Los Hornos: el paraje ladrillero que sueña con ser una Comisión de Fomento
Los antiguos pobladores se han unido en deseos y acciones para que las nuevas generaciones tengan un mejor lugar para vivir y desarrollarse. La comunidad atraviesa un creciente déficit habitacional y la escasez de fuentes laborales genuinas.
Con la esperanza de abrirse camino en la vida y en el tiempo, en las primeras décadas del siglo pasado, un puñado de familias se animó a vivir y a emprender el desafío de arrancarle con las manos la riqueza a las tierras que parecían un desierto. Así nacieron los primeros hornos de ladrillos, que fueron levantados a fuerza de pulmón y ganas de escribir una historia distinta a las privaciones y lejanías. El arte del adobe empezó a florecer. Hombres y mujeres hundieron sus manos en el barro y fueron moldeando uno a uno los millones de ladrillos y ladrillones que han salido desde ese paraje hacía tantos destinos para darle vida a distintas obras.
En cada ladrillo y en cada ladrillón se fue un pedazo de vida, de sacrificio y de largos sueños de los horneros. Cada ladrillo y ladrillón elaborado y vendido significaron el valor fundamental para construir un propio hogar, para poner un plato a la mesa, para pagar el estudio de los niños y jóvenes. En definitiva para construir los sueños propios y los de la familia.
De esos mismos habitantes que con el barro en la piel y en el mismo orgullo, ofrendaron sus mejores esfuerzos para ganarle la batalla al difícil destino y lograron hacer una buena vida y lograron que sus hijos y nietos tuvieran la tremenda posibilidad de partir del paraje y buscar nuevos horizontes. Hoy muchos de ellos son profesionales y agradecidos, porque además de heredar la estirpe progresista de la gente del lugar también corretearon su niñez y también supieron aportar su esfuerzo para la fabricación artesanal de los ladrillos. No reniegan de su paraje y siempre se muestran orgullosos de pertenecer a un lugar con gente honrada y de trabajo y fundamentalmente con gente llena de vida.
El trabajo de los horneros siempre ha estado emparentado con la dedicación y la ofrenda para el crecimiento del lugar a través del aporte de material o echando una mano para forjar algún emprendimiento. A lo largo de la historia la mayoría de los ladrilleros aportaron materiales para algunas infraestructuras tanto del paraje como en Mariano Moreno. Quizás la más emblemática, por su importancia y por la jerarquización que establecería en la vida comunal después, fue el trabajo en conjunto que emprendieron con el RIM 10 de Covunco allá por la década del ´80, cuando con sus materiales y trabajo le dieron vida a la escuela primaria 85.
Años después, se unirían para que llegara el primer tendido eléctrico y la red de agua. Con los años también fueron testigos de las promesas del momento que hablaban del gas natural y del asfalto para la traza que atraviesa el paraje y que forma parte de la Ruta Provincial 3. Actualmente el paraje está envuelto en muchos desafíos y emprendimientos pero nunca sin descuidar la esencia de su origen que se fundamenta en el trabajo ladrillero. El proyecto que moviliza e ilusiona hoy a todos es lograr conformarse como una Comisión de Fomento.
En el nombre del padre
Delia Yánez es la mujer que desde el año 2008 hasta el año 2015 se puso al hombro el proyecto de creación de la Comisión de Fomento. Es el “alma mater” de este sueño que le dejó como legado su papá Mercedes del Tránsito apenas unos meses antes de fallecer. “Mi papá me dejó esta misión en el año 2008. Estaba muy enfermo y se hacía un tratamiento en Cipolletti. Por aquellos años no teníamos luz, se cortaba a las 7 de la tarde. No había suficiente tensión por la creciente población del lugar y a él se le ocurrió pasar por la Casa de Gobierno de Neuquén para hacer una nota a mano y pedir un mejoramiento del sistema eléctrico”.
Delia contó que a pesar de su enfermedad nunca perdió el entusiasmo y la animó a emprender la lucha para que Los Hornos se transformara en Comisión de Fomento. “Empecé a hacer notas y le pedí el acompañamiento a los vecinos con su firma. Nunca me la negaron. Las llevé a Zapala, Neuquén y hasta la misma Casa de Gobierno en Buenos Aires siempre pidiendo que nos pudiéramos independizar y construir nuestro propio destino como comunidad”, relató.
