación no verbal Sergio Rulicki asegura que a través de las sonrisas, los movimientos de manos y expresiones faciales se puede describir la personalidad.
Por PAULA BISTAGNINO
No sólo se dice con el lenguaje. El cuerpo también habla y expresa mucho más que lo que una sonrisa o un ceño fruncido puede denotar. “Los seres humanos tenemos lenguaje verbal pero, al igual que el resto de las especies en la naturaleza, también nos expresamos a través del lenguaje corporal. Conocerlo y aprender a percibirlo nos da un acceso privilegiado a nuestro complejo mundo afectivo, porque muchas veces no decimos lo que pensamos, sentimos y deseamos”, dice el antropólogo y doctor en Ciencias de la Comunicación Social Sergio Rulicki, pionero y referente de la comunicación no verbal (CNV) en la Argentina y endorser científico del lanzamiento regional de la serie "Lie to Me". Fue de la mano de esa producción que la CNV se puso de moda y, mientras en Estados Unidos se utiliza en seguridad, atención al cliente y hasta en la Justicia, en la Argentina se difunde cada vez más entre políticos y empresarios.
¿Un ejemplo de lo que se puede decir con los gestos?
Los estudios del psicólogo norteamericano John Gottman muestran que cuando la emisión inconsciente de microgestos de ira, asco y desprecio ante los dichos o acciones del otro son habituales en los miembros de una pareja, lo más probable es que se terminen separando. A través de los gestos y las posturas, y también de la paralingüística, que se enfoca en el tono y el volumen de la voz, las fallas en la dicción, las pausas y el uso de interjecciones, es prácticamente inevitable que se expresen nuestras verdaderas emociones e intenciones, más allá del significado de nuestras palabras.
¿Hay expresiones universales?
Existen gestos faciales universales, ya que expresan las emociones básicas, como la ira y el temor, la tristeza y la alegría, la sorpresa, el asco y el desprecio; y que se ha comprobado que son parte de nuestro legado genético y se manifiestan a través de los mismos movimientos de los músculos faciales en personas de cualquier origen étnico o cultural. Pero también existe una gran variedad de diferencias culturales: cada cultura tiene reglas de exhibición, percepción e interpretación de las expresiones faciales que comunican emociones. Estas reglas están ligadas a los diferentes sistemas de creencias y normas sociales.
¿Podemos controlar nuestra gestualidad o nuestras emociones la controlan a ella?
Por supuesto que manejamos deliberadamente algunos aspectos de nuestra gestualidad, pero dado que gran parte de nuestra afectividad es inconsciente, son innumerables las veces en que la expresión corporal delata nuestras verdaderas emociones e intenciones cuando nuestras palabras no coinciden con ellas. Por ejemplo, cuando no sabemos algo, solemos elevar ambos hombros; por eso, cuando afirmamos algo que no creemos, o no sabemos si realmente es así, nuestro inconsciente puede delatar la verdad haciéndonos elevar un solo hombro, gesto que funciona como un acto fallido.
¿Cuál es el peor gesto que alguien puede tener?
La peor gestualidad es la que expresa dominancia agresiva y narcisismo. Son gestos y posturas que manifiestan las actitudes soberbias y egoístas. Por ejemplo, no mirar al otro cuando se estrecha su mano o hacerlo con la mano blanda, el brazo estirado y la palma hacia abajo, son ejemplos comunes de actitudes dominantes, ya que implican rechazo o desprecio.
Hizo un análisis de las sonrisas y detectó más de 40 tipos.
En mi libro "Detective de Sonrisas" me propuse relevar la percepción e interpretación sobre diferentes tipos de sonrisas en los argentinos. A través de una comparación del discurso de los participantes con el marco teórico que define los rasgos de la personalidad narcisista, pude relacionar la emisión de ciertas sonrisas con el complejo cultural y psicológico al que hace referencia el estereotipo de la soberbia argentina. Los resultados apoyan la idea de que el orgullo en su matiz narcisista es expresado a través de sonrisas unilaterales; es decir, aquellas en las que se eleva una sola comisura. Entran también acá las sonrisas de desprecio y las de gozoso desprecio, pero además, resultó importante identificar las sonrisas unilaterales típicas del "langa" o "canchero porteño", que también son expresadas por personas del interior del país y de otras nacionalidades.
Usted analizó la gestualidad de Cristina Fernández. ¿Qué nos puede decir de eso?
La gestualidad de la Presidenta se enmarca dentro del estilo de la dominancia agresiva, con la particularidad de que sólo muestra públicamente su capacidad para la empatía respecto de aquellos que le son adictos. En comparación con Vladimir Putin, por ejemplo, que también despliega una gestualidad agresiva, nuestra actual presidenta lo hace a través de las actitudes “cancheras”, conforme al carácter nacional argentino, es decir sobradoras y sarcásticas, mientras que el presidente ruso es más abiertamente violento.
¿Qué nos puede decir del Papa?
Se destacan sus sonrisas. Si las comparamos con las de su antecesor, Benedicto XVI, resultan claramente más afiliativas. Las sonrisas afiliativas son más cálidas porque incluyen simetría en la elevación de las comisuras, patas de gallo y miradas apaciguadoras. Las sonrisas de Benedicto suelen incluir un rasgo asociado con la “fiereza”, e incluso con la ira, que consiste en girar los labios hacia adentro de la boca, reduciendo su área de exposición.
Hablar sin hablar
Brazos cruzados. Cuanto más expuestas las manos, mayor relación con la búsqueda de comodidad, mientras que si ambas manos permanecen ocultas bajo las axilas, el cruce suele expresar algún tipo de actitud emocional negativa.
Ese es el significado más común en la cultura norteamericana, pero en nuestra tradición italiana está más relacionado con ceder la palabra y escuchar al otro.
Apoyar la cabeza en la mano. Es un acto no verbal relacionado con el cansancio físico o intelectual, que suele aparecer también cuando lo que se observa o escucha no resulta interesante y nos comienza a pesar la cabeza.
Rascarse. Rascarse la cabeza, la frente, una ceja, la sien o el cuello detrás de la oreja son actos relacionados con la duda y el escepticismo. Si ocurren simultáneamente con los dichos, pueden representar que el emisor no crea realmente en lo que acaba de decir.
También puede ser una reacción espontánea porque, aunque no nos demos cuenta conscientemente, no creemos que sea cierto lo que acabamos de oír.
Taparse la boca para hablar. TOCARSE LA PUNTA DE LA NARIZ. Este acto es común en los niños menores de cuatro años cuando dicen una mentira. En los adultos, suele ser un resabio de este gesto infantil, o una señal de estrés o de arrepentimiento por algo que se acaba de decir. De todos modos, cada vez que alguien lo hace conviene incrementar nuestro nivel de monitoreo y permanecer alertas.
Pasarse la lengua por los labios. Suele estar relacionado con la emergencia súbita de sensaciones de temor, ya que los labios se sienten más secos cuando experimentamos esta emoción. Pero también puede estar relacionado con haber hablado durante largo rato y tener sed.
Llevarse un dedo a la boca. Los bebés y niños pequeños se chupan el dedo pulgar como sucedáneo del pecho materno cuando experimentan algún tipo de inseguridad. En un adulto, también se debe a algún tipo de estrés.
Dejá tu comentario