Al recordar a su padre, Delia no puede dejar de emocionarse. “El siempre me insistió que se podía hacer una comisión de fomento para poder independizarnos de Mariano Moreno. A mí me parecía algo descabellado pero él me decía que ya teníamos la suficiente cantidad de habitantes para requerir la conformación al gobierno provincial. Hice notas desde el 2008 hasta el año 2015 y nunca fueron contestadas por el gobierno neuquino ni acompañadas por el municipio de Moreno. Abandoné porque no tenía respuesta, mi papá ya no estaba y yo lo hacía como un mandato moral de mi padre”.
A continuación Delia informó que retomó el antiguo sueño. “Ahora con el acompañamiento y convencimiento de mis vecinos vuelvo a insistir con la idea y más sabiendo que Los Hornos no está comprendido dentro del ejido municipal de Mariano Moreno. Esto que hago y que hacemos no es en contra de nadie sino en beneficio de todos. Nos merecemos la oportunidad de ser libres y que se haga una suerte de reparación histórica para con Los Hornos luego de tantos compromisos y promesas incumplidas”.
“Nuestro paraje siempre ha sido un territorio que ha pagado altos costos de políticas locales que han significado olvido, letargo y postergación de nuestra comunidad. Consideramos que estamos ante un momento histórico de poder llevar a la realidad el sueño de muchos de nuestros padres y abuelos y que anhelaron para el paraje una Comisión de Fomento que pueda proyectar y concretar sus propias obras”, dijo. Sobre este particular Delia dio a conocer que “hace unas semanas en una visita que realicé a la Legislatura le pude comentar al vicegobernador el proyecto de la creación de la comisión de fomento y también el diputado por la zona centro Javier Rivero se reunió con nosotros en el paraje para ponerse al tanto de esta iniciativa que soñamos tanto”.
Delia Yáñez es nacida y criada en el paraje de Los Hornos. Es enfermera jubilada del sistema de salud provincial. Se desempeñó por 21 años en centros de salud de Caviahue-Copahue, El Huecú y Mariano Moreno.
Jesús Viviani y la misma estirpe de su abuelo
La industria ladrillera de Los Hornos está atravesada en la historia por el apellido Viviani. Es como una marca registrada del lugar. La mayoría de los productores que hoy permanecen de pie son de la misma sangre y Jesús Alberto es uno de ellos. Es nieto de don Carlos y al igual que su abuelo empezó de muy joven a producir ladrillos en su propio horno. “Mi abuelo fue uno de los primeros que tuvo hornos ladrilleros acá en este paraje. El y su hermano Américo y nosotros hoy seguimos la tradición. Llevar el apellido Viviani pesa pero cada día con empeño y trabajo tratamos de honrarlo”, contó. Sobre el presente de la actividad remarcó que no es muy alentador. “Cada vez quedamos menos, apenas unos años atrás éramos 32 horneros y hoy no sé si quedamos 8. Cada vez cuesta más conseguir los materiales y tampoco hay mucha gente que se quiera dedicar a la actividad. Lo más complicado es vender la producción”, señaló.
“Yo me dedico junto a mi familia a desarrollar mi emprendimiento, es un trabajo muy sacrificado y ya ni los hijos quieren seguir la tradición por lo que pienso que por mi parte voy a ser el último que haga esta actividad”, se lamentó.
Aún así es optimista y no da por muerta la producción ladrillera. “Yo creo que habría que incentivarlos a los nuevos ladrilleros. Ayudarlos a que arranquen en la actividad y después acompañarlos”, señaló. En este sentido Jesús Viviani sostiene que habría que facilitar la compra de ladrillones desde la municipalidad de Mariano Moreno u otros municipios y desde el mismo gobierno provincial. “Si hubiera un convenio de compra y muchas veces como compran en cantidad a nosotros nos rinde. Por ejemplo, te cargan 10 mil ladrillones de un viaje. Eso nos ayuda mucho porque en cambio tenés que vender 10 mil en forma particular y te cuesta porque vas vendiendo de a mil o dos mil”, graficó.
Aquí puntualizó que sería fundamental que el lugar contara con su propia Comisión de Fomento, porque de esa manera “los trámites y gestiones serían más rápidas y directas”. Al respecto dijo que “por el tema de los horneros al tener una Comisión el responsable va y se presenta en Neuquén y ya es otra cosa porque puede traer algo para ayudar a la gente”. En esta dirección señaló que “yo creo que la Comisión de Fomento podría hacer un convenio con provincia para comprar máquinas adoberas. Yo corto con máquinas y eso agiliza la tarea porque con esa máquina se puede llegar a cortar 4 mil ladrillos por día y a mano unos 10 mil y siendo muy buen cortador. Hay una gran diferencia y sobre todo al no haber tanta mano de obra”.
Don Nazario, uno de los primeros ladrilleros
Cuando el trabajo se lleva en la sangre, siempre hay tiempo para hacer algo. Así lo piensa don Nazario Verdugo, que con sus casi 85 años sobre la espalda aún sigue teniendo las fuerzas suficientes para trabajar. Es frecuente verlo por estos días podando las plantas, haciendo pozos y arreglando los alambrados de su chacra. El, como la mayoría de los antiguos pobladores de Los Hornos, supo dedicarse toda su vida a la producción ladrillera. “Esto era como una industria ladrillera, toda la gente trabajaba. El que tuvo más gente empleada fue don Carlos Viviani. Entre 60 y 70 personas tenía trabajando en sus 4 campamentos. Yo trabajé con él unos 27 años y con eso pude criar a mis 9 hijos”, contó. Agregó que “el trabajo ladrillero da resultado, aunque hoy es muy difícil por lo complicado de conseguir los materiales y porque ya la gente no quiere trabajar en esto porque es muy sacrificado. Ya solo queda trabajando la gente dueña de los hornos”.
Don Nazario recuerda que él llegó en el año 1956 al paraje y conoció a todos los primeros ladrilleros y trabajó con la mayoría. “Sería muy lindo y muy bueno que se volviera a producir porque es una industria y es una buena salida económica”, admitió. Dice que el paraje ha crecido mucho. “Cuando se hizo la escuela primaria 85 habíamos entre 7 y 8 familias y nosotros hacíamos de todo. Cuando estaban los soldaditos haciendo la escuela nosotros ayudamos a hacer las excavaciones y cada ladrillero aportó materiales para su construcción. También se hizo un horno donde don Juan Zúñiga con los soldados y lo producido se llevaban a la escuela”. Después con orgullo dijo “esta fue una obra del pueblo. No la hizo ni la provincia ni la nación sino que la hizo el pueblo de Los Hornos con el regimiento de Covunco”.
Nelly y su eterno amor por la tierra
Segundo Nahuel y Elvira Calfuqueo son los padres de Nélida del Carmen (Nelly, para todos), ellos le enseñaron a ganarse la vida sin esquivarle la espalda a ningún trabajo. La vida se veía difícil así que ya a los 12 años andaba trabajando de empleada doméstica en casas de familia donde cuidaba niños, limpiaba y cocinaba. Más tarde también se animó al trabajo ladrillero. “Desde chica siempre me gané mis pesitos trabajando de una y otra cosa. Cuando dejé un tiempo el trabajo de empleada doméstica empecé a encajonar ladrillos en donde Viviani que luego con una máquina los subían al horno para armarlo y quemarlo”, contó. “Así me ganaba el sustento para criar a mis 5 hijos”. Su marido siempre fue hornero. “El trabajaba con don Viviani en El Ramblón, así que los fines de semana nos íbamos con mis hijos a ayudar a encajonar ladrillos, mi hija más chica tenía apenas un año”.
Sobre el proyecto de la comisión reflexiona que “me parece correcto y no es por estar enojados con ningún intendente ni nada pero yo creo que hay suficientes personas con capacidad para manejarnos solos. Para que se nos hagan más fáciles las gestiones y para que Los Hornos crezca y para que haya más fuentes de trabajo”.
